“Con el dinero de su accidente se compró una autocaravana / Así al menos podría disfrutar un poco de estar sola / Nadie podría decir que no se había movido “Somos tú y yo contra el mundo, guapa”, murmuró para sí misma”.
No hay demasiadas canciones en el pop que comiencen de forma narrativa, y muchas menos aún con un gancho tan efectivo como el de esa primera estrofa de ‘Levi Stubbs’ Tears’ de Billy Bragg. Las ganas de seguir escuchando son irresistibles, aún más con ese riff-más-estribillo de resonancias Johnny Marr-escas que aparece justo después, con un sonido maravilloso, único: el latigazo armónico que Billy extraía de su muy particular guitarra acústica Burns Steer, la del extrañísimo cuerno en el clavijero.
Y de alguna manera, esos dos ingredientes –la trágica narración de la letra y el hipnótico rasgueo entre la caricia y la rabia de la guitarra– son las dos columnas sobre las que se sostiene esta micro-maravilla del más famoso cantautor izquierdista de los 80 ingleses. ¿Qué más podría necesitar? Con esa melodía que te rompe el corazón y la voz inolvidable de Bragg, poco más, la verdad. Los sutiles adornos percusivos que van y vienen podrían faltar perfectamente, como de hecho ocurría en el vídeo oficial de la canción, interpretado en directo. Pero en ‘Hit de ayer’ siempre preferimos ceñirnos a la original:
“Cuando el mundo se derrumba algunas cosas se mantienen en su sitio / las lágrimas de Levi Stubbs corren por su cara”.
La segunda estrofa retoma el relato con un flashback: “Se escapó de casa con el mejor abrigo de su madre / se casó antes de poder siquiera votar / y su marido era uno de esos tipos que se ríen de sus propios chistes”, y el puente vuelve a invocar a más grandes de la Motown: “Norman Whitfield y Barrett Strong / Están aquí para arreglar lo que está mal / Holland y Holland y Lamont Dozier también / Están aquí para que te sientas bien”.
Desenlace y cierre, en la última estrofa: “Una oscura noche él volvió del mar / y le hizo un agujero donde no debería haber uno / Pero dolió más verle marcharse por la puerta / Y aunque le cosieron la herida se dejaron los trozos de su corazón en el suelo”. La conclusión, en el último estribillo: “Cuando el mundo se derrumba algunas cosas se mantienen en su sitio / ella quita la cinta de los Four Tops y la mete en su caja / Cuando el mundo se derrumba algunas cosas se mantienen en su sitio / las lágrimas de Levi Stubbs corren por su cara”. El final de la canción lo rubrica una melancólica trompeta que enlaza admirablemente con una nueva melodía.
En tan pocos versos, tanto. El ejemplar de julio de 1986 de Smash Hits dedicaba una entrevista de dos páginas a que Billy Bragg hablara casi exclusivamente de la canción, que fue el primer single lanzado aquel año de su disco ‘Talking With the Taxman About Poetry’. En ella, con su habitual inteligencia y sinceridad, explicaba cómo las canciones de la Motown habían sido las únicas que no le habían engañado sobre el amor, y que escuchar esos viejos hits sobre desengaños le había ayudado mucho en el pasado. La canción –explica– se gestó en un aburrido viaje en ferry en el que escribió la letra, que acabó aunando esa idea con una historia de violencia doméstica, un asunto que ya en 1986 Bragg estaba intentando hacer más visible: “para mucha gente la violencia en su relación es una realidad, no algo salido de la televisión. A veces estás hablando con un vecino del tiempo o lo que sea y resulta que puede ser un maltratador, sabes? (…) Pero a la gente le cuesta hablar de estas cosas”.
‘Levi Stubbs’ Tears’ es sublime, uno de los grandes clásicos del pop inglés de los 80, y tan recientemente como en 2014 el NME la eligió en el puesto 207 de su lista con “las 500 mejores canciones de todos los tiempos”.
‘Levi Stubbs’ Tears’ suena en el nuevo Popcasting de Jaime Cristóbal, ya disponible en este enlace.