‘Locura’, el primer single del cuarto álbum en solitario de Alex Anwandter (por supuesto, incluimos el seminal ‘Odisea’), condensa en buena medida lo que se extiende a lo largo y ancho de este ‘Latinoamericana’: una audaz mezcla de ira, irreverencia, clasicismo, modernidad, energía, melancolía, baile y delicadeza, destinada a remover conciencias y emociones en torno a cuestiones tan fundamentales política y socialmente como la identidad de género, la identidad sexual, la identidad de los pueblos de América Latina y la identidad de clase. Todo eso cabe en esa fantástica canción en la que, entre ecos disco y funk de los 90, Alex lamenta su inacción ante un “mundo que se va a la mierda” y a la vez se siente a punto de estallar: es entonces cuando, en su potente videoclip –una suerte de diálogo del artista consigo mismo como espectador–, conduciendo de manera iracunda con una escopeta al lado, el ex-Teleradio Donoso pasa a la acción… y se pinta los labios con carmín.
Esa acción aparentemente frívola es todo un símbolo que marca crucialmente el discurso de todo el álbum: exhibir su condición queer es también una manera de comprometerse política y socialmente, un activismo que propone evitar el blanqueado –ya sea de género, racial, sexual o social–, en no ocultar quien realmente se es como forma de lucha. La agitación es uno de los motores de ‘Latinoamericana’, como muestra de manera evidente en el número de tecnopop clásico ‘Canción del muro’. Tema que, según ha explicado, no alude tanto a la política migratoria de Trump (qué también: claramente él debe ser el “presidente bufón” citado en la muy late-Bowie ‘Odio a todo el mundo’) como a las barreras interiores, los prejuicios que a todos se nos han inculcado de una u otra manera y que es necesario derribar (“si botamos el muro, lo botamos entero / empezamos de cero y lo hacemos bien”) para construir esa sociedad mejor que urge. “La vida se va / hagamos que valga la pena”, canta Alex al final del estribillo, con una de las frases más emotivas del álbum.
“Quiero pasar el tiempo / Con alguien que me aguante / Y que entienda lo que siento oh / Cuando estemos tristes / Porque el mundo siempre mira mal / A quien no evita ser distinto”, canta en la muy soft-pop y algo Motown ‘Axis Mundi’, uno de las canciones más tristes y a la vez más bailables de ‘Latinoamericana’. El triunvirato hedonismo/emotividad/activismo ha sido una constante en la carrera en solitario de Alex y en este cuarto trabajo del chileno alcanza una especie de sublimación, tanto a nivel lírico como musical. Porque en ‘Latinoamericana’ –título que juega perversamente con el concepto habitualmente acuñado para la música norteamericana de raíces– Anwandter logra un equilibrio prácticamente perfecto de elementos habituales en sus canciones: soul, rock, funk (con un componente punk, a lo DFA, que emerge en ‘No te puedes escapar’), disco y pop.
Un síntoma de esa madurez de su propuesta artística aquí exhibida es que el álbum está exquisitamente arreglado a base de pinceladas sutiles –en ese sentido, las cuerdas recuerdan a la exuberancia de la etapa ‘Odisea’, pero más contenidas–, técnicamente muy trabajado. Resulta especialmente admirable, por ejemplo, cómo logra resultar más poderoso que nunca trabajando con pocas capas sonoras, dando una profundidad y riqueza enormes a temas como el inaugural ‘Malinche’ (de una elegancia cercana a los Air de ‘Moon Safari’) o el propio corte que da nombre al disco. No es sorprendente que, siendo uno de los cortes más reposados y sinuosos del disco, le dé título, puesto que recoge otra de las temáticas principales del álbum: invocar la identidad de los pueblos latinoamericanos como un gran frente común para combatir el auge de la derecha más intolerante, que no sólo aumenta en Europa y Estados Unidos, sino también en Sudamérica.
Anwandter enarbola el mestizaje como discurso unitario entre los pueblos de su continente, y lo aplica desde lo humano y lo personal: además de algunas percusiones salpicadas aquí y allí –cuicas y timbales entran y salen con soltura de las canciones–, el de Santiago busca la conexión con sus raíces brasileñas a través de dos versiones. Las preciosas ‘Um girassol da cor de seu cabelo’ de Milton Nascimento –fantástico su arreglo espacial– y ‘Olha Maria’ de Chico Buarque, además de dos melancólicos y necesarios remansos de paz en el disco, están cargadas de simbolismo precisamente porque ambos mitos brasileiros eran dos artistas comprometidos política y socialmente, que además solían cantar en español, conectando con ese mensaje que el chileno pretende recuperar hoy.
Ese partir de lo personal, lo íntimo, para proyectar un mensaje global también emerge en otro de los aspectos cruciales de ‘Lationamericana’: el que atañe a la libertad sexual y de género y a la lucha contra la homofobia y el heteropatriarcado. Por ejemplo, en la ya citada y luminosa ‘Axis Mundi’ evoca de manera contradictoria y emocionante a su propia iniciación, con dudas y miedos, en el amor y el sexo, aludiendo incluso a un intento de suicidio. Esa hostilidad social por su condición queer (“Odio a todo el mundo / Y el mundo me odia / En mi cuadra todos nos quieren matar” canta también en ‘Odio a todo el mundo’) también se explicita en la magnética ‘No te puedes escapar’, con líneas definitivas como “Salgo de mi cama a la calle / Pero ya me encuentro ojos en la esquina / Me preguntan si soy hombre o si soy niña”. Una ambigüedad que, lejos de rehuir, Alex abandera, jugueteando constantemente a cambiar el género con el que se dirige a sí mismo o a segundas personas, incluso dentro de la misma frase: la intencionada confusión al final de cada “loco/a” en el estribillo de ‘Locura’, o identificar a un hombre con la ‘Malinche’ (la indígena que asesoró a Hernán Cortés en su despiadada ocupación de Sudamérica se erige en símbolo de traición y perfidia) son los ejemplos más llamativos.
Todas esas cuestiones atormentan a Alex Anwandter en su vida y así lo expresa magníficamente a lo largo y ancho de ‘Latinoamericana’, haciéndole acumular un descontento que irremediablemente abocan a la ira. Un enfado desatado en la liberadora y tragicómica fantasía de destrucción masiva recogida en ‘Odio a todo el mundo’: “Tuve un sueño profundo / El presidente bufón / Apretaba un botón / Y este mundo / Este odio / Se esfumó”. Pero no todo es tormento y disconformidad en esta obra. En su llamamiento a la unidad de los pueblos de Latinoamérica subyace una luz, una esperanza de que todo puede mejorar, resumida en el precioso y sencillo “bolero de la era de neón” que cierra el disco, ‘Finalmente’: “Estoy seguro que me voy a equivocar / Pero ese miedo masculino ya se fue / Y ahora puedo ser valiente y temer / Porque no hay contradicción en la verdad (…) Que finalmente / No tengo miedo / No, no tengo miedo / Vamos a la marcha / Quiero quererte más”. El mejor disco en la carrera de este singular artista no podía culminar de una forma más bonita e inspiradora.
Calificación: 8,3/10
Lo mejor: ‘Locura’, ‘Canción del muro’, ‘Latinoamericana’, ‘Axis Mundi’, ‘Malinche’
Te gustará si te gustan: Blood Orange, Javiera Mena, Christine and the Queens, Gepe
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