Foto Arctic Monkeys: Sergio Albert.
Crónica de la última jornada de Primavera Sound 2018 en el Parc del Fòrum, con los conciertos de Arctic Monkeys, Lykke Li, Lorde, Jane Birkin, Lift To Experience, Car Seat Headrest, The Blaze…
El sábado, Montero inició este último día añadiendo energía positiva, entregándose al completo presentando su nuevo trabajo con singles como ‘Vibrations’. Poco a poco, el australiano fue creando un ambiente festivo y cañero que estalló con ‘Talking the Night Away’ en la que el registro de voz de Benny Montero llega hasta los guturales dando lugar al tema más rockero de su show. Fue de menos a más: al principio costó arrancar, pero finalmente dejó un buen sabor de boca. Fernando García.
Car Seat Headrest han reeditado ‘Twin Fantasy’ siete años después de que el original (grabado con pocos medios) viera la luz. Esta vuelta, sin embargo, no ha sido un paso atrás, sino más bien al contrario. Cada vez gozan de mayor prestigio y el número de gente que comienza a escucharlos a raíz de este «nuevo» trabajo, no deja de aumentar. A pesar de no ser ni siquiera las 7 de la tarde, uno de los dos principales estaba bastante lleno, y no simplemente de curiosos que se acercan a ver qué tal hasta que llegase su banda favorita, sino de muchísimos fans que coreaban todas las canciones con entusiasmo. Es posible que estemos ante el principio del gran éxito de una banda que parece lanzada y dispuesta a conseguirlo. Fue un concierto que, sin duda, mereció la pena: sonaron con decisión y fuerza. Fernando García.
Gabriel Garzón Montano es pura música, la lleva en las venas, le sale por los poros de la piel y presenta los temas de su debut con una pasión desbordante, totalmente entregado a su energía y sensualidad, hasta el punto que por momentos parece que Prince canta a través de él (y no solo porque el cantante vistiera un traje blanco de torera y pantalones largos que podría haber llevado perfectamente el de Minneapolis). La confianza que desprende Garzón Montano en el concierto y su comando del escenario son dignos de una verdadera estrella. Temas como ‘Sour Mango’, ‘Bombo Fabrika’ y sobre todo ‘Crawl’ brillan, y el músico decide terminar su set con un arrebatador a capela de ‘La candela viva’ de Totó la Mamposina, incitando al público a hacer los coros. Un gustazo ver a este hombre en directo. Jordi Bardají
Josh T. Pearson hizo doblete. Si el viernes tocó su proyecto en solitario, el sábado recuperó a sus míticos Lift To Experience. La bandera de Texas, el aspecto de rednecks y el blanco sombrero de cowboy podían llevar a la confusión sobre lo que íbamos a encontrar. Pero aquello no tuvo nada de country y sí todo de post-rock melodramático, con la banda tocando sus largos temas, de crescendos intensos y calmas tortuosas. Josh olvidó completamente su faceta de humorista (excepto cuando nos hizo una foto para enviársela a su madre). Cantó con devoción de predicador, ora rogando, ora rezando, ora exigiendo. Una experiencia extática, de auténtica catarsis emocional. La única pega fue que la gente no paraba de charlar. ¡Pero como podían, cuando Pearson se estaba dejando el alma en cada canción! Mireia Pería.
Jane Birkin, acompañada de la gran orquesta sinfónica del Vallès, homenajeó al que fue su pareja y padre de su hija Charlotte, Serge Gainsbourg. Cantó sus canciones apoyada de las melodías de la orquesta. Pese a que no había demasiada gente, Birkin se sintió muy arropada por el público; emocionada y agradecida de estar cantando esas canciones de Serge y de poder haberlo hecho en las óptimas condiciones. Sonó precioso –pese a algún ruido molesto ocasional en uno de los altavoces–, aunque algo más corto (hubiese servido con terminar a su tiempo, ya que se excedió unos cuantos minutos) se hubiera agradecido al final. En cualquier caso, es insólito ver algo como lo de Jane Birkin en cualquier otro festival. Fernando García / foto: Eric Pàmies.
