Niño de Elche ha publicado este año ‘Colombiana‘, un disco grabado en Bogotá y producido por Eblis Álvarez de Meridian Brothers en el que Francisco Contreras, solo un año después de publicar su obra magna ‘Antología del cante flamenco heterodoxo‘, explora las conexiones que existen entre el flamenco y la música latinoamericana mediante los cantes de ida y vuelta que, durante el periodo colonialista, España y Latinoamérica se intercambiaron junto con productos como el café, el cacao o ciertas drogas. Un disco que intenta entender el presente haciendo una lectura nueva del pasado. Hablamos con Contreras en un céntrico hotel de Barcelona, entre otras cosas, sobre los temas que trata el disco, las influencias menos obvias que este contiene, el concepto de «lo latino» o sobre lo absurdo de las «músicas del mundo».
¿Cuál es el punto de partida de ‘Colombiana’? ¿De dónde surge la idea?
En el flamenco hay una obsesión por englobar diferentes estilos en diferentes categorías. Existen los cantes básicos, festeros, de Levante… o los que se engloban según la situación geográfica o en el imaginario romántico de la cosa: cantes de Cádiz, Huelva, Granada… Dentro de esta vorágine de grupos se encuentran los cantes de ida y vuelta, que son estilos que han sido influenciados por Latinoamérica, se supone. Una de las líneas de ‘Colombiana’ era desmitificar eso, defender que los cantes de ida y vuelta pueden ser estos estilos pero también otros muchos mas. Y a partir de ahí aprovechar el concepto para contar otras temáticas que cruzan como las drogas, el mercado, la esclavitud, el colonialismo, las identidades culturales, o hablar también de lo latino.
¿Cómo es tu proceso de investigación? ¿Lo consideras arqueología musical? Dices que has trabajado con canciones de los años 20, 30 y 40…
He hecho trabajos que son más productos de arqueología, como el anterior, pero en este no ha habido tanta. Ha sido más bien un proceso de rebuscar y trabajar referencias.
¿Pero lees libros, buscas por internet, escuchas música…?
Eso es lo que hago a todas horas. No hago otra cosa en mi vida. Me voy encontrando cosas, entablo conexiones, y a partir de ahi tramo lo que intuyo que puedo contar desde esa plataforma. Yo leer, escuchar música… es lo que hago. Hoy ya me he escuchado dos discos y solo son las 10 de la mañana.
«Lo bueno de llegar a un concepto es que la libertad la obtienes mediante la limitación. Si tú no conoces los límites, te puedes perder»
¿Qué referencias hay en el disco exactamente? Por ejemplo, la melodía de ‘Flor canto’ es muy distintiva…
Hay unos cantes que se llaman los cantes de Vaquería, que los aprendí de un trío colombiano, los Gaiteros de San Jacinto. Ellos tienen esta cosa del cantar popular pero con experimentación, no es tan tradicionalista, burda y aburrida. El canto popular siempre ha sido una cosa mucho mas violenta, por decirlo así. De ellos vienen esas melodías.
Lo bueno de llegar a un concepto, la paradoja de la cosa, es que la libertad la obtienes mediante la limitación. Si tú no conoces los límites, te puedes perder. En mis trabajos discográficos, yo delimito de lo que quiero hablar para tener el centro de la cosa, y luego eso me lo salto o no me lo salto. Pero a nivel musical, en el disco ha habido más influencias que el flamenco y la música latinoamericana, sobre todo a nivel de producción, porque entendíamos que eran importantes. Por ejemplo, hemos escuchado un disco de Moondog, que fue crucial para el disco.
¿En qué elementos?
Sobre todo en percusiones cubanas, como las congas. Y para ‘Oración militar’ estuvimos escuchando bastante dos discos de Björk, ‘Vulnicura’ y ‘Homogenic’. También escuchamos a Flying Lotus, un disco cuyo título no recuerdo, pero en el que aparecían unas palmas que nos interesaban. Hemos escuchado discos que a priori no tienen nada que ver con el sonido del disco. Pero las referencias no tienen que ser copias, sino intuiciones, inspiraciones que surgen.
«Estas etiquetas, la música urbana, la música fusión, son como decir que la gente respira: una obviedad»
En ‘Colombiana’, ¿te has permitido hacer un disco más espontáneo?
