Tan infravalorado por la crítica (su peor disco según Metacritic) como sobrevalorado por algunos de sus fans (no es precisamente su álbum mejor acabado), ‘American Life’ tiene varias canciones en las que merece la pena detenerse, como la agradable ‘Love Profusion’ o la robotizada ‘Nobody Knows Me’. Entre la final ‘Easy Ride’, algo sobrecargada de arreglos para lo que cuenta; y ‘X-Static Process’, que se decidió dejar inacabada por razones desconocidas; ‘Nothing Fails’ es la perfecta entre las canciones acústicas. La que debió ser el segundo single tras ‘Hollywood’, sobre todo si se pensaba abortar el vídeo original de ‘American Life’. Guy Sigsworth, que había colaborado con Björk repetidas veces como músico o incluso como co-autor en ‘Hidden Place’, había escrito una maqueta llamada ‘Silly Thing’ para su esposa junto a la cantante Jem, y a Madonna le encantó desde la primera escucha. Toda la letra ya estaba escrita cuando la Ciccone decidió incorporarse a los créditos, pero hay que reconocer que ella y Mirwais transformaron una canción deslavazada, sin estructura ni gracia, y de arreglos pseudo-orientales horrendos, en una grabación tensa y emocionante, en constante crescendo, en la que la irrupción inesperada del góspel sobrecoge, pero no es lo mejor. Madonna y Mirwais convertían en oro esta composición, dándole una estructura rara en la que no se sabe muy bien qué es pre-estribillo, estribillo o post-estribillo, contraponiendo ganchos contradictorios (“no soy religiosa”, “quiero rezar por que te quedes conmigo para siempre”), y dejando la sensación tras las subidas y bajadas, de que rezar sí merece la pena cuando estás enamorado. Por si acaso. De manera trágica, no hay vídeo para ’Nothing Fails’, pero hay algo mejor: la gira de showcases acústicos de presentación de ‘American Life’ en que Madonna reprende a un fan entre el público: “Religion is love? No! Love has nothing to do with religion! Love DOES NOT divide!”. Un CD pirata, ese directo, que es todo un «must» para sus fans.
Más pruebas de que la verdadera obra maestra de los 80 y primer disco de madurez de Madonna es ‘True Blue’: ni su primer single ni el segundo fueron los mejores del álbum, aun siendo los dos sobresalientes y diferentes a lo incluido en su discografía hasta la fecha. ‘Papa Don’t Preach’, editado semanas antes del álbum (dejando a ‘Live to Tell’ como una especie de “buzz single” de la época), comenzaba caracterizado por unas cuerdas sintetizadas que después han sido replicadas en otros temas de la cantante como ‘Let It Will Be’ o ‘Messiah’, pero sobre todo cortaba el hipo por cómo su primera estrofa se convertía en todo un “cliffhanger”: “Papá, sé que te voy a decepcionar / porque siempre he sido tu niña pequeña / pero deberías darte cuenta de que ya no soy un bebé”. ¿Qué anticipaba? Madonna ya había desarrollado una imagen rebelde, también una gran cantidad de público gay. ¿Planteaba un golpe en la mesa feminista? ¿Una escapada de casa? ¿Una salida del armario? En verdad, la canción habla sobre un embarazo que la protagonista decide que no se va a interrumpir pero, cuando los conservadores trataron de apropiársela en su defensa del “derecho a la vida”, Madonna no les dio el visto bueno. ‘Papa Don’t Preach’, escrita por Brian Elliot -al que se llegó a través del mismo A&R que descubrió ‘Like a Virgin’- con alguna parte añadida por ella misma, no era una canción anti-abortista sino un claro “Papá, haré lo que me dé la gana” que además según el propio Elliot era “una canción de amor, solo que planteada desde un prisma diferente”. Madonna, que hacía una interpretación vocal más desgarrada de lo habitual, añadía que el tema iba sobre no dejar que “ninguna autoridad masculina te diga lo que tienes que hacer, bien sea el Papa, tu padre o la Iglesia Católica”.
Una de las ausencias más flagrantes de ‘Celebration’, el último recopilatorio de Madonna, es ‘Deeper and Deeper’. Realmente la canción no cumplió muy bien su cometido de reconducir la promo de ‘Erotica’ tras el escándalo del libro ‘Sex’. En realidad, no se entiende muy bien a quién se le ocurrió lanzar todo esto por Navidades en lugar de a 40 grados centígrados, pero el caso es que ‘Deeper and Deeper’ sí ha pasado a la historia como una de las canciones favoritas de sus seguidores por mucho que los streamings no acompañen. La canción es una confesión decadente sobre la inevitabilidad de caer en las redes del amor, mientras la producción es un disco Filadelfia, muy marcada por los característicos teclados. La producción tiene un puente español que muy evidentemente es obra de la co-productora Madonna y seguro que sacó una sonrisa a Luis Carlos Esteban, productor de ‘Bandido’ dos años antes. De hecho Shep Pettibone se opuso a ese puente (“no era muy partidario de meter ‘La Isla Bonita’ en la mitad de esta canción”, dijo), pero lo cierto es que había algo en medio de la grabación que no les funcionaba y, tras probar varias opciones, Madonna propuso esta, adelantándose varios años a Moloko (‘The Time Is Now’) o Saint Etienne (‘Pale Movie’) en esa deriva flamenca. Lo de ‘Deeper and Deeper’ sí que son castañuelas y no lo de ‘Malamente’. El vídeo es un homenaje a las películas de Warhol y Visconti, con cameos de Chi Chi LaRue, Joey Stefano, Debi Mazar, Sofia Coppola y su actual mánager, Guy Oseary.
1985 es probablemente el mejor año de Madonna, ciertamente todo lo que toca lo convierte en oro y ‘Dress You Up’, una de las canciones incluidas en ‘Like a Virgin’, editado el año anterior, lanzada como single en verano de aquel año ’85, es uno de sus momentos más “cool”. La escribieron dos chicas, Andrea LaRusso y Peggy Stanziale, pero fueron un poco tardonas y estuvieron a punto de quedarse fuera del álbum. Nile Rodgers dijo que no tenía tiempo suficiente para trabajar en ella, pero Madonna quedó totalmente fascinada por el texto que, alternando moda («tienes estilo, eso es lo que dicen todas las chicas», “todos tus trajes se hacen en Londres”) y sexo (“voy a vestirte con mi amor”, «déjame cubrirte con besos de terciopelo», «voy a crear un look hecho solo para ti»), la representa al 200%; e insistió en su grabación. La producción es un absoluto prodigio desde que se lanza la base principal, añadiendo después un bajo lustroso, unos teclados que no pueden tener más groove, un solo de guitarra y unos coros masculinos que no pueden sonar más sexys. ‘Dress You Up’ no cupo en el recopilatorio ‘Immaculate Collection’ (1990) pero se le hizo justicia en ‘Celebration’ (2009), abriendo nada menos que el CD2. Además, ha sido recuperada en su última gira en vivo, tras haber abierto la primera, ‘The Virgin Tour’.
Madonna quiere dar una imagen adulta tras ‘Like a Virgin’ y tras la buena acogida de ‘Crazy for You’, presenta álbum por primera vez con una balada, ‘Live to Tell’. No arriesgaría a decir que es una “balada experimental” porque era muy radiable recortada, pero sí es una balada diferente que dura 6 minutos, incluye una guitarra eléctrica, un falso final muy visible en los surcos del vinilo y después una resurrección abierta a las interpretaciones. ‘Live to Tell’ es una canción que habla sobre la mentira, la falsedad y el miedo a no poder revelar un secreto. Madonna solía decir que habla sobre “cicatrices de la infancia”. Parece una canción de amor decepcionada por una traición (“un hombre puede contar mil mentiras / he aprendido bien la lección”), pero su dedicatoria en un concierto contra el sida en el Madison Square Garden de Nueva York, para su amigo Martin Burgoyne, que moría luchando contra la enfermedad a los 23 años (el mismo destinatario de ‘In This Life’), le da un nuevo significado. ¿Y si habla sobre la imposibilidad de hablar de tu homosexualidad en los 80? ¿Y si habla sobre el miedo o el deseo a hablar del sida? ¿A qué se refiere ese “espero poder vivir para contar el secreto que he aprendido / hasta entonces, arderá dentro de mí”? En ese sentido, la coda parece un paso adelante hacia la esperanza: “si huyera, nunca reuniría la fuerza para llegar demasiado lejos / ¿cómo van a oír el latido de mi corazón? / ¿se apagará el secreto que escondo? ¿llegaré a envejecer? / ¿Me escucharán? ¿lo aprenderán? ¿cómo van a saberlo si no?”. A su vez, la cantante ha contado a posteriori que fue violada durante sus primeros años en Nueva York, la letra también puede ser interpretada como un paso adelante para contarlo, y si es cierto, como se asegura, que Martin Burgoyne, con quien compartió piso, fue una de las personas que más la apoyó al respecto, ‘Live to Tell’ bien podría tratar sobre las dos cosas a la vez. En cualquiera de los casos, una de las grandes muestras de las cosas que Patrick Leonard, que maquetó la canción, y Madonna, que escribió la letra, podían hacer juntos.
With my BFF Martin Burgoyne! If we only knew then…………..all the things that would happen! RIP!! ❤️#rebelhearts pic.twitter.com/S6N5jz0EYS
— Madonna (@Madonna) 1 de agosto de 2015
La canción de amor más infravalorada de Madonna. No por la crítica, que fue unánimemente positiva, como documenta la Wikipedia con multitud de ejemplos: hasta las reseñas más crueles con ‘Rebel Heart’ (Pitchfork, NME) alabaron ‘Living for Love’. Sino por un público que a veces tiene el listón más alto para la cantante que la mismísima crítica musical. Diplo dice que toquetearon 20 versiones diferentes, Madonna respondía que el número no era tan alto, pero que sí es cierto que el tema pululó entre la balada a piano con góspel, el house de Chicago y el house británico. En una entrevista concedida en noviembre antes de las filtraciones del disco, Madonna muestra a la revista MOJO dos versiones, aún indecisa entre las dos. Finalmente lo que oímos es una producción atemporal -como querían-, muy meticulosa salvo algún error en la masterización (en mi cabeza Madonna se volvió loca con las filtraciones y en 48 horas decidió terminar las canciones sola, siendo ella productora pero NO ingeniera de sonido), pero con infinito detalle y a cuál más acertado: la intro moroderiana, la inclusión del piano de Alicia Keys menos house y más clasicote, el post-estribillo instrumental a la moda pero sin renunciar al góspel, palmas de lo más vívido sin tratar, coros de MNEK (o alguien muy similar) y despegue final. Aunque lo mejor es la letra, una de las mejor construidas de su carrera, tan teatral en su narración de cómo sucumbimos tontamente al amor (incluso pasados los 50), pero no por ello dejamos de levantarnos para seguir peleando por él. Madonna nunca le ha hecho justicia en directo, apostando por un extrañísimo remix (aunque la caída en los Brits interpretándola, tan acorde a la letra, fue épica), ni tampoco en su feo vídeo con efectos especiales de sonido, pero eso no quita que sea una canción realmente emocionante que supone un enorme grower, como en la carrera de Michael Jackson lo era ‘You Rock My World’. Una canción en la que cuesta entrar hasta que te encuentras inmerso en ella en un bucle infinito.
Comparar el primer single homónimo de ‘Like a Prayer’ con el primer single homónimo del disco siguiente de Madonna es un shock. Hay un puente entre medias, y es el lanzamiento de ‘Justify My Love’ como sencillo extraído de la compilación ‘Immaculate Collection’, pero aun así, el paso dado hacia el underground es decidido: pasamos de un góspel en una iglesia a un local de S&M. Madonna quería seguir escribiendo con Shep Pettibone (y con Betts) porque los sentía “conectados a la calle, seguían siendo jóvenes y hambrientos», y así Pettibone presentó a Madonna 4 ideas de canciones, que derivaron en ‘Erotica’, ‘Deeper and Deeper’, ‘Rain’ y ‘Thief of Hearts’. El primer single, ‘Erotica’, surgió porque Madonna estaba realizando el libro de fotos ‘Sex’ mientras grababa el disco. Al ver que algunas imágenes tenían temática dominátrix, Pettibone sugirió a Madonna que incorporara eso a la letra de alguna de las maquetas que trabajaban. Madonna desapareció de la habitación y después de media hora quien se acercó al micrófono y empezó a cantar ya fue Dita, en el icónico “My name is Dita, and I’ll be your mistress tonight”. En esta canción M adopta el alter ego de Dita, inspirado en la actriz Dita Parlo (también era el nombre falso que Madonna solía dar en hoteles), para recordar quién está al mando: “deja que mi boca vaya donde quiera”, “hay una satisfacción certera en cada muestra de dolor” y “solo hago daño a aquellos que quiero” son algunas de sus perlas, aunque por entonación “spoken word” vs “parte cantada”, hasta a veces parece que está mostrando las dos personalidades, la real y la fantástica, muy perceptible en la parte “I’m not gonna hurt you (I’m not gonna hurt you) Just close your eyes”. ¿En serio? Quizá lo mejor que pudo decir una crítica es que la canción daba “miedo”, pero a la vez era todo un atrevimiento que un/a artista de primera línea celebrara en un videoclip sexo lésbico, slings, saunas y lluvia dorada. Con el aliciente de que lo perpetrara una mujer. Todo tan a contracorriente que hasta la grabación empieza reproduciendo el sonido de un vinilo, justo cuando el vinilo estaba en su peor momento como se puede ver en este gráfico. Como anécdota, aparte de un sample de ‘Jungle Boogie’ de Kool and the Gang, la parte oriental viene de una cantante libanesa llamada Fairouz, que denunció, entre otras cosas, por la distorsión de su mensaje, que era “él me crucificó hoy”. Madonna llegó a un acuerdo con ella fuera de los tribunales.
La canción de Madonna más presta para cantar en un karaoke no es desde luego ‘Ray of Light’, sino ‘Crazy for You’, su primera balada original tras haber hecho un primer disco enteramente dedicado a la pista de baile. Estuvo, eso sí, a punto de quedarse por el camino. La primera versión grabada para la banda sonora de ‘Vision Quest’ no gustó nada a sus autores John Bettis, quien había escrito a principios de los 70 varios hits de los Carpenters, y Jon Lind; y una vez quedaron satisfechos a Warner le preocupaba mucho que ‘Crazy for You’ pudiera oscurecer la promoción del álbum ‘Like a Virgin’, con la que terminó coincidiendo de pleno a principios de 1985. Finalmente todo salió bien, produjo Jellybean en lo que también constituía un reto para el responsable del sonido “Holiday”, y el tema fue número 1 del Billboard e incluso nominado a un Grammy, un milagro para la Madonna de la época. Se nota ese viso de balada clásica del autor de temas como ‘Goodbye to Love’, pero con las sonoridades de los 80, y la curiosa incorporación de un oboe (atentos al listado de «canciones con oboe«, featuring ‘I Got You Babe’). Madonna suena tan exultante en esta canción de amor con glorioso cambio de melodía vocal en el segundo estribillo, que la única respuesta posible ante la declaración plena de amor que plantea, es positiva. Y eso que en un momento titubea, el de “estás tan cerca, pero a la vez tan lejos…” La banda sonora de ‘Vision Quest’ también incluía un tema escrito por la cantante llamado ‘Gambler’, favorito de nuestro colaborador Jaime Cristóbal (“Hit de ayer”, “Clásicos que nunca lo fueron”, Popcasting), que por alguna razón no está en Spotify.
En general un poco odiada por los propios seguidores de Madonna, que no podían soportar que la cantante ni siquiera fuera la responsable de cantar en ella el título, ‘4 Minutes’ es la canción favorita de la cantante en la era de las redes sociales, siendo ahora mismo la más reproducida en Spotify. ¿Gracias a Justin Timberlake? Bueno, hay unos cuantos fracasos de él que nos pueden venir a la mente, como su último single ‘Soulmate’. Quizá entre ambos hubo química, facilitada por una B12 que Madonna se sacó del bolso e inyectó en el culo a Justin cuando este se presentó en la grabación del tema visiblemente acatarrado. El corte, sobre un ritmo ultra Timbaland quizá ya demasiado sobado en 2008, pero luego sampleado por Girl Talk, añade unos polémicos metales sintetizados que le aportan singularidad frente a otras producciones suyas, aunque lo mejor es la enorme cantidad de ganchos que deja la letra al margen de “tic-tacs” y “yeaaahs”. Está ese irresistible “the road to hell is paved with good intentions”, el “grab a boy / grab a girl”, el sensual “I want somebody to speed it up for me / Then take it down slow”, y un largo etcétera. La producción consigue su objetivo principal: sonar apocalíptica, como la banda sonora de una película que lucha contra el fin del mundo. Pero además, aunque Madonna la promocionó como canción medioambiental, invita a pensar que lo único que merece la pena hacer si realmente quedan 4 minutos para que se acabe el mundo, es follar.
Una de las cosas que hizo a ‘Confessions On a Dancefloor’ tan millonario y bien recibido por la crítica fue lo tan “a su bola” que iba. Por supuesto había quien hacía música disco en 2005 y quien había publicado ya su disco dance a base de samples u homenajes a canciones pasadas, como Richard X, pero no dentro del mainstream. Hasta el punto de que las emisoras estadounidenses dieron la espalda a ‘Hung Up’ por su poso kitsch pese a que el tema estaba siendo el más descargado en el por entonces relevante iTunes. En 2005 era demasiado pronto para reivindicar el sonido Stardust de tan solo 7 años antes (sería como ahora hacer un homenaje a ‘We Found Love’) y la primera impresión es que ‘Get Together’ era una canción desfasada. Sin embargo, la grabación era magistral y pronto el single se crecía como favorito entre el público que lo atendió. La cantante, experta en cantar al amor fugaz y al “amor a primera vista” por razones evidentes, entrega aquí un llenapistas que va buscando su clímax a través del lanzamiento de propuestas de manera relajada, pero segura: “ven aquí”, “de verdad quiero estar contigo”, “espero que sientas lo mismo”, etcétera. Madonna canta tan serena porque está convencida de que le van a decir que sí. Stuart Price, co-autor y co-productor, hubo de pasárselo en grande machacando notas y añadiendo capas en la segunda parte de la canción (a partir del minuto 3.30), tan envuelta en humo y focos de luz como la propia pista de baile. Ante el decepcionante vídeo, hecho con animación a partir de una actuación en el Koko londinense, os dejamos con la despampanante presentación del tema en el ’Star Academy’ francés, con Madonna integrándose con el personal, envuelta en un vestido ultra Abba, y con músicos uniformados de blanco.