Desde su retorno en 2015, Sleater-Kinney parecen habérselo tomado con calma. Vimos a Carrie Brownstein hacer un breve papel en ‘Carol’, a Corin Tucker tocar con Filthy Friends y a Janet Weiss… Bueno, Janet Weiss ha dejado la banda. El trío, pues, vuelve a ser un dúo. Corin y Carrie. Pero este disco está aún pensado y grabado como trío. Ahora podemos especular sobre si su aire crepuscular, sus referencias a relaciones dañadas y sus momentos de desánimo son algún tipo de aviso. Sería mucho especular, sí. Pero el pesimismo y la oscuridad se han cernido sobre Sleater-Kinney.
‘The Center Won’t Hold’ es un disco muy diferente dentro de su discografía en general y a ‘No Cities to Love’ en particular. Si el anterior álbum era un tratado de rock enérgico, rabioso y contestón y sonaba como un tiro, ‘The Center won’t Hold’ es disperso y melancólico. Cuesta adivinar hasta qué punto ellas querían cambiar de sonido y han usado los servicios de St Vincent para conseguirlo, hasta qué punto Annie Clark llegó con la idea de modernizar. Sí que recuerda un poco a ‘Masseducation’ y sí que la banda se ha abierto al pop. Hay sintetizadores pero… No, lejos de las primeras sospechas, no es su disco “electrónico”. Aunque haya quiebros sorprendentes. Y no siempre acertados del todo.
El cambio no se ciñe al sonido. El continente acompaña al contenido. Si ‘No Cities to Love’ era un disco imbuido en lo social, ‘The Center Won’t Hold es introspectivo y fuertemente personal. Lo político no es que no esté; es que se enmaraña con el estado de ánimo, con el cansancio que parecen destilar. Mientras, circulan temas como el desgaste del cuerpo y de las relaciones, la falta de autoestima, el deseo de ser amado y la certeza de no merecerlo. Ese “centro” que no va a aguantar puede leerse en clave política en estos tiempos convulsos, pero tiene aún más de deriva personal. Este cambio depara altibajos. El primero, cierta sensación de que la estructura está deslavazada y que la secuencia de canciones no parece la más acertada. La segunda, es que no todos los temas son tan brillantes como cabría esperar.
Primera aviso, la canción titular: ‘The Center Won’t Hold’ arranca a ritmo de letanía tensa, para encontrarnos a Carrie aullando sobre cómo necesita