Sí, para lo que quería contar en ‘Colombiana’ era lo que me pedía, un disco corto, de canciones, de letrillas. Claro, no hay una comparativa, una contraposición con lo anterior. Ningún disco que he hecho se parece el uno al otro, pero tampoco ha habido una acción frontal de cara a otros discos.
Eblis Álvarez, productor de ‘Colombiana’, y tú decís que en el disco no habéis buscado la fusión, sino la contraposición. ¿Por qué esto era importante para vosotros?
A nosotros nos dan grima los proyectos de world music y de fusión. Estas etiquetas, la música urbana, la música fusión, son como decir que la gente respira: una obviedad. Hoy en día todo es música del mundo y todo es música urbana y todo es fusión y siempre lo ha sido. Las etiquetas para entendernos están bien, pero cuando crees que la etiqueta pertenece a cómo funciona ese género, estás perdido. Y como esas etiquetas mercantiles nos daban bastante grima, no tanto por mercantiles sino por lo perversas que son, entendíamos que el flamenco y la música latinomericana están unidas de por sí, no hace falta que yo venga a hacer este disco para demostrarlo. Yo hago una guajira o una soleá polá y eso ya es una fusion de música latinoamericana, no tengo que irme a Colombia y grabar con una banda. Pero este es el giro estético que le doy. La violencia de la contraposición hace que las dos partes se queden mucho mas íntegras y paradójicamente más integradas entre sí. Muchas veces se utilizan estas etiquetas, o las fórmulas de electronica o de rock universales se utilizan como punto de unión, pero al final esa unión quita todo lo particular de cada gente, y lo estandariza. Nosotros no queríamos eso.
Buscabais más bien resaltar similitudes…
Nosotros contraponemos y luego nuestro gusto auditivo nos lleva a un sitio u a otro. Pero no hemos tenido muchos referentes, ese ha sido uno de los problemas que hemos tenido que superar. No hemos tenido donde amarrarnos. Teníamos que llamar a amigos de Colombia para saber cómo sonaba aquello y por suerte les gustaba bastante.
Eso es algo bueno, ¿no? Significa que estáis haciendo algo diferente.
Sí, pero da mucho vértigo. Tú haces un disco para la gente y siempre hay un interés en que la gente lo pueda entender. Aunque yo tampoco soy de dárselo todo mascado a la gente porque confío en ella y en su forma de pensar. Pero esa falta de referentes muchas veces ha sido un problema, aunque ha sido un problema fructífero.
Hablas no de hacer discos, sino de enfrentarte a ellos. Para ti no tiene sentido hacer discos que no supongan un reto?
Para mí los discos son un reto. Todo lo que vas a exponer en una audiencia tiene parte de reto porque hay un análisis y una valoración del publico. Pero como reto personal, hay que relajarse… Para mí los discos son parte de un desarrollo artístico, yo no soy un artista que trabaje artísticamente de forma lineal, hago muchas cosas y este disco se puede explicar con otras cosas que he hecho anteriormente, cosas que escucho, gente que conozco… Estas cosas se van entremezclando.
«Yo no me apropio, yo robo. Apropiarse es muy socialdemócrata, a mí me gusta mas robar, que es lo que se ha hecho siempre»
Dices que todos los cantes flamencos son de ida y vuelta, y que hicieron el mismo viaje que el cacao, el café o que drogas como la coca o el LSD… ¿Entiendo que ha sido una preocupación para ti, en este disco, abordar el purismo, aunque digas que el debate de la apropiación ya esta superado?
Espero que el debate esté superado porque, si no, tenéis un problema la gente de los medios. [ríe] No ha sido una preocupación en este caso, más bien una ocupación. Aunque la apropiación no la he abordado, abordar eso sería dar categoría a quien propone esas idioteces. Hablo más bien sobre cuestiones de esclavitud y colonialismo pero eso ya lo he abordado de forma más secundaria en las entrevistas.