Justo después vino Lykke Li, a punto de sacar su nuevo disco ‘so sad so sexy’, que arrancó precisamente con uno de los primeros singles de este, ‘deep end’, y también hubo espacio para la canción que da título al disco (todavía inédita por unos días). Estuvo acompañada de una puesta en escena sencilla y misteriosa, pero la recepción del público no fue algo destacable, aunque algunos temas se celebraron mucho como ‘Gunshot’ o la muy reciente ‘two nights’ (un temazo en toda regla). En cambio, indudablemente lo que hizo que todo el mundo sacara sus teléfonos móviles para grabar fue ‘I Follow Rivers’, su único megahit que defendió a la perfección gracias a su brillante control vocal. Resultó extraño, sin embargo, que no fuese su última canción y sí la penúltima. Cerró con ‘Utopia’, un gran grower que además en directo mejora una barbaridad, pero no fue una buena elección como final. El resto del setlist no iba en esa línea, y tras ‘I Follow Rivers’ la gente comenzó a dispersarse y a dejar de prestar atención. Fernando García / foto: Sergio Albert.
Es indescriptible la sensación de júbilo que produce un concierto de Lorde. En cuanto la neozelandesa sale al escenario, ataviada con un vaporoso vestido blanco azulado, y empieza a sonar ‘Sober’, se crea en el lugar una magia muy especial, como son las canciones de Ella, que el público se sabe de pe a pa y que nunca dejarán de asombrar en su expresión del talento más inteligente y honesto. En un concierto de Lorde no se baila si no se llora al mismo tiempo y aunque ‘Magnets’ es una adición clubera muy bienvenida, son canciones como ‘Homemade Dynamite’, ‘Perfect Places’, ‘Buzzcut Season’ o ‘Ribs’ las que elevan el alma del público, llevándolo al éxtasis en la final ‘Green Light’. Hay cover sorpresa de ‘Lost’ de Frank Ocean el día después de que Jorja Smith versionara esta misma canción en el festival, pero el momento más bonito de la noche lo produce ‘Liability’, a través de la cual Lorde se reconforta en su público, y este con ella. Amor puro. Jordi Bardají / foto: Eric Pàmies
La de Arctic Monkeys era la actuación más esperada de todo el festival, la que congregó más multitudes. Instantes antes de que arrancara, parecía imposible encontrar un sitio que asegurara un mínimo de visibilidad y comodidad. Afortunadamente, conseguí una buena ubicación y pude seguir el show razonablemente bien. Impresiones generales del concierto: Alex Turner está infinitamente mejor ahora que cuando lo vi con The Last Shadow Puppets en 2016. Si entonces se le veía desnortado y pasado de vueltas, anoche fue el amo y señor de la situación. Protagonista absoluto, dirigiendo el cotarro con precisión, chulo pero contenido, con el histrionismo bajo control… ¡y qué voz! Él cantó maravillosamente, el grupo ejerció de banda de rock madura y ajustada, tocaron perfecto y el sonido fue buenísimo. Y, aunque las fotos promocionales nos hacían temer lo peor, el aspecto de la banda era muy sobrio, el look de Alex, entre Lennon y Bono. En cuanto el repertorio, confieso que me temía que iba a ser un tostón (efectivamente, soy de las que no les gusta ‘Tranquility Base Hotel & Casino’). Pero no, por suerte. Resultó equilibradísimo. Sin embargo, me dio la sensación de que el público estaba ligeramente decepcionado, que esperaba algo más desatado.
