Tomavistas celebraba este domingo la tercera jornada de su última edición, que ha sumado 16.000 asistencias entre el viernes 19 de mayo y el día 21, consolidándose entre las opciones de ocio madrileño. Tanto, que la organización se ha venido arriba y ha puesto a la venta ya los abonos para 2018 a 40 euros, indicando que el festival se celebrará durante un fin de semana de mayo de 2018 por determinar. El domingo Tomavistas se celebraba en horario diurno, de 12.00 a 0.00 aproximadamente, reuniendo a multitud de familias con carritos de bebé. Pero también el festival madrileño es ocasión para reunir a varias personalidades relacionadas con la industria musical y ha sido fácil ver entre sus asistentes a músicos que no actuaban en esta edición. Entre ellos, Pablo und Destruktion, Bravo Fisher!, Borja Mompó (líder de Modelo de Respuesta Polar) y Pucho de Vetusta Morla quien, desprovisto de capuchas, gafas de sol o cualquier otra forma de camuflaje, tuvo que lidiar con unas cuantas «selfies». Reconozco que quien me ha movilizado para ir al festival ha sido Goldfrapp, como a otros habrán sido The Horrors, pero una vez en el recinto ha sido una gozada comprobar lo variado y saludable de la música nacional actual, de C.Tangana a Pavvla pasando por Delorean y un sinfín más. Foto de León Benavente: Javier Rosa para Tomavistas.
La gran sorpresa de la jornada del domingo la dio el ex líder de Standstill, Enric Montefusco. Entiendo un concierto perfecto como el que, además de serlo técnicamente, te hace querer re-escuchar un disco que tenías olvidado o en el que no habías reparado lo suficiente, y eso fue lo que consiguió el artista junto a sus músicos. Es muy guay comportarte como un artista venido a más sobre el escenario y no jalear al público en ningún momento, pero Montefusco se valió de todo lo contrario: contó historias, explicó cada una de sus canciones nuevas, y así despertó curiosidad entre el respetable por pistas de ‘Meridiana‘ como ‘Todo para todos’, ‘Flauta Man’ (sobre «lo mal que nos introducen a las cosas buenas de la vida, incluida la música») o ‘Uno de nosotros’ («sobre crecer en un barrio o en una familia y querer desmarcarte de ello cuando es imposible, sobre ser víctima del lugar del que se sale»).
Se consiguió, además, un equilibrio idóneo de lo nuevo con canciones viejas de Standstill «que merece la pena recordar» y así, el público coreó por ejemplo ‘¿Por qué me llamas a estas horas?’, que parece haber ejercido una influencia decisiva en Vetusta Morla. A destacar la comunión con el público vivida en esta última, con la gente repitiendo todo lo que quería Montefusco, además con una nota de humor al final: «huy, este rollo Freddie Mercury ya sí que no, ¿eh?». Aunque para comunión, la del reconocido como falso bis con ‘Adelante, Bonaparte (I)’, que según Enric, «cada día que pasa cobra más sentido» y, recuperando el sentido original de la palabra bis, que jamás debió perderse, una versión acústica de ‘Todo para todos’ interpretada por la versátil banda (vientos, acordeones, etc) desenchufada, integrada entre el público.
Inmediatamente antes del concierto de Enric Montefusco, se pudo vivir el comeback de Jeremy Jay, pese al paso de los años todavía una suerte de Thurston Moore de joven de imponente presencia física. Seguro que el personal de seguridad no tuvo problema en reconocerle todas las veces que entró y salió del backstage después de su concierto. Pese a la fuerza del bajo a lo Joy Division de su set, brillaron sobre todo los larguísimos pasajes instrumentales de sus composiciones, las recreaciones cósmicas de los teclados y la búsqueda de ambientes oníricos de mundos paralelos. No dejó sin presentar su nuevo single ‘Demons’ y terminó con una ‘Stereo’ que se pudo bailar. Los siguientes en el escenario pequeño fueron Fuckaine, todo un contraste con los súper serios miembros de la banda de Jeremy Jay. No hay quien pare a su cantante, Fran, sobre el escenario, quien no dejó de revolcarse por el suelo, dar saltos y gritos, ni de jalear como si estuviera entrenando. De hecho, su indumentaria colaba para ello. El público reaccionó bien a sus ocurrencias («No podemos tirar confeti así que vamos a bailar», «dedicamos esta canción a todas las putas plantas de este parque») y además Alien Tango subieron «a hacer un rato el gilipollas» durante ‘Expo 92’. Mención especial para las cortinillas musicales entre canción y canción, tipo ‘Cazafantasmas’ o, al final, ‘Wannabe’ de Spice Girls; y para la fan que gritó una y otra vez «¡no, no, camiseta no!» cuando Fran decidió volver a ponerse la ropa después de quitársela. No sé si iría a verlos en sala (les falta repertorio, les sobran acoples), pero en un festival, mano de santo contra el aburrimiento.
