Hace algunas semanas se publicó ‘Inferno‘, el nuevo disco del músico australiano Robert Forster. Como parte de su tour promocional visitó España recientemente, y nos reunimos con él una fresca mañana. La entrevista tuvo lugar en la cafetería de su hotel, a la que bajó directamente de su habitación con el aire algo aturdido de los genios despistados. Mientras pedía un desayuno que consistió exclusivamente en un café con leche y agua con gas, me comentó que “con leche” y “con gas” es casi el único castellano que conoce. Foto: Bleddyn Butcher.
Me encanta ‘Inferno’, y en él me parece percibir una energía, un estado de ánimo diferente a ‘Songs to Play’. ¿Estás de acuerdo?
Creo que el disco tiene un sonido claramente distinto, y esa es para mí la diferencia principal. Porque de alguna manera las canciones son una sucesión interminable, siguen llegando. Despacio, pero llegan, es casi como si tuvieses muy poco control sobre ello. Llegan, una o dos por año. Pero lo que sí puedo controlar es quién toca en un disco y dónde lo grabo. Así que decidí que quería grabarlo fuera de Brisbane, porque había grabado el anterior allí, lo había compuesto allí, vivo allí… y quería algo distinto. Así que fui a Berlín. Quería algo nuevo, y sabía que Victor [Van Vuhg, el productor] le daría ese cierto sonido que yo andaba buscando. Un sonido más grande, más rico.
Me refería también al ambiente que transpira del diario que escribiste y que acompaña el disco… tengo que decirte que qué gran idea. Todo disco debería incluir algo así.
¡Es verdad! Pensé incluirlo ya después. Lo que me gusta de él es que es real, no es algo que tuviese planeado durante la grabación. Fue ya cuando estaba de regreso en Brisbane, mirando mi diario personal, que pensé “sería interesante que el disco incluyese esto”. También me gusta que los días importantes no aparecen, es más el ambiente de aquellos días, los días en los que no estoy haciendo nada. Cuando voy al Museo Picasso, o estoy sentado en un café, y no “este día en el estudio hicimos esto, o aquello”. Eso me gusta.
También me encantó esa sensación casual de suspense respecto a aspectos clave de la grabación que según se lee en el diario estaban en el aire hasta justo antes de empezar la grabación. El pianista, si se acoplaría bien a las canciones… había un riesgo real, ¿no?
Había mucho riesgo, especialmente los cuatro primeros días, en los que grabamos las bases, porque las cuatro personas que tocábamos no nos conocíamos. Había dos australianos -Scott Bromley y yo- y luego Michael Mulhaus, el pianista, con el que habíamos estado un par de días. Pero el batería, Earl Harvin, llegó el primer día de la grabación, venía de pasar seis semanas con el grupo The The en Londres, así que no había oído nada.
¿En serio? ¿Ni unas demos?
¡Ninguna demo! El día anterior habíamos dejado todo preparado, así que llegó y le puse a tocar la primera canción que hicimos, que fue ‘I’ll Look After You’, con todos allí, Scott, Victor… y escuchó la canción y dijo “vale, de acuerdo”, y nos pusimos a tocarla y grabarla. Así que sí que hubo toda esa tensión. Era un buen tipo de tensión, pero nunca había hecho un disco así.
«Una de las razones por las que quería grabar con Victor Van Vuhg es porque quería cantar mejor»
Eso es lo que a mí me parecía que informaba de alguna manera tu forma de cantar, se percibe más excitación en algunos temas, y yo diría que son las mejores interpretaciones vocales de tu carrera.
Estoy de acuerdo. Creo que estaba listo para ello. Y sabía que Victor tenía micrófonos muy buenos, y que es realmente bueno grabando a cantantes. Sabes, ha grabado con Beth Orton. Ha grabado con PJ Harvey. Ha grabado con Chrissie Hynde, con Nick Cave. Esa era otra de las razones por las que quería grabar con él, porque quería cantar mejor. Y sabía que si había había alguien que podía grabarme bien, ese era Victor.
