Que Raphael salga de la espiral de reediciones, recopilatorios, discos en directo, autohomenajes sinfónicos y duetos para editar un álbum de estudio es una buena noticia. Que se rodee de autores tan conocidos del panorama español como Iván Ferreiro, Bunbury, Vega, Virginia Maestro, Dani Martín o Mikel Izal convierte la escucha de este ‘Infinitos Bailes’ en obligatoria. Sobre todo porque la variedad de esos nombres garantiza que este no es el disco de pop-rock random que nadie pidió ni tampoco el disco indie que, por mucho que el cantante ahora actúe en Sonorama, tampoco nadie soñaba con tener entre sus manos.
Así, superadas las barreras más absurdas, uno imaginaba a los diferentes autores entregando lo mejor de sí mismos para tratar de convertirse en Manuel Alejandro durante 5 minutos, intentando al menos acercarse muy ligeramente a la grandeza de canciones como ‘Qué sabe nadie’, ‘Hablemos del amor’, ‘Digan lo que digan’… Pero no. Muy pocos de estos artistas se han molestado en escribir para Raphael un tema realmente significativo, digno de asentarse en su repertorio durante los conciertos de los próximos años, quedándose todo más bien en una anécdota que, dos meses después de su edición, casi todo el mundo parece haber olvidado.
Abre sin merecerlo el single principal, ‘Aunque a veces duela’, escrito por Dani Martín, unas 10 veces menos intenso y clásico de lo que autor, intérprete y sello creyeron en algún momento. Mikel Izal muestra cierta versatilidad en el orquestado tema que da título al disco, tan pronto planetero como de repente majestuoso, e Iván Ferreiro aporta algo de ritmo y épica en la entretenida ‘Carrusel’, pero es Vanesa Martín la primera que parece haber entendido de verdad a Raphael en ‘Cada septiembre’, que empieza con un piano bastante Carpenters para después desarrollar un medio tiempo con los guiños justos a ‘Yo soy aquel’ y un buen estribillo.
Raphael se ve muy cómodo entre ritmos próximos al bolero, el tango, la ranchera (‘La Carta’ de María Rozalén, ‘Negro’ de Paco Cifuentes), y temas tan histriónicos como ‘Igual’ de Diego Cantero, pero a menudo es víctima de la cursilería del autor, como es el caso de ‘Por ser tú’, escrita por Manuel Carrasco y no por un chiquillo de 10 años como parece; y ‘Semilla o flor’ de Pablo López, cuyo título aparentemente plantado 100% en serio lo dice todo.
El álbum remonta al final, no con ‘En pie’ de Virginia Maestro como me encantaría decir, sino con la mencionada y misteriosa ‘Negro’ y sobre todo una ‘Última ovación’ coescrita por Vega que no oculta la influencia descarada de la guitarra doliente de ‘Lazarus’ de David Bowie para contar lo mismo: que Raphael se nos puede ir en cualquier momento, aunque aquí el mensaje sea mucho más positivo. También ‘Del principio hasta el fin’ y sobre todo la tranquila ‘Una vida’ de Jorge Marazu tienen una intención retrospectiva, dejando más que nada un gran sabor de ocasión perdida. Se debía a este gran intérprete una serie de clásicos y o bien él y su equipo ha escogido mal o los artistas solo han buscado entretenerse, pero aquí ni una canción es la mitad de buena que ‘Muero de amor’ de La Bien Querida, que, por cierto, ¿por qué no ha sido invitada?
Calificación: 5,2/10
Lo mejor: ‘Cada septiembre’, ‘Una vida’, ‘Infinitos bailes’, ‘La última ovación’, ‘Negro’
Te gustará si: por casualidad eres fan de todos los implicados por igual
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