Mount Eerie / A Crow Looked at Me

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Mount Eerie / A Crow Looked at Me

Cuatro meses después de que la dibujante, ilustradora y cantautora canadiense Geneviève Castrée diera luz a su primera hija, a la mujer de Mount Eerie se le diagnosticaba un cáncer de páncreas inoperable. Castrée moría al año siguiente y a ella ha dedicado Phil Elverum su último disco, ‘A Crow Looked at Me’, publicado el pasado mes de marzo. Elverum ha explicado que efectivamente un cuervo les observó y persiguió a él y a su mujer durante un paseo por el bosque (Elverum vive en la pequeña localidad de Anacortes, Washington) pero el músico no dramatiza esta anécdota en ‘A Crow Looked at Me’, sino que la emplea para revestir con un poco de magia y misterio la cruda y sencilla realidad de la muerte, sobre la cual reflexiona en el disco tal cual, de manera natural, directa y sin artificios.

‘A Crow Looked at Me’ es un disco que nace de la más pura improvisación, de la corriente de pensamiento, y cuenta Elverum que le salió entero durante el otoño de 2016. Se lo quitó de encima. Lo grabó en la misma habitación de hospital donde falleció Geneviève, usando además sobre todo instrumentos que le pertenecían a ella, además de papel que también era de ella y “mirando a través de la misma ventana”. No tiene por tanto mucho sentido pensar en ‘A Crow Looked at Me’ en los mismos términos en que pensaríamos ‘Sauna’ o ‘No Flashlight’: el método natural de Mount Eerie sigue siendo el mismo, pero la voluntad de que este resulte agradable o interesante no, y el mismo Elverum reconoce que el disco “apenas es música”, sino que es más bien él “recitando el nombre de Geneviève en voz alta”. En realidad, ‘A Crow Looked at Me’ sí es música (evidentemente), pero es sobre todo un disco de letras y eso queda claro en la segunda canción del disco, ‘Seaweed’, cuando Elverum canta, como si leyera su diario, con fechas anotadas inclusive: “nuestra hija tiene año y medio, y tú llevas once días muerta; he cogido el barco y venido a este sitio donde íbamos a construir nuestra casa y vivir los tres juntos, si tú hubiera vivido, así que he venido solo con nuestro bebé y las cenizas de tus huesos”.

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Puede entenderse ‘A Crow Looked at Me’ como un largo poema de verso libre recitado con guitarra y piano y otros (pocos) instrumentos. Suena con recurrencia en el disco el efecto electrónico de lo que parece un caballo trotando y no puedo evitar imaginar a Elverum cantando las canciones de este disco cual trovador triste de ‘Surf’s Up’ de los Beach Boys pero con guitarra en lugar de lanza. Igual de cabizbajo y real se muestra el músico en las situaciones cotidianas donde ha de afrontar la muerte de su mujer, por ejemplo en el supermercado, como describe en ‘Chasm’, donde plantea el triste panorama que ahora tiene “el poder de transformar un súper en un abismo de lástima y confusión”, por cómo es posible que le miren sus vecinos. Es en situaciones como esta o la descrita en ‘Toothbrush / Trash’, donde Elverum se retrata tirando a la basura los objetos inservibles de su mujer, cuando la muerte se revela en ‘A Crow Looked at Me’ como la cosa más absurda del mundo. Sin ir más lejos, la canción que abre el disco lo hace con una frase demoledora por simple: “la muerte es real, alguien está y después ya no”. En la canción, Elverum describe recibir por correo una mochila que su mujer había comprado en secreto a su hija para cuando fuera al colegio, adelantándose un par de años, “como sabiendo, en el fondo, que en el futuro ya no estarías aquí”.

En muchos sentidos, ‘A Crow Looked at Me’ es un homenaje a la figura de Geneviève y como documento es ahora mismo el recuerdo de un recuerdo. Es el recuerdo de cómo Elverum rememoraba a Geneviève en este preciso momento de su vida y un recuerdo de cómo las memorias de su vida con ella empiezan a desvanecerse en su cabeza. Entre los momentos más desoladores del álbum precisamente está ‘Seaweed’, donde el artista trata de reconciliarse con la absurda idea de estar olvidando ciertos detalles de Geneviève . “¿Te gustaban los gansos canadienses? No me acuerdo; ¿y qué me dices de la dedalera? ¿Te gustaba esa flor?”, se pregunta Elverum. No hay más absurdo que notar cómo se desintegran en tu mente los recuerdos de una persona con la que has compartido 13 largos e intensos años de experiencias, pero Elverum ha compuesto ‘A Crow Looked at Me’ precisamente para que el recuerdo de Geneviève no se termine de desvanecer nunca, sino que quede grabado, cuan vago sea, en una inquebrantable obra de arte. Y eso es precioso.

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Pero ‘A Crow Looked at Me’ no se refleja siempre en Geneviève, sino que sobre todo es el documento de un duelo personal. Desde la máxima introspección, Elverum explora en ‘A Crow Looked at Me’ diversos niveles de soledad, especialmente en la oscura ‘Ravens’ (“lo que fuiste ahora son cenizas, y ya no puedo estar en casa, solo puedo correr y dejar que el dolor me golpee”) o en la gráficamente titulada ‘When I Take Out the Garbage at Night’ (solo mirando el cielo de noche Elverum puede sentirse en contacto con el universo y por tanto con Geneviève, puesto que en casa le pesa su ausencia) y llegando a lo más hondo en ‘Swims’, donde guitarra y piano mediante, Phil Elverum recuerda fuertemente de nuevo la muerte de su mujer, como si fuera tan reciente como en la pista 1, y explica a su hija que ahora Geneviève “nada” y se “evapora” en las olas del mar. Durante un punto de la canción reflexiona sobre “cuán cerca estamos siempre de no existir”. Es una verdad inconmensurable, pero Mount Eerie ha conseguido plasmarla firmemente en este hermoso disco.

Calificación: 8,3/10
Lo mejor: ‘Real Death’, ‘Seaweed’, ‘Ravens’, ‘Swims’, ‘Chasm’
Te gustará si te gusta: Daniel Johnston, Julia Holter, Elliot Smith
Escúchalo: Bandcamp, Spotify

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