En ‘Inferno’ también tiene mucha importancia el piano. Y además hay una conexión berlinesa con ese instrumento que se remite a tu disco ‘Danger in the Past’ de 1990 y aquellos pianos de Mick Harvey.
Lo sé. Fue más bien una coincidencia, porque pensé “quiero poner más piano en mi música”, ya que me parece que siempre suena bien con mis canciones. Lo hacía pensando en un álbum de los Go-Betweens que se llama ‘Liberty Belle and the Diamond Express’, en el que hay mucho piano. Es algo que siempre me ha gustado y siempre ando intentando meter más. Lo intenté en ‘Songs to Play’, Scott y Luke lo tocaban, pero… no funcionó. Así que esta vez quería un pianista especial, uno de verdad, y me acordé de Michael. En otro estudio había un piano Bösendorfer de finales del siglo XIX, así que tuvimos que llamar a unos transportistas de pianos para que lo trajesen, es un enorme piano del año 1890. Así que mientras Earl tocaba la batería, yo la guitarra y Scott el bajo, teníamos a Michael tocando el piano a la vez, todos en directo. No quería hacer “overdubs” de piano.
Una de las mejores canciones con piano es ‘One Bird in the Sky’… el piano la convierte en algo realmente maravilloso.
Lo sé, lo sé. Es una canción que creció y creció. Cuando la compuse era una canción bastante pequeña, modesta. Después, cuando la ensayé en Brisbane con Scott y Karin en plan acústico, creció. Y después cuando la tocamos con Michael, pasó lo mismo. Y ya en el estudio con Earl, creció aún más, cada vez se volvía más grande. No es algo que suela hacer, la verdad.
No harías una canción de más de cinco minutos porque sí, lo harías…
…por una buena razón, eso es. Y funcionó, y eso me hace muy feliz.
Eres un experto en cerrar discos con canciones especialmente memorables, y otra vez lo has logrado, además con una canción que yo creo que está entre las diez mejores composiciones de tu carrera.
¡Gracias!
En nuestra entrevista de hace tres años me mencionaste canciones que no habías incluido finalmente en ‘Songs to Play’. ¿Están en ‘Inferno’?
Sí, son ‘Life has Turned a Page’ y ‘I’m Gonna Tell it’.
Pensé que igual era ‘Crazy Jane on the Day of Judgement’, porque vi que en 2015, dentro de un festival de poesía en Dublín, habías interpretado canciones inspiradas en poemas de Yeats, que por cierto es algo muy Robert Forster.
Lo fue, lo fue. La gente de ese festival irlandés contactó conmigo para la celebración del 150 aniversario del nacimiento de WB Yeats, y trajeron artistas de todo el mundo. Cuando contactaron conmigo me mandaron algunos poemas, y entonces vi ese titulado ‘Crazy Jane on the Day of Judgement’, y yo tenía una canción sin letra… ¡y resultó que encajaban perfectamente! Así que la toqué en el festival, junto a ‘A Poet Walks’ y creo que otra más, y sonó realmente bien, así que pensé “tengo que meter esta en el próximo álbum”. Ya sabes, las canciones llegan desde los lugares más insospechados.
Un caso claro de serendipia.
¡Fue una serendipia total! Eso es lo que ocurrió. Me maravilló que la melodía funcionase tan bien.
Con los Go-Betweens siempre se habló de la mezcla de poesía y pop, pero ¿quizá en este disco eres especialmente lírico, literario, en tus letras?
Bueno, yo creo que mis letras están volviéndose de alguna forma más directas. Un poco más simples, lo cual me gusta bastante. Ya sabes, con menos artificio.
«‘Remain’ habla de cuando mi compañía me había echado, tenía cuarenta y tantos y parecía que no le importaba a nadie, el foco estaba en otros artistas, el teléfono no sonaba»
En las canciones ‘No Fame’ y ‘Remain’ parece haber un mensaje acerca de tu relación con la fama. Por un lado el mensaje de que “no necesitas fama” y por el otro esa reflexión sobre los años en los que un artista se siente olvidado. ¿eres tú ese cineasta del que habla la canción?
