4 razones para visitar ‘Z, la ciudad perdida’ y una para perseguir al director con un machete

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4 razones para visitar ‘Z, la ciudad perdida’ y una para perseguir al director con un machete

z-ciudad-perdidaBrad Pitt lo vio claro enseguida. Aún antes de estar terminada, ya había comprado los derechos de ‘Z, la ciudad perdida’ (Literatura Random House), la obra sobre el aventurero Percival Fawcett escrita por el periodista David Grann. Y no se equivocó: el libro fue un éxito (sobre todo en el mercado anglosajón) y su potencial cinematográfico se reveló innegable. Pero lo más sorprendente fue a quién contrató Plan B, la productora de Pitt, para que realizara la adaptación: James Gray. El director de ‘Two Lovers’ y ‘La noche es nuestra’ siempre se había movido en el terreno del melodrama criminal y/o familiar. ¿Sería capaz de salir vivo del género de aventuras rodado en escenarios naturales?

Te damos cuatro razones para ir a ver ‘Z, la ciudad perdida’ como si fueras a encontrar El Dorado y una para que veas que no existe:

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1. No verás una película igual en mucho tiempo. James Gray es el patito feo de la generación que domina Hollywood. No tiene el favor de la taquilla de David Fincher, ni el aplauso de la crítica de Paul Thomas Anderson, ni el culto fan de Wes Anderson. Pero sus películas de caligrafía neoclásica, herederas tanto de Coppola como de Visconti, no tienen nada que envidiar a las de sus tres compañeros. En ‘Z, la ciudad perdida’ vuelve a demostrar que su cine no es de este mundo: la precisión en la composición de los planos, la perfecta arquitectura del guión, la narración reposada, la riqueza de los conflictos dramáticos, la madurez de su discurso…

2. Percival Fawcett. La vida del militar, arqueólogo y explorador británico es tan apasionante que no es de extrañar que sirviera de inspiración para el personaje de Indiana Jones. Pero Gray no lo utiliza como mero soporte narrativo para elaborar un relato de aventuras. Al contrario: construye el relato a partir de la personalidad del personaje, un hombre atrapado por su irrefrenable necesidad de escapar, de huir de si mismo. El director lleva la película a su terreno y casi la mitad de su metraje lo dedica a los conflictos familiares de su protagonista: con su mujer, otro personaje atrapado (entre su deseo de emancipación y su rol de madre y “esposa del guerrero”), y su hijo mayor, quien le echa en cara su desatención pero que le acompañará en su último viaje.

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3. La ambientación. Como ya ocurría en ‘El sueño de Ellis’, los viajes al pasado de Gray transmiten tal potencia evocadora que dan ganas de quedarse a vivir en ellos. Con la ayuda de la gran Sonia Grande, el director ha recreado la Inglaterra y la Amazonia de principios del siglo XX con la elegancia, el rigor histórico y la capacidad de sugerencia del mejor Visconti.

4. El plano final. El mejor ejemplo de lo que es el cine de Gray: un recurso estético y narrativo de enorme sencillez que explota en la mente y el corazón de los espectadores con la fuerza poética de una ópera interpretada en medio de la selva.

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5. Después todo lo dicho, ¿por qué no funciona ‘Z, la ciudad perdida’ tan bien como debería? Por su estructura narrativa. Las continuas idas y venidas del aventurero consiguen que veamos su obsesión por encontrar la “ciudad perdida”, pero no que la sintamos. A la película le falta intensidad dramática. Y no me refiero a sentar al espectador al lado de la canoa en 3D y que se agarre a la butaca como si fuera a caerse al río. No. Pero sí ser capaz de implicarle emocionalmente, no solo intelectualmente. En este caso, el habitual ritmo sosegado que utiliza Gray no ayuda. Y la falta de carisma de su protagonista (un Charlie Hunnam a quien se meriendan como una tribu caníbal Sienna Miller y Robert Pattinson), tampoco. ¿Qué hubiera sido de la película si la hubiera protagonizado el actor en un principio elegido, Benedict Cumberbatch? 7.

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