Tomavistas se ha convertido en una de las citas imprescindibles de Madrid: se celebra relativamente cerca del centro de la ciudad, el espacio del Parque Tierno Galván es agradable, la calidad de la comida es considerable y el cartel es exquisito. En concreto el de 2019 es el mejor de su historia, con la presencia de grandes nombres internacionales como Beach House o Cigarettes After Sex junto a algunos de los nombres más apetecibles del pop nacional. Es llamativa la ausencia de música urbana o latina en el cartel, como sucede en Dcode, pero algunos asistentes incluso parecían aliviados: un colega nos indicó que no volverá a Primavera Sound tras su giro editorial, otro me dijo que en JNSP sacábamos «demasiada bachata» (sic) y otra se nos quejó de lo horrible que era ‘Con altura’. Así, Tomavistas se convirtió en cita imprescindible para supervivientes del indie y los abonos fueron volando, apuntando al récord de asistencia para bien y para mal. Fotos: Javier Rosa (Facebook Tomavistas).
Para bien porque hay que celebrar todos los éxitos de la industria musical; para mal porque las barras se colapsaron viéndose claramente superadas, con esas colas de hasta 3 filas de personas intentando beber algo, al modo patentado por Mad Cool, y que suponemos que este año subsanará el otro festival madrileño con su anunciada reducción de aforo y mejoras en el servicio. Aunque la mayor adversidad de la primera jornada de Tomavistas fue el frío. Llevábamos un par de semanas metiendo y sacando el pantalón corto del armario en Madrid, los termómetros no iban a bajar de los 13º, pero cada vez que se levantaba un poco de ventisca en la colina del parque el mundo tiritaba, y algunos conciertos de la madrugada se convirtieron en una congregación contra el frío. Apeguémonos para soportarlo. Fue el caso del concierto de Playback Maracas, que actuaban en torno a la medianoche en el Escenario Jägermeister, un pequeño set sin techo -menos mal que no llovió- en un rincón del escenario principal, en el que los autores del fantástico ‘Playback Maracas & The Electronic Moon Orchestra‘ presentaron un fascinante setlist entre la banda sonora electrónica, el sonido Giorgio Moroder y algo de French Touch. En uno de los temas pudieron acompañarse de un saxofonista y definitivamente este espacio se convirtió en una pequeña pista de baile y un lugar para el recogimiento.
Aún mejor, a continuación Beach House ofrecieron el mejor concierto de la noche. Victoria Legran y Alex Scally, acompañados de un baterista que tuvo todo el protagonismo en la canción final, actuaron en penumbra como es habitual, dejando que mandara la magia de sus bellísimas canciones. Hubo momentos realmente embriagadores, como fue la interpretación de temas tan hermosos como ‘Lazuli’, ‘A Walk in the Park’ (qué adecuado en este marco), ‘Wishes’ o ‘Myth’, pero realmente su show no dio tregua y no hubo ningún momento ni remotamente parecido a lo tedioso. Beach House han creado escuela con su interpretación del dream pop y con discos tan seminales como ‘Teen Dream’ y ‘Bloom’. Victoria dijo que nunca olvidaría esta noche y nosotros tampoco. Volvería a verlos ahora mismo y mañana encantado.
No decepcionaron aunque tampoco impresionaron demasiado Cigarettes After Sex, con un setlist cuyos cortes conocidos son por supuesto directamente proporcionales a su discografía, breve por el momento y resultando por tanto monótono a veces. Sin embargo, su concierto sí logró ser embriagador en su ecualización excelente, sus bonitas proyecciones en blanco y negro y su cadencia suave, como incitando al beso largo y húmedo, algo casi incompatible con el nombre del grupo. Un concierto muy agradable para ver sentado desde el graderío del anfiteatro que seguro que resultó hipnotizante desde las primeras filas, sobre todo en temas como ‘Crush’ o ‘Apocalypse’.
La tarde había comenzado con los conciertos de Las Odio y Los Estanques. Mientras estos llenaban el Escenario Jäger de público y distorsión en ese extendidísimo final, Las Odio actuaban en el segundo escenario más grande, convocando a más gente de lo que lograban hace unos años. Paula JJ parecía agobiada por algún tipo de problema de sonido («¿qué hago? ¿seguimos?»), pero lo cierto es que salvo algún acople entre tema y tema, el sonido fue bastante bueno, con la voz sonando alta y clara marcando siempre lo más importante de Las Odio: esas letras que hablan sobre la cotidianidad, la tontería de la modernidad, la ansiedad o el feminismo.
A continuación, Triángulo de Amor Bizarro actuaban en el escenario grande, presentando su colección habitual de éxitos (‘Amigos del género humano’, ‘El fantasma de la transición’, la reciente ‘Les llevaré mi cruz’…) junto a un par de temas nuevos, pareciendo en este caso más interesante el liderado por Rodrigo («Tengo un sueño: solo puede quedar uno», lo llamaremos) que el liderado por Isa, pese a que esta cada vez es claramente más líder en el grupo. «Hace tiempo que no salimos de la cueva. La Tierra sigue siendo redonda. España no es un país de fascistas y las mujeres cortan el bacalao» fue una de las sentencias en un concierto esta vez algo turbio en sonido para lo que nos tienen acostumbrados, y que se enderezó sobre todo al final con ‘Barca quemada’ y ‘De la monarquía a la criptocracia’, como siempre. También confesaron tener muchas ganas de ver a Beach House.
El segundo mejor concierto de los presenciados anoche fue el de Cala Vento. El dúo es un torbellino sobre el escenario, abarrotaron la pequeña explanada de su escenario, y vibramos con hits pasados como ‘Isla desierta’ o ‘Historias de bufanda’. Aunque el público canta a saco cosas pasadas como «a pesar de ti me levanto» (‘Isabella Cantó’) o «no soporto verte más allá del charco» (‘Abril’), temas nuevos como ‘Un buen año’ o ‘Gente como tú’ son oro en directo, destacando el single ‘Todo’, en el que el rap cae a cargo del batería.
Terminamos la noche antes de la despedida con Digitalism, con el show en formato cuarteto de Toro y Moi, de sonido más disfrutable y nítido en la lejanía que los de Las Odio y Cala Vento en el mismo escenario. La banda de Chaz Bear ofreció un buen set bailable y divertido en el que resultaron especialmente disfrutables joyas de su repertorio como las discos ‘Freelance’ (a falta de Daft Punk…) o ‘New Beat’. Exquisitas.