Una columna de Pitchfork relaciona los flops femeninos con lo queer y con la calidad musical

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Una columna de Pitchfork relaciona los flops femeninos con lo queer y con la calidad musical

Pitchfork publica una columna de opinión sobre flops femeninos que es toda una chuchería para aficionados a las listas de éxitos. Se titula «El perdurable atractivo de las estrellas pop que fracasan», y asegura que la palabra “flop” ha ganado en popularidad tras los fracasos el año pasado de los discos de Lady Gaga, Lorde, Kesha, Demi Lovato, e incluso, para sus estándares, Taylor Swift. La columna sostiene que la era streaming ha llevado a los discos de estas artistas a ser más «flop» que nunca, pero al mismo tiempo a los fans a defenderlas con mayor fervor.

El autor del texto, Chris Stedman, se ha dado cuenta de que este fenómeno no tiene equivalente entre los artistas masculinos, y plantea alguna cuestión que parece peregrina pero resulta interesante. Stedman se define a sí mismo «queer» y, aunque no menciona que entre los fans implicados en este tipo de batallas apenas hay heterosexuales o chicas, sí apunta que muchos de los que adoran y defienden hasta la saciedad estos discos fracasados «parecen ser queer o pertenecer a otras comunidades marginales». Habla de cómo «flop» se dirige a cantantes femeninas de manera exclusiva, y según él a mujeres de color, citando los ejemplos de Janet Jackson, Brandy y Mariah Carey. Aunque esta parte es bastante discutible, pues la palabra «flop» ha perseguido a cantantes femeninas de toda raza desde que se propagó internet, el autor concluye de manera interesante que «luchar por la dignidad de tu estrella de pop favorita puede ser como luchar por ti mismo».

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Más arriesgado resulta el artículo cuando pretende asociar «flop» a calidad citando como ejemplos ‘Blackout’ de Britney Spears, ‘E•MO•TION’ de Carly Rae Jepsen y ‘Bionic’ de Christina Aguilera. Algunos de estos discos ni siquiera fueron reseñados por este portal; ‘Blackout’, pese a ser muy querido por los fans de Britney, es uno de sus discos peor considerados en Metacritic (61/100), y el melón abierto con la inclusión de ‘Bionic’ en la lista de «discos casi míticos» es mejor dejarlo para después de las vacaciones. Por no hablar de que obvia los éxitos comerciales de ‘Beyoncé’ y ‘Lemonade’ de Beyoncé o ‘ANTI’ de Rihanna: se puede seguir vendiendo y haciendo álbumes de calidad. No, obviamente no hay relación entre el fracaso (o el éxito) de un álbum y su calidad musical: intervienen muchos otros factores.

En verdad, la columna va perdiendo fuerza cuando Chris Stedman va transformándola en una reivindicación de los últimos pasos de Ciara (?). Habría sido más interesante que Pitchfork utilizara sus recursos millonarios e influencia para convencer a Stedman de desarrollar su interesante planteamiento hablando con sus profesores y colegas expertos en Sociología de la Universidad de Yale y Harvard, donde ha estudiado y trabajado (ha de haber algún tipo de estudio sobre el fenómeno fan digno de mención); preguntando a un par de expertos de Billboard o Forbes sobre el origen de este fenómeno, charlando con un par de responsables de la industria musical, o incluso con algunas artistas. En cualquier caso, con su gran y acertado titular quizá Chris ha abierto una veda sobre la que otro medio (¿The Guardian?) aporte algo de luz.

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