En la entrevista para JENESAISPOP a Robert Forster de hace un par de meses aproveché para colar una (otra) pregunta de fan sobre una canción rebuscada del repertorio de los Go-Betweens, formulada a modo de acertijo: “Si te digo que la mejor cara B de la carrera de The Go-Betweens está en la peor cara A… ¿de qué single estoy hablando?”. Forster apenas dudó: “Estás hablando de ‘Cut it Out’”. Bingo.
‘Cut it Out’ es una canción mayoritariamente considerada floja -o directamente mala- por la mayoría de seguidores del grupo y por la propia banda. Supone de hecho el punto más bajo en la pugna que a lo largo de buena parte de los 80 The Go-Betweens tuvieron que librar en los sucesivas grabaciones de sus discos: una lucha contra la alargada y temible sombra de la “producción actual, comercial” que dueños de sellos, productores e ingenieros de los estudios se empeñaban en imponer a un grupo con un sonido singular y no especialmente apto para ese tipo de enfoque. En su libro ‘Grant & I’, Forster describe muy bien a esos especímenes de “hit record producer”: “Londres estaba lleno de ellos. La mayoría llenos de energía, con cortes de pelo estilo mullet y cazadoras bomber hinchadas como globos”.
Lo frustrante del caso de ‘Cut it Out’ (grabada para el album ‘Tallulah’ en 1987) era que los productores, Craig Leon y Cassell Webb, a priori eran fiables: a pesar de haber creado un éxito ultraochentero para Doctor and the Medics, venían de producir el primer disco de los Ramones y trabajar con Richard Hell, Suicide o los Thirteen Floor Elevators. Además, el estudio elegido era Good Earth, de Tony Visconti. Pero la apisonadora sónica de los ochenta era especialmente pesada en el período 87-89, y la banda se encontró inesperadamente atrapada en un entorno poblado de teclados y cajas de ritmos sin capacidad de decisión. Cuando finalmente los productores convencieron a la batería Lindy Morrison de que para que ‘Cut it Out’ fuese un éxito había que programar la batería y secuenciar un bajo electrónico, la sensación general en todo el grupo de fracaso, de incapacidad de echarse atrás después de una enorme inversión en costes de estudio era insoportable. Forster describe la única salida medianamente creativa que pudieron adoptar: “centrarnos en preparar la caras B [en las que no habría tanto control sobre el sonido] y esperar a que nos llamaran uno a uno, cual testigos de un juicio por asesinato, para grabar nuestras pistas sobre unas bases rítmicas sin ninguna gracia que se convertirían en nuestros próximos singles”. ‘Cut it Out’ realmente no es una de las mejores composiciones de Grant McLennan, pero es un hecho que en estudio fue masacrada. Las interpretaciones en directo disponibles muestran una canción mucho más interesante a nivel rítmico y melódico.
Lo cual nos conduce a una de esas caras B en las que pudieron controlar el sonido, la preciosa en inusual ‘Doo Wop In ‘A’ (Bam Boom)’. Cuando le pregunté a Robert Forster la historia detrás de tan peculiar composición, desgraciadamente obtuve poca información: yo había imaginado que era una composición suya (quizá por la alusión a las bibliotecas, quizá porque rítmicamente es similar a ‘Surfing Magazines’) pero no era así: “Grant escribió esa canción… creo que un poco con Amanda y Lindy. Lo siento pero no puedo contarte apenas nada”. Añadió que había tocado la guitarra en ella y que la canción le gustaba. Así que poco más que sumar a lo mínimo que se sabe: en el disco la canción aparecía acreditada a McLennan, Forster, Morrison y Brown (los cuatro “Abba” del grupo, vaya) y la gran diferencia con el resto de su catálogo es que la cantaban ellas dos, dando a la canción un guiño definitivo al sonido girl group americano de los 60, y convirtiéndola en casi un anticipo del futuro proyecto de Brown y Morrison cuando el grupo se disgregó: Cleopatra Wong (en el que irónicamente se usaron cajas de ritmo profusamente).
El título de ‘Doo Wop In ‘A’ (Bam Boom)’ hace explícito su homenaje: el sonido inocente del pop de los primeros 60, cuando el doo wop dio lugar al sonido de grupos de chicas y se estilaban los títulos con divertidos sinsentidos fonéticos (‘Da Doo Ron Ron’, ‘Doo-Wah-Diddy’, etc). Un sonido aquí convertido en delicioso ejercicio de estilo que a la vez entronca con el enfoque arty y nerd de los Go-Betweens: Grant retomando el tema de los romances y el mundo académico que Robert había iniciado en 1978 con ‘Karen’, y un título que a pesar de la broma se las arregla para informar del tono de la canción (que está, efectivamente, en clave de la). Grabada sin batería, probablemente en directo y con el bajista Robert Vickers aparentemente tocando un contrabajo, es una completa delicia: “Yo era una chica solitaria, vivía en las bibliotecas / deseando que las cosas pronto me fuesen mejor / Practicaba mis besos en el espejo de un baño, y cada noche pedía a las estrellas del cielo / que apareciese un chico al que poder amar”.
La propuesta tan desnuda de ‘Doo Wop in ‘A’ (Bam Boom)’, con su par de guitarras y esas explosivas palmadas, con la segunda guitarra haciendo unos preciosos dibujos durante los estribillos (además de uno de los mejores solos de Robert Forster) dota de sinceridad a una canción que perfectamente podría haber existido en la era dorada del pop que referencia. Hasta consigue concluir su propuesta como aquellos míticos sencillos de los primeros 60 que si pasaban de los tres minutos no eran radiados. Y, para ser una especie de divertimento destinado a una cara B, la canción tiene una extraña e intensa magia que tres décadas después permanece intacta.
A finales de este año, si se cumple lo que Robert nos contó en la entrevista, saldrá el segundo volumen de la retrospectiva de The Go-Betweens, que incluirá los tres últimos discos de su etapa ochentas, incluyendo ‘Tallulah’. Sin duda en la caja habrá espacio para esta y otras caras B y rarezas de uno de los grupos más brillantes de los 80 a los que el sonido de la época menos favoreció.
‘Doo Wop In ‘A’ (Bam Boom)’ suena en la última entrega de Popcasting, el podcast de Jaime Cristóbal, disponible en este enlace.