The New Raemon y McEnroe ofrecieron un concierto muy sobrio y educado, todo muy correcto, quizá demasiado, en el que se agradeció la disposición del anfiteatro con sus asientos, para no evitar la distracción y sí el cansancio que representa una tercera jornada de festival. Sonaron temas de su disco conjunto como ‘Lluvia y truenos’, ‘La carta’ y ‘Espantapájaros’ junto a alguno de su repertorio propio como ‘Caballos y palmeras’ e incluso alguno de Viento Smith, como ‘Campos magnéticos’ (sí, «Magnetic Fields»), ideado para «cantar y bailar», aunque no se consiguió tanto. Rufus T. Firefly se valieron del recogimiento que suele ofrecer un escenario pequeño y allí triunfaron al tiempo que mandaban un saludo a Egon Soda, a quienes sustituían en el cartel por razones médicas (también se caían del cartel Triptides). El grupo de Aranjuez tiene la particularidad de presentar batería y teclados en la primera línea, dejando en segundo plano guitarra y bajo, si bien en lo musical, cada miembro tiene igual protagonismo, con momentos rockeros de guitarras reptantes aptas para fans de Arctic Monkeys (‘Pompeya’) y otros más psicodélicos (‘El problemático Winston Smith’). El grupo introdujo ‘Nebulosa Jade’ como «la canción de amor más fea de todos los tiempos» y agradeció poder tocar en el Parque Tierno Galván porque su nuevo disco habla de «arte y naturaleza».
Lo del «power trio» Airbag y sus fans solo puede calificarse como «resistencia»: a las modas, a las adversidades, al paso del tiempo… y anoche a la coincidencia con el fin de la Liga. «Somos Airbag y hoy decidimos la Liga nosotros», aparecieron diciendo, y su público lo dio todo pogo mediante en canciones como ‘En brazos de la agente internacional’, la muy bien traída ‘Salva mi domingo’ o ‘Marcas en la hierba’. Sí, tocan una versión de ‘Jesús’ del primer disco de Los Planetas que a la gente le encanta, pero poco que envidiar en cuanto a número de gente coreando ‘Ahí va la decepción’. «No sabes nada de los Clash ni del 77» es una gran frase imperecedera para quienes odian a quienes usan camisetas de grupos sin saber quiénes son estos.
Polock cerraron el escenario pequeño con acoples de sonido perceptibles casi en cada canción. Pese a ello, su fondo de pantalla cambiante con el arte de su nuevo disco fue muy resultón y más o menos pudieron brillar canciones como ‘Roll the Dice’, ‘Devil Echoes’ y, hacia el final, ‘Oh I Love You’ y su viejo hit ‘Everlasting’. La balada setentera ‘Magnetic Overload’, que les presenta en un nuevo registro, fue interpretada anoche por primera vez: «vamos a tocar muy lento, así que agarrar a vuestras muchachas», se atrevió a indicar su líder. Tomavistas terminó con L.A., el grupo más difícil de localizar en Google. Es imposible no recalcar su poso grunge en la misma semana en que ha muerto Chris Cornell, pero el grupo se continúa distanciando algo del sonido noventero por el uso de teclados. ‘Under Radar’ recalcó además de los sintes su inicio muy Phil Spector y el público que aún quedaba en el recinto, un par de miles de personas, coreó temas como ‘Perfect Combination’ o los «ooooh» del nuevo ‘Where the Angels Go’. «Es un gusto tocar en Madrid siempre, en Costello, en La Riviera, en Moby Dick…», indicaba Luis Albert en agradecimiento al público que resistía en el parque teniendo que trabajar o estudiar hoy.
El sábado la noticia principal la protagonizaban Kokoshca, que tenían que cancelar su set poco después de las seis de la tarde después de que su batería, Álex, sufriera un pequeño tabardillo cuando el grupo llevaba un par de canciones. Tuvo que ser asistido por el Samur, pero por suerte pudo posar después ya recuperado, para las redes sociales. Kokoshca, que esperan poder tocar en Tomavistas 2018, llegaron a interpretar dos temas: el primero iba muy apropiadamente de «la hora de la siesta» (‘Siesta’) y el segundo fue su hit en Spotify ‘Mi consentido’. Algo es algo.