Lo soy, lo soy. ‘Remain’ va sobre algo sobre lo que sabía que quería escribir, una parte de mi pasado, la temporada -especialmente en los noventa- en la que estuve apartado de todo. Mi compañía me había echado, y estaba viviendo en un pequeño pueblo de Baviera con mi mujer. Y de vez en cuando pensaba “siempre fui un buen compositor”. Tenía cuarenta y tantos, y parecía que no le importaba a nadie, el foco estaba en otros artistas, el teléfono no sonaba. Nadie llamaba para decir “ven a Irlanda, o a Londres, para hacer tal cosa”. Pero fue una época en la que grabé muy buenas canciones, siempre me lo pareció. Así que empecé a escribir una canción sobre esto, y el momento clave, el gran giro, llegó cuando pasé de “hice mis mejores trabajos” a “pero mis películas no las proyectaron”. Y eso fue lo que permitió que la canción funcionase, el transformarme de músico a cineasta, porque si hubiese sido sobre mis canciones, habría sido demasiado literal, y no me habría quedado contento.
En los dos últimos años has publicado tus memorias (‘Grant and I’), aclamadísimas por la crítica, y se estrenó en cines una película documental sobre los Go-Betweens (‘Right Here’). Las primeras exponen tu visión de los acontecimientos y la película da voz a más protagonistas, que en algunos episodios (como la ruptura del grupo) son ligeramente discrepantes. ¿Se complementan bien, crees tú?
Creo que son dos cosas diferentes. La película es muy buena hasta el año 1989 más o menos. Se ocupa del equivalente a… (coge el libro y señala el punto) esta parte, la mitad, o quizá dos tercios del libro. En parte fue una cuestión del presupuesto de la película, por eso hay más material de los ochenta. Y creo que eso es bueno, pero me habría gustado que hubiese durado veinte minutos más y hubiese hablado sobre lo que pasó en los 90 y en los 2000. El libro cuenta toda la historia. Pero me gustó la película, y me gusta que el director es un cineasta, así que todo tiene calidad de cine.
¿Has visto los extras del DVD?
No.
«Los guitarristas que me gustan, aunque son mejores que yo, son gente como John Lennon, que creo que es un excelente guitarrista rítmico, Lou Reed, John Fogerty… tocan mejor que yo, pero es el tipo de estilo que yo toco. Guitarra de cantautor»
Es que hay 45 minutos de descartes de las entrevistas, y quería preguntarte por algo que dice el periodista Clinton Walker… (Robert hace una mueca al oír el nombre), dice que tu técnica a la guitarra no ha evolucionado nada en cuarenta años… en fin, yo no creo que tu forma de tocar sea algo esencial al valorar tu obra, pero es que además no me parece cierto.
Eem… Clinton, que por increíble que parezca es amigo mío (sonríe), es alguien a quien le gusta ser controvertido. Le gusta ser la persona que cree que cuenta las verdades, cuando algunas veces no es realmente la verdad. Mi forma de tocar es bastante básica en cierto modo, ya sabes, es rítmica. Pero es que los guitarristas que me gustan, aunque son mejores que yo, son gente como John Lennon, que creo que es un excelente guitarrista rítmico, Lou Reed, John Fogerty… tocan mejor que yo, pero es el tipo de estilo que yo toco. Guitarra de cantautor. He mejorado con el tiempo. Pero bueno, Clinton es así.
La caja retrospectiva de los Go-Betweens Volumen 1 era una absoluta maravilla a nivel de documentación gráfica y sonora, pero ya han pasado 4 años y de momento no sale el Volumen 2. ¿Está acabado?
Prácticamente. Hemos avanzado mucho y diría que hay posibilidades de que salga este año. La semana pasada, que estuve en Londres, estuve trabajando con Mark Cooper, el diseñador gráfico del proyecto. Nos queda hacer parte de la masterización, pero está casi todo listo. Espero que pueda salir este año.
¿Incluye las ‘Botany Sessions’? [míticas demos del disco de los Go-Betweens que no llegaron a grabar porque se separaron]
Sí, estarán en el Volumen 2.
