La esfera musical (¡je!) de nuestro país está inevitablemente marcada este martes 18 de septiembre por el lanzamiento de ‘Nunca nadie pudo volar’, cuarto adelanto de ‘La Gran Esfera’, el esperado nuevo disco de La Casa Azul. Nunca nadie se hizo esperar tanto, debemos añadir, porque pese al estreno, seguimos sin conocer la fecha concreta de su lanzamiento, que en principio sería en octubre. Ya queda menos. En todo caso, hoy prestamos a esta canción que, como contábamos cuando se hizo el anuncio, es un tema que tiene su origen en la era de ‘La polinesia meridional’ y que no ha sido hasta ahora cuando Guille ha dado con su forma adecuada. De hecho, fiel a su perfeccionismo casi neurótico, comprobamos cómo los populistas coros finales que conocíamos de sus directos –en cuyos setlists suele tener un lugar privilegiado y ya es coreada por buena parte del público– que nos recordaban a ‘Viva la Vida’ de Coldplay, también han sido modificados en la versión final de estudio.
A diferencia de ‘Ataraxia‘, y pese a algún truco de trap y future pop aplicado a la producción, ‘Nunca nadie pudo volar’ es una canción perfectamente atribuible a La Casa Azul. Con una melodía de esas memorables y clasicistas y base disco, se trata de una auténtica montaña rusa en cuanto a estructura, con pre-coros, paraditas y subiditas, puentes, múltiples ganchos, aparentes guiños a Isao Tomita (en el puente instrumental antes de la traca final de coros y palmas en plan «¡arriba, pitufos!») y una incontable sucesión de giros sobre sí mismo. Recargado pero reconocible. Y, sobre todo, eficaz: nada de eso resta atractivo a la melodía principal de la canción, amplificado por el tono encorajinado de su letra, cuyas referencias al mito de Ícaro se inspiran en la historia de Franz Reichelt, «un sastre franco-austriaco que en su obsesión por superar las leyes de la gravedad, se lanzó desde la torre Eiffel armado con un traje volador imposible que diseñó él mismo inspirándose en los dibujos de Leonardo Da Vinci, para acabar cayendo al vacío y muriendo al instante, en un momento tristemente célebre que fue filmado el 4 de febrero de 1912».
Basándose en esa idea, Daniel Cuenca dirige un no excesivamente ocurrente pero encantador vídeo sobre un chico diferente al resto al que la masa –el «constante martilleo borreguil» significativamente distinguido por unos tipos vestidos con mono blanco y el logo anti-logo de LCA– no permite exhibir su singularidad. Además de encontrarnos al maestro Juan de Pablos en un papel secundario pero crucial en la historia, lo más jugoso del clip (más allá de encontrar a Guille con pantalones plateados, en plan diva pop) es que Cuenca lo puebla de referencias a películas clave en la infancia de los 80, como el ‘Tobi’ de Antonio Mercero o ‘E.T.’ También a la intrahistoria de La Casa Azul, con un breve baile que alude a los orígenes poppies del proyecto.
A buen seguro ‘Nunca nadie pudo volar’ sonará en los conciertos que La Casa Azul ofrecen en los próximos días: el jueves 20 de septiembre actúan en la Sala Custom Sevilla, con todo agotado; el sábado 22 forman parte del cartel del Granada Sound (con Mando Diao, Crystal Fighters, Dorian…); y el viernes, 28 de septiembre, encabezan el gratuito Festival Indyspensable 2018, con Axolotes Mexicanos y Putochinomaricón, en Villaverde (Madrid).