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La tarde la habíamos comenzado con el dúo de guitarra y batería Cala Vento, que agradeció al público que se había movilizado tan pronto como a las cuatro de la tarde para ir a verlos. El grupo no tiene aparentemente en común con Placebo más que un par de guitarrazos, pero si está saliendo del underground más underground es porque detrás de la fiereza punk de algunas canciones, se esconde un espíritu igual de pop. Vibramos con temas como ‘Isla desierta’ y ‘Abril’, y el dúo se despidió con un tema instrumental. A continuación y con todo el solazo en contra, Rural Zombies intentaron convencernos con bastante éxito de la atemporalidad de aquello que se llamó math-rock. Como curiosidad, interpretaron una versión de La Roux.
Las Odio interpretaron en vivo las canciones de su reciente debut dejando un simpático momento, ese en el que no se pusieron de acuerdo con el tema que tocaba y tuvieron que volver a empezar ‘A tu ritmo’. «Podía haber sido peor, nos podíamos haber dado cuenta a la mitad», bromeó una de ellas. En contra de su set, las voces chillonas, supongo que parte del juego y del discurso, pero no aptas desde luego para todos los públicos. A favor, entre menciones a Virginia Woolf (‘Un cuarto propio’) y a las riot («girls to the front»), su concierto pasó en un suspiro. Y seguro que en ello tiene mucho que ver lo que mola su repertorio ya, desde ‘Yo lo vi primero’ a ‘Indiespañol’, que fue bastante celebrada por el público.
Los maestros del día fueron, por supuesto, León Benavente, que no pierden ningún tipo de fuerza ni fuelle pese a no parar de tocar. Nadie se imagina un concierto suyo desganado ni técnicamente malo y me atrevería a decir que la interpretación de ‘Gloria’, con todo el público bien arriba pese a que no era ni de noche, fue el mejor momento de todo el Tomavistas. El arranque con ‘Tipo D’, ‘California’ y la estupenda ‘La ribera’… para llevar hasta ‘Ser brigada’ tampoco es que se pueda pasar por alto. Un torbellino sobre las tablas que nadie parece cansarse de ver, y con razón.
Sí decepcionaron algo Los Punsetes. Su repertorio es a estas alturas poco menos que espectacular (pueden pasar de hasta ‘Dos policías’ y nadie se entera), pero su técnico de sonido no consiguió arreglárselas para que la voz de Ariadna se oyera bien en el foso. Incluso parecía estar actuando con el micrófono desenchufado. La única opción fue cambiarse de sitio. Sí llamaron la atención para muy bien, por supuesto el vestuario tipo María Antonieta de Ariadna, y las proyecciones: un poco rollo bollo durante ‘Me gusta que me pegues’ y bastante homoeróticas durante ‘Maricas’. En resumen, muy meditadas y medidas, y dejando un par de momentos bastante poéticos. Ese mismo «punch» en sonido les faltó a The Horrors. La formación más conocida de Faris ha perdido algo de interés artístico en comparación a su proyecto paralelo Cat’s Eyes, pero pese a todo es uno de los grupos más queridos por el indie medio de la ciudad (Madrid es el tercer lugar del mundo donde más se escucha a The Horrors en Spotify) y había ganas de verlos. El sonido de ‘Sea Within a Sea’ no terminó de expandirse por el anfiteatro en su cumbre como habría correspondido, pero al menos era posible acercarse a las primeras filas para disfrutarlos de verdad y el grupo usó como verdadero «highlight» dejarse ‘I See You’ para el final.
La noche del sábado se cerró con Temples, que estrenaban disco (el notable ‘Volcano’) y una puesta en escena más trabajada que en su anterior gira, entre glam y retrofuturista, con pantallas que cambiaban de color y los órganos sintes cubiertos de un uniforme blanco. La banda de Kettering ya era una maquinaria engrasada cuando presentaron ‘Sun Structures’ (quien estuvo en el SOS 4.8 de 2015, por ejemplo, fue testigo de ello) y con la experiencia y un nuevo álbum, ahora añaden espectacularidad a su directo, con un particularmente brillante James Bagshaw, cuya voz y solos de guitarra explosionaban, dejando boquiabierto al respetable. Aplaudió el público los nuevos temas, como ‘Certainty’ o ‘How Would You Like To Go?’, que son buena muestra del nuevo sonido de la banda, más pop, pero fueron clásicos como ‘Colours To Life’ o ‘Shelter Song’, con la que cerraron su set, los que hicieron las delicias de los allí presentes. Texto de Temples: Miguel Sánchez.