Arrancaron con una de las nuevas, ‘Four Out of Five’, pero en nada soltaron la artillería: ‘Brianstorm’ y ‘I Bet You Look Good on the Dancefloor’, que desataron la locura del personal. A partir de aquí, el asunto fue algo más calmado. Los Monkeys parecieron escoger de su repertorio antiguo los temas que más se ajustaban al sonido de su último álbum. El público, por su parte, respondía con tibieza a las nuevas. Se recuperó en ‘Do Me a Favor’ y un ‘Cornerstone’ en el que Alex se ufanó todo chulo. Sin embargo, cuando los Monkeys retornaban a las canciones con base de piano, cuando adquirían texturas de banda de lounge en sala de fiestas de hotel decadente, la multitud parecía caer en cierta apatía y, de nuevo, se levantaban los ánimos cuando atacaban piezas como ‘Knee Socks’. Pero la mejor pieza fue ‘Pretty Visitors’; Alex se quitó al fin la chaqueta y las hechuras de crooner que llevaba rato vistiendo y se dejó llevar por el histrionismo, que ya no abandonó ni en ‘Crying Lighting’ ni en ‘Do I Wanna Know’, celebradísimo. ‘Batphone’ marcó el regreso para los bises. Escuché a unos muchachos comentar “si la próxima no es animada, nos vamos”. No se fueron, no. Porque fue ‘The View From The Afternoon’ (abismal diferencia de recibimiento con la anterior) y remataron con ‘R U Mine’, recuperando el fervor del público. Al final no llegaron a los 90 minutos, pero el de los Arctic Monkeys fue un muy buen concierto de rock. Mireia Pería.
Siempre agradecidos de actuar en Primavera Sound ante un público que “ama de verdad la música”, como indica Bradford Cox durante un punto del concierto, y en este caso maravillados por haber podido ver a Jane Birkin unas horas antes, Deerhunter llenan su escenario y desgranan varios clásicos de su repertorio, como ‘Agoraphobia’, ‘Helicopter’ o una ‘Desire Lines’ cuyo final guitarrero nunca dejará de ser evocador y enorme. El grupo, que saca disco este año, tampoco deja de presentar algunos temas nuevos, entre los que destaca uno titulado ‘Futurism’ que parece ir en la onda de su anterior álbum. Jordi Bardají
En el poco concurrido Primavera Bits, Oneohtrix Point Never se marcó un gran show con su atmosférico ambient. Todo tipo de impresiones y sensaciones transmiten los sofisticados sonidos, ensalzados por unos visuales de lo más sugerentes. El concierto fue hipnótico y oscuro, como si durante una hora uno fuese abducido por algún alien de otra galaxia. Fernando García.
Llego tarde al concierto de Beach House, pero no tardo en caer rendido en la arrebatadora atmósfera creada por el grupo de Brooklyn, que más que canciones presentan conjuras con las que deja al público hipnotizado y subyugado desde el segundo cero. Presentan Victoria Legrand -qué portento de voz- y Alex Scally su disco más oscuro y denso hasta la fecha, ‘7’, y el poder en directo de temas como ‘Dive’, ‘Black Car’ o ‘Lemon Glow’ es tal que uno se pregunta si Beach House no lleva años componiendo solo para llegar a ellos. Por otro lado, es impresionante el magnetismo que desprenden siempre clásicos de su repertorio como ‘Myth’ y ‘Lazuli’ y más impresionante todavía lo que sigue creciéndose ‘Elegy to the Void’ en directo. Jordi Bardají
The Blaze no han hecho más que arrasar allá por donde pasan. El año pasado recién estrenado su excelente EP, estuvieron en el FIB (en el cartel en letra minúscula) y este, en el Primavera Sound, a la misma altura que nombres como Slowdive. No puede decirse que el prestigio haya sido cuestión de suerte, ya que en directo son excelentes. Los mejores momentos vinieron con Territory y Juvenile, sus dos grandes temas hasta ahora. La escenografía es inteligente a la hora de realzar la música: sitúa al dúo en el centro mientras a ambos laterales y al fondo, se proyectan difefentes imágenes. Fernando García.