El concepto de lo colonial tiene mucha parte de pensamiento europeo. Muchos amigos del movimiento progresista en el que me puedo mover me decían «te van a acusar de colonialista y de apropiacionista», y yo les decía que si me acusaban de ello llevaban razón: soy un colonialista y un apropiacionista. Yo ya dije en El Mundo que yo no me apropio, yo robo. Apropiarse es muy socialdemócrata, a mí me gusta mas robar, que es lo que se ha hecho siempre. Si soy tradicionalista, lo soy en robar. Todo el mundo se roba. En el arte, hablar de propiedad privada es complicado. Entonces mis amigos tenían cierto reparo en cómo iba a abordar yo todo este tema de colonialismo. Eblis y yo bromeábamos, cuando salió alguna crítica de ‘El muermo’ y decía que tenía un sonido selvático, tropical, pensábamos «estos se piensan que estamos grabando en una selva, los europeos siempre pensando que los colombianos estamos en una selva, y estamos rodeados de asfalto en mitad de una ciudad llena de humo como Madrid».
«¿Música exótica? Lo exótico es el capitalismo y lo marginal. Con este disco ponemos sobre la mesa la desinformación que tenemos en la era de la globalización»
Pero en Late Motiv actuaste rodeado de plantas, y el sonido del disco tiene ciertas reminiscencias…
Son licencias políticas. Pero eso es nuestro imaginario, es una abstracción. ¿Qué es sonar tropical, yo que soy aficionado a la música landscape, por mi bagaje de músico experimental? Que medios musicales hablen de música tropical o selvática porque en una canción suena una maraca, cuando una maraca no puede ser un instrumento más urbano…
¿No te parece importante que los medios transmitan cómo suena un disco aunque sea de manera básica?
Pero la manera no suele ser básica, sino errónea, ya que deja establecidas palabras y conceptos que no ayudan. Esta cosa de la música exotica, ¿qué es la exótica? Yo que soy aficionado a Yma Sumac, ¿qué es música exótica? Lo exótico es el capitalismo y lo marginal, pero la música exótica no sé qué es exactamente. Que aparezcan pajaritos, unos ritmos afro… Todo esto son imaginarios que nos construimos que después no nos hablan realmente de cómo funciona la creación. Música tropical, afrocaribe… estos términos son una abstracción porque ambos abarcan muchísimas otras cosas. Con este disco ponemos sobre la mesa la desinformación que tenemos en la era de la globalización. Escuchamos hasta un tope y hasta unas referencias. El flamenco lo sufre. En algunas críticas no dan ni una con las referencias, dicen que en el disco hay salsa cuando no hay ninguna, o que el disco es de cumbia cuando solo hay una.
¿Qué te ha faltado leer en las críticas de ‘Colombiana’ que según tú no han dado en el clavo?
No es tanto echar en cara a los críticos su trabajo, sino poner un espejo en que, en la era de la globalización, no tenemos tanta información como pensamos y que a veces nos falta excavar y salir de los topicazos. Cuando me sumerjo en un proyecto yo mismo intento superar prejuicios e ideas, y poner en relieve esa falta de conocimiento, esta cosa de llamar a las cosas por la tendencia. Pensamos que lo latino es una cosa y escuchas un disco como ‘Colombiana’ y no piensas en «lo latino».
El concepto de «lo latino» empieza a escamar un poco…
Este es un disco más hispanoamericano.
Dices que superaste prejuicios con lo latino por la visión que se tiene de estas músicas en Europa, más occidentalizada. ¿Con qué se relacionan tus prejuicios, a qué vision te refieres?
A mí me llegaba de la música latina lo mas tendencioso, no me gustaban esos sonidos, me parecían ritmos muy básicos. Aunque me gusta mucho el reggaetón, me parecía todo muy burdo, me faltaba la parte más áspera, que es lo que ha pasado con el flamenco clásico, que por la influencia del jazz ha perdido muchas asperezas. Cuando descubrí a Meridian Brothers descubrí una cosa fresca, incómoda… Cuando hablamos de lo latino entendemos que es algo festivo, pero las músicas populares no son músicas luminosas. Por eso el artwork de ‘Colombiana’ tiene esa violencia. Pensamos en la selva y nos imaginamos la mayor belleza, el cocotero y las palmeras, pero tú vive una semana en la selva y a ver cómo terminas. Eso no se analiza. De ahí la portada de Inés Doujak. Ella trabaja la belleza de lo monstruoso, no esos otros cuerpos latinos que existen, y que nos encantan, pero que quizá no dejan ver una parte más dura.
