No lo tenía nada fácil Rocío Márquez para avanzar y sorprender tras un disco tan cromático, profundo y lleno de emoción como ‘Firmamento’. Y sin embargo, aquí estamos, ante un ‘Visto en El Jueves’ que es, si cabe, más revolucionario que su antecesor… aunque no lo parezca. Y es que el planteamiento instrumental, voz, guitarra española y percusión –ya sean palmas, cajón u otro instrumental–, no podía ser más recurrente en el mundo del flamenco del que proceden y se nutren tanto la cantaora de Huelva, como sus imprescindibles aliados de este trabajo, el tocaor Canito (nombre artístico del catalán José Manuel Suárez) y el percusionista Agustín Diassera.
Ahí, precisamente, está la clave de este trabajo: los tres consiguen que un repertorio nutrido de cantes y canciones provenientes de otro tiempo suenen nuevos y libres de atavismos no ya dentro del flamenco sino de cualquier estilo. Y es que la selección de temas, inspiradas por una labor de investigación llevada a cabo en un mercado de antiguedades sevillano, El Jueves, difícilmente podría ser más diversa y rica. Coplas, boleros, rumbas y tangos (argentinos) se entreveran con palos históricos en desuso, como marianas, serranas, romances o vidalitas, a las que Rocío y sus colegas quitan el polvo creativo –una imagen que a ella le gusta evocar– del mismo modo que uno limpia y pule un objeto precioso rescatado de un desván o un desgüace, encontrándole aún un uso. Porque, ¿quién iba a decirle a Miguel Hernández sobre ‘Aceituneros’, el poema que inspiró ‘Andaluces de Jaén’, y a Paco Cepero y Fosforito sobre su ‘Andalucía’ que iban a tener un simbolismo político tan potente a punto de entrar en la tercera década del siglo XXI?
Y es que la memoria, su pérdida en aras de un mundo que la tecnología permite que se mueva a una velocidad inasumible, frustrante, para la raza humana, es el protagonista velado de este disco. Pero no apela a ella con nostalgia reaccionaria, sino al contrario: ‘Visto en El Jueves’ funciona como ese mueble desvencijado que cobra una nueva vida y un nuevo sentido funcional y estético cuando se restaura. Combinando la mirada valiente de Márquez –tanto en lo interpretativo como en lo lírico–, la fresca imaginación de Canito para vestir con ricos e insospechados arreglos de guitarra que, sin dejar de ser flamenco, abre puertas a la música brasileña y hasta el rock en su toque (‘Una vida de imagen’), y las medidas pero significativas intervenciones de Diassera –protagonista crucial en la ingeniosa perspectiva de la rondeña de ‘Empezaron los cuarenta’, dando profundidad y misterio a ‘Entorna la puerta‘–, el trío logra dar aires de impresionante vigencia y nueva emoción a un cancionero que a priori se diría anquilosado.
‘Luz de luna’, el icónico bolero de Álvaro Carrillo en versión de El Cabrero, es un buen ejemplo –sobre todo por lo reconocible que resulta su melodía–, pero no el mejor. Donde realmente es palpable su atrevimiento es cuando acometen una mariana –viejo palo binario que apenas ya trabajaba el gran José Menese, con letra del comprometido poeta Francisco Moreno Galván– con una solemne cadencia, un toque que parece enraizado en el blues o el gospel. O cuando Canito pellizca las cuerdas con una técnica que recuerda a la de la bossa nova para acompañar la preciosa malagueña ‘No sentir’. O, en el momento culminante del álbum, cuando Rocío rememora el romance, un estilo a medio camino del cante y el spoken word, en ‘Llegar a la meta’: contraponer sus aires de narración casi ancestral con un poema contemporáneo de Antonio Orihuela que, además, resume esa ética que vertebra todo el álbum (“Cómo se puede pensar en pensar y hacer conciencia / si es frenético el andar, si no importa el caminar / sino llegar a la meta”, concluye, doliendo).
Pese a todo, hay que conceder que ‘Visto en El Jueves’ no es un disco fácil, al menos en primeras tentativas, para oídos no hechos al flamenco y se percibe cierto desequilibrio entre una primera mitad que entra muy bien con una segunda más árida. Y es que, en contraste con las melodías familiares de las recreaciones de Quintero, León y Quiroga –‘Quiero’, la rumba que popularizó Bambino, y ‘Me embrujaste’, copla que entre otros cantó Marifé de Triana– y ‘Se nos rompió el amor’, o el ritmo vivo de la adaptación del tango ‘Trago amargo’, la jondura de la serrana y los abandolaos de ‘Una vida de imagen’, la belleza queda de la petenera ‘Más verdad’ o los clásicos fandangos ‘Yo soy águila imperial’ son menos inmediatos.
Pero ahí entran otros factores importantes: primero, las interpretaciones de Canito, Diassera y, por descontado, Rocío, enorme y sabia, adornando con querencias infrecuentes en el flamenco (la riqueza que imprime a la triste y tranquila ‘El último organito’ es verdaderamente acongojante, quizá una de las mejores interpretaciones de su carrera); y luego, el sentido que las letras adquieren, sin duda escogidas de manera tan cuidadosa como las canciones, apelando tanto a lo local como a lo universal, dando un nuevo sentido a los cantes de ida y vuelta que, a principios del siglo XX, nutrieron la cultura andaluza y española. ‘Visto en El Jueves’, fiel a su discurso, es un disco para degustar con pausa, que limpia todo el ruido accesorio y se queda con lo esencial para, apoyándose en el pasado, mostrar que este es necesario e inspirador para construir el futuro. Y no, no hablamos sólo de flamenco. Rocío Márquez presentará ‘Visto en El Jueves’ por todo el país. Las fechas más próximas son el 28 de marzo, en Sevilla (Teatro de la Maestranza) y el 10 de abril, en Madrid (Teatros del Canal).
Calificación: 8,2/10
Lo mejor: ‘Llegar a la meta’, ‘Luz de luna’, ‘Trago amargo’, ‘Una vida de imagen’, ‘Empezaron los cuarenta’, ‘Entorna la puerta’
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