“Deaf Wish es una banda que se supone que no debería gustarte, pero podrías necesitar”, así definía la guitarrista (y cantante, aunque todos en este cuarteto se reparten esa lid) Sarah Hardiman sobre su propio grupo en una entrevista con Noisey, cuando publicaban ‘Pain’ en 2015. Aquel disco era el primero del grupo de Melbourne que publicaba el sello Subpop, pero no su debut.
Desde el año 2007, los modestos –por sus aspiraciones: dice su nota de prensa que ellos tienen sus propios trabajos y que vender un par de camisetas en un concierto es un logro añadido– Deaf Wish han publicado 4 álbumes de un inclasificable rock alternativo, que parece releer las etapas del underground, desde el Nueva York andrajoso de la Velvet, pasando por el punk y el post-punk, la no wave o el noise rock, con The Saints, Stooges, Mission of Burma, Sonic Youth o Big Black referenciados a dentelladas, aquí y allá.
El caso es que, voluntariamente o no, esta semana han presentado un milagro del rock alternativo titulado ‘FFS’ –nada que ver con el proyecto de Franz Ferdinand y Sparks; es el acrónimo de la expresión «for fuck’s sake»–, que apenas necesita 2 minutos para hacernos recobrar la fe en el rock como ese elemento tan fascinante como peligroso, tan magnético como áspero. Con Hardiman, en este caso, erigida en una suerte de nexo entre Kim Gordon (que, casualmente, estrenaba casi a la vez un nuevo tema de Body/Head) y Patti Smith, guitarras candentes ofrecen el fiero contrapunto a unos fraseos brutales, con líneas poderosísimas que reflejan e impulsan la lucha por levantarse de lo más bajo: “mis sentimientos están clavados al suelo, trato de levantarlos, están pegados a conciencia… Martillo, pásame el martillo”. ¿Estribillo? ¿Para qué hace falta uno?
‘FFS’ es el primer avance de ‘Lithium Zion’, el nuevo disco que Deaf Wish publicarán el 27 de julio de nuevo en Subpop y que, de seguir en esta línea, les sitúa como firmes candidatos a dar la campanada. A estas alturas de la vida y su carrera. Pura carne de Primavera Sound.