‘El muermo’ como primer single es bastante incómodo…¿Era importante para ti que este fuera el primer single del disco?
Claro, es incómodo porque habla del síndrome de abstinencia. Ha sido un single para abrir boca. ‘Pregón de los caramelos’ está más en el código y en el prejuicio de la peña. ‘El muermo’ es un tema de trance.
«Mira que he dicho burradas en Twitter y me suspenden la cuenta por hacer una metáfora absurda»
La gente que toma ayahuasca quizá sí conoce un poco mas la parte peligrosa de la selva. ¿Has tomado ayahuasca alguna vez?
He intentado ir a dos encuentros pero por mi agenda no he podido. Para hacerlo se necesita al menos semana y media, y en los últimos tres años, el máximo de tiempo que he estado en un único sitio ha sido un mes en Bogotá grabando el disco y otro en Suiza con [la escritora] Angélica Liddell. Tengo amigos que tienen la pócima hecha, así que si no pasa nada en junio o julio, haré un par de viajes de drogas que quiero hacer.
¿Ayahuasca y…?
Ácido.
De hecho estuviste en Bolivia rodando una película. ¿Cuál es tu papel en ella?
Soy una persona que va guiando por todo el país. Es un personaje que vive experiencias limite, algunas de las cuales se van de madre… Todo relacionado con la música.
«Para cambiar el imaginario de los festivales flamencos no tienes que traer a modernos sino a gente que esté moviendo cosas en el flamenco, que en el mundo clásico las hay. La gran tragedia es que los mismos flamencos no escuchan flamenco»
Te quería preguntar por cierta polémica que ha habido con el cartel del festival de flamenco que has comisariado…
¿Qué polémica? Solo en Vozpópuli la habido, y por tres amigos de Lenore… Es la única, de Victor Lenore, porque me odia.
En el artículo salen recogidas las palabras de Pedro Lópeh, un músico e investigador…
Que no es músico ni investigador…
Dice «traer tantos modernos es alimentar la maquinaria del mercado».
Traer modernos… Si José de la Tomasa es moderno, La Fabi es moderna, Tomás de Perrate es moderno, Antonio Ortega es moderno, Manolo Franco es moderno… Ellos hablan para intentar hacer daño a una cosa pero yo no soy tonto. A ti te dicen hace seis meses que Niño de Elche va a a hacer una programación de flamenco y te dicen que va a traer a modernas. Eso son prejuicios y quienes tienen prejuicios son personas tontas, idiotas, no formadas. Entonces cuando llega el cartel y ves que tu prejuicio no se ha cumplido, aunque sigas con la consigna… Que no es ningún insulto ser moderno, por otro lado. Y luego está lo del mercado, que Lópeh, como Lenore, va de pseudocomunista pero publica en Vozpópuli. Ambos van de comunistoides y hablan del mercado desde una perspectiva abstracta, como si ellos no estuviesen en el mercado y este hombre como músico, si es que lo fuese, no estuviese en el mercado. Ser artista es estar en el mercado, no sé puede ser artista y no estarlo. Es una cosa muy básica. No le podemos dar espacio a esto.
Para ti es importante dar luz a propuestas nuevas en el flamenco…
Para cambiar el imaginario de los festivales flamencos no tienes que traer a modernos, ni hacer grandes ejercicios, sino traer gente que esté moviendo cosas en el flamenco, que en el mundo clásico las hay. Pero como esta gente no conoce qué hay no se preocupa, no escucha. La gran tragedia es que los mismos flamencos no escuchan flamenco. No saben de lo qué hablan. Ojalá me encontrara gente que criticase la propuesta desde un sitio que me hiciera aprender, pero esta gente es pobre de espíritu y de alma.
¿Qué ha pasado con tu cuenta de Twitter?
Está suspendida por una ironía que solté hace dos meses, no por una bronca ni nada de eso. Mira que he dicho burradas en Twitter y me suspenden la cuenta por hacer una metáfora absurda. Esto es como cuando te capan una foto por pornográfica pero en la que solo enseñas un pezón.