A día de hoy, da la sensación de que ‘Care’ fue poco menos que un accidente en la carrera de How To Dress Well, como si se hubiera dejado llevar por un momento feliz de su vida (o por cierta ambición comercial, quién sabe). A día de hoy, repasando su carrera, y a diferencia de sus primeros trabajos, Tom Krell apenas dedica unas pocas frases a ese álbum de 2016, su trabajo más pop hasta la fecha. Y lo hace para rápidamente hablar sobre una instalación de arte en la que colaboró por entonces, y que derivó en la inspiración para ‘The Anteroom’, el trabajo que el canadiense publicó a finales de 2018 y que está bastante en las antípodas de aquel.
Influido por la electrónica experimental, ambient y oscura, de Coil, Burial, Helena Hauff, Neil Landstrumm, Front 242, Alec Empire (Atari Teenage Riot) o el ‘Unknown Pleasures’ de Joy Division’, y por poetas contemporáneos como Maggie Nelson o Alejandra Pizarnik, Krell construye en ‘The Anteroom’ una especie de alegoría sobre la condición humana, sobre su relación con Dios y con la Tierra, sobre el bien y el mal, para reflexionar sobre el futuro de la humanidad, para la que la inteligencia artificial será un punto y aparte, y el planeta, abocado a un colapso medioambiental. Los textos poéticos de Krell, de hecho, son tan farragosos como parece esa exposición (y sus ideas), repletos de imágenes apocalípticas como “piscinas llenas de sangre”, “cráneos rotos”, “podredumbre” y “dioses” , que parecen señalar la insignificancia del hombre en el Universo.
Es un trabajo líricamente muy abstracto, que sugiere y provoca, más que teoriza. Y eso encaja a la perfección con la propuesta musical, que no es menos intrincada, concebida como un todo inmersivo de 59 minutos, para ser escuchados de una sola vez. Una amalgama sonora que, fiel a los referentes citados antes, nos introduce en un opus de electrónica industrial, por momentos bastante asfixiante, en el que los confusos títulos y subtítulos de las canciones no indican sino distintos movimientos diseñados con minuciosidad por Krell y Joel Ford (antiguo compañero de Oneohtrix Point Never en el dúo Ford & Lopatin, que le ha asistido en la producción, con la participación puntual de CFCF). Sin embargo, por árido que pinte todo, ‘The Anteroom’ termina siendo una experiencia muy satisfactoria porque How To Dress Well sigue entregando verdaderas joyas del pop R&B que le conocíamos, cuidadosamente disgregadas a lo largo de la obra que, si ya es difícil de digerir en muchos momentos, sin ellas sería notablemente plomo.
Así, cuando parece que nos perdemos en false skulls y nonkillings, emergen no sólo pasajes melódicos que contribuyen a que pasen cosas (‘July 13 No Hope No Pain’, ‘Ceiling for the Sky’), sino grandes canciones como ‘Body Fat’, ‘Hunger’, ‘Vacant Boat’, ‘Brutal’ o ‘The Anteroom’. Canciones que, en códigos de electrónica próximos a los de Moderat y Four Tet (y hasta tecnazo a lo Nitzer Ebb en ‘Nothing’), destacan por la capacidad de Krell para cantar con su bonita voz melodías incontestables que hacen que, más allá de lo que uno quiera o pueda sumergirse en la experiencia de ‘The Anteroom’, este trabajo valga mucho la pena y recupere How To Dress Well como uno de los proyectos de pop más audaz de esta década.
Este miércoles, 13 de marzo, How To Dress Well trae a la Sala Razzmatazz de Barcelona el espectáculo de presentación de ‘The Anteroom’, que incluye una instalación de videoarte creada por Krell con NOH / WAVE: un sistema que reacciona al sonido ambiente para transformarse y mutar espontáneamente. Una configuración de hardware, que incluye una plataforma vocal en vivo experimental que le permite desencadenar y desintegrar los sonidos con su voz.
Calificación: 7,6/10
Te gustará si te gustan: su faceta más abstracta, la de ‘Total Loss’, Moderat, Oneohtrix Point Never
Lo mejor: ‘Hunger’, ‘Body Fat’, ‘Brutal’, ‘Vacant Boat’, ‘The Anteroom’
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