¿Y habrá un tercer volumen dedicado a la época en la que os reformásteis? ¿E incluirá una remasterización de ‘Oceans Apart’? [cuando se publicó hubo polémica por cómo se masterizó este disco]
Habrá un tercer volumen, esa va a ser la sorpresa. Y sí, se va a remasterizar. Espero que se pueda hacer en Abbey Road.
¿En serio?
Sí, así podré visitar esos estudios (sonríe).
¿Puedo preguntarte por los Goon Sax? [el grupo de su hijo Louis]
Claro.
«The Goon Sax están cambiando mucho. Sólo tienen 20 años, y como suenan ahora probablemente no tendrá mucho que ver con cómo suenen cuando tengan 25»
Imagino que te gustan, lo has comentado en otras entrevistas, pero quería preguntarte cómo ves el hecho de que sean un formato de trío con dos cantantes muy distintos físicamente, que componen y cantan cada uno sus canciones… y encima una baterista. Sobre el papel sería lo último que tu hijo debería haber hecho al formar una banda, y sin embargo, extrañamente, funciona a las mil maravillas.
Tienes toda la razón. Fue algo que ocurrió espontáneamente. Louis y James -el otro cantante y compositor del grupo- estaban en otro grupo cuando tenían 14, 15 años, pero esa banda se separó. Entonces empezaron a hacer música juntos, todo muy orgánicamente, y entonces su amiga Riley les dijo que había aprendido a tocar la batería… y se juntaron los tres y sonaban genial. Y en aquel momento Louis podría haber dicho “oh, esto se parece al grupo de mi padre, no voy a hacer las cosas así. Voy a buscar a cuatro tíos a los que no conozco y formar una banda que suene a mierda…”. Y creo que hizo absolutamente lo correcto. Aceptó lo que se le presentaba, de forma muy natural. Y creo que estas cosas hay que hacerlas así en la vida, cuando se presenta una ocasión y piensas “esto me parece natural, funciona, y sería estúpido o de locos rechazarlo por algo que seguramente no va a funcionar”. En cualquier caso tengo que decir que están cambiando mucho. Sólo tienen 20 años, y como suenan ahora probablemente no tendrá mucho que ver con cómo suenen cuando tengan 25. Están cambiando muy rápidamente.
¿Cómo te sientes siendo una estrella del rock con sesenta y tantos?
No sé si soy una estrella del rock… todavía (sonríe).
«Casi me sorprende el haber cumplido ya sesenta. No me siento como cuando tenía veinte o treinta y tantos, pero más o menos me siento como cuando tenía cuarenta o cincuenta»
¿Una estrella del pop, quizá?
Me siento bien. Casi me sorprende el haber cumplido ya sesenta. No me siento como cuando tenía veinte o treinta y tantos, pero más o menos me siento como cuando tenía cuarenta o cincuenta. Estoy muy feliz con los tres últimos discos que he hecho. ‘The Evangelist’, ‘Songs to Play’ e ‘Inferno’, estoy muy feliz con ellos, creo que finalmente he conseguido aprender a hacer las cosas. En los 90 estaba buscando la manera de hacerlo, así que los discos eran bastante diferentes entre sí. Iba de un lado a otro, mientras que ahora me siento muy bien con lo que estoy haciendo. Y una de las cosas que me está ayudando es que ahora escribo. El haber hecho estas memorias, o el trabajar como periodista musical. Ahora estoy trabajando en una nueva historia, estoy escribiendo algo nuevo. Y tengo 61 años. Si tuviera sólo la música estaría bien, pero al estar también escribiendo me siento mejor. Estoy cómodo con ser una estrella del rock de sesenta, como dices, si estoy haciendo otras cosas también.
[En ese punto acaba la conversación, antes de que podamos preguntarle más detalles sobre ese nuevo libro, del que en otras entrevistas ha explicado que es una obra de ficción. Cuando nos despedimos sí nos comenta que después del verano vendrá a España a tocar, dos fechas en noviembre, pero no especifica dónde. Mientras salgo a la calle, en la que empieza a apretar el calor en pleno mes de marzo, resuena en mi cabeza esa oda al calentamiento global que da nombre al disco de Forster (‘Inferno’) y me vuelvo para ver su delgada y altísima figura desaparecer en la distancia]