Bob Stanley de Saint Etienne ha sido siempre, además de excelente músico, un consumado estudioso de la música. Sus artículos en The Guardian -que escribe desde 2009- son de lectura más que recomendada, al igual que su excelente libro de hace unos años ‘Yeah Yeah Yeah’. Pero el área en la que lleva más tiempo brillando fuera de sus tareas como creador es la de selector y recopilador. A principios de los 90 empezó a escribir textos para los libretos de las reediciones y recopilaciones del sello inglés RPM -sobre todo de grupos de chicas de los 60- y para finales de la década ya estaba compilando y anotando junto a su compañero de grupo Pete Wiggs antologías de artistas tan dispares como Glenn Campbell o Françoise Hardy.
Pero es a partir de los 2000 cuando dichas antologías se volvieron más personales y excitantes, una suerte de mixtapes hechas disco en la que se podían hacer fabulosos descubrimientos musicales. Por ejemplo, ‘The Trip’, que pertenecía a una serie de recopilatorios que se extendió durante tres años, en la que diversos artistas seleccionaban su música favorita. Las ediciones (en doble CD o triple vinilo) eran excelentes, y las mejores fueron la de Jarvis Cocker y Steve Mackey y la de Stanley/Wiggs, que extendían sus selecciones fuera de las fronteras británicas, incluyendo maravillas de música soul, psicodelia, o pop europeo.
En los últimos diez años, con la nueva fiebre de los recopilatorios propiciada por la revitalización del vinilo, Bob Stanley ha seguido participando en infinidad de ellos (incluyendo una curiosísima serie de este año para los supermercados británicos Sainsburys). Pero sus dos más recientes para el sello Ace son, quizá, la cumbre de su trayectoria compilatoria: por un lado, ‘English Weather’ (2017), una exquisita selección de pop y rock británico de los 70 imbuido en el folk y la post-psicodelia, y por otro la reciente ‘Paris in the Spring’, editada esta primavera, en la que Stanley y Wiggs se zambullen en el pop francés post-68 de ritmos funk y orquestaciones sofisticadas, ese que Gainsbourg haría famoso en el continente pero que muchos más artistas practicaron, ayudados por los suntuosos arreglos de genios como Jean Claude Vannier o Alain Goraguer.
En dicho doble álbum aparece ‘Helicoptère’ de Mireille Darc. Considerada la típica canción de segunda fila de Gainsbourg -seguramente por él incluso- es sin embargo una de esas joyas escondidas que con el paso del tiempo no hacen sino ganar en encanto. Como en ‘Harley Davidson’, que es otra de sus canciones de cierta factura “novelty” -creada apresuradamente para un especial de televisión- el tiempo la ha ido revistiendo de aires de clásico.
Y como en ella (producida también por Gainsbourg) se inicia y acaba con efectos de biblioteca sonora, en este caso el sonido de un helicóptero. La letra retrata a una amante entre el desengaño y la obsesión casi acosadora: “Suspendida sobre ti, en un helicóptero, inmóvil, sólo te veo a ti / no veo el mar ni el cielo, ni siquiera las algas amargas, sólo te veo a ti”. De manera magistral, la orquesta de Michel Colombier sigue en paralelo las distintas emociones de la protagonista a lo largo de toda la canción: de la incertidumbre taciturna del inicio a la soledad en la distancia (“y tú no me ves a mí”) hasta -finalmente- el descubrimiento fatal (“Y hete aquí que una chica ha aparecido / Y se ha tumbado, completamente desnuda / Sobre la arena, junto a ti”):
Restando el sonido de los rotores ‘Helicoptère’ apenas roza los dos minutos y medio, en otro de esos ejercicios admirables de concisión pop, una hermosísima estampa de melancolía rota enmarcada en la escena surrealista, casi humorística, de una amante que espía de manera aerotransportada. Mientras la orquesta y piano bailan con la triste voz de Darc, la sección rítmica -aunque algo difícil de apreciar- aporta ese toque “funk europeo” que ‘Paris in the Spring’ explora tan certeramente y que apuntaba por dónde iría el pop francés (y parte del español e italiano) en la década de los 70. En contraste, el tema que Gainsbourg había hecho para Darc tres años antes (el precioso ‘La Cavaleuse’) sonaba ya totalmente anclado en el pasado orquestal y jazzy de los primeros años 60.
‘Helicoptère’ suena en el último Popcasting de Jaime Cristóbal, ya disponible en este enlace.