Grouper sigue dignificando la larga historia de música ambiental hecha por mujeres

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Grouper sigue dignificando la larga historia de música ambiental hecha por mujeres

La historia de la música ambiental está poblada por mujeres pioneras de las que se suele hablar poco o nada debido a la mayor visibilidad de sus iconos masculinos. Pero muchos años antes de que Brian Eno inventara el término “ambient”, de que William Basinski descubriera sus cintas maravillosas debajo del cojín de un sofá o de que Tim Hecker cambiara el mundo convirtiendo la disonancia y el ruido en melodías sublimes, artistas como Éliane Radigue, Else Marie Pade, Wendy Carlos, Pauline Oliveros, Delia Derbyshire, Daphne Oram (estas dos últimas desde el mítico Radiophonic Workshop de la BBC) o incluso Alice Coltrane en su etapa mística sentaron las bases de lo que hoy se conoce como música ambiental, creando en sus obras paisajes sonoros evocadores y hermosos que, gracias a internet, hoy pueden llegar a más gente que nunca.

De vuelta a 2018, las cosas han cambiado, pero sigue siendo difícil encontrar mujeres dedicadas a la música ambiental -en cualquier vertiente- que obtengan el reconocimiento de un Taylor Deupree, de unos Stars of the Lid o de un Fennesz. Una de las que lo ha logrado es Grouper, el alter ego de la californiana Liz Harris, que gracias a obras como ‘Way Their Crept’, ‘Dragging a Dead Deer Up a Hill’ o el más reciente ‘Ruins‘, se ha alzado como una de las figuras más interesantes y respetadas del ambient actual. Sus composiciones suelen ser lúgubres, pero en sus experimentos con guitarras eléctrica, sintetizadores y voz, ha logrado crear un mundo íntimo y absolutamente personal, comprensible en piezas como ‘When We Fall’ o ‘I’m Here Now’.

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El 27 de abril, Grouper publica su nuevo álbum, ‘Grid of Points’, que cuatro años después de ‘Ruins’ no anda muy alejado del estilo de aquel, al menos teniendo en cuenta su primer adelanto, ‘Parking Lot’, que nuevamente aúna voces y un emotivo arreglo de piano. Son “canciones para piano y voz”, en palabras de Harris, las que componen esta nueva obra que publica Kranky y que Harris explica es “breve, pero completa”. Apunta: “La intimidad y la abreviación de esta música alude a la esencia de la que las letras hablan más directamente. El espacio que queda después de que la materia haya desaparecido, el escenario después de que los personajes se hayan ido, el vacío de una columna pilar que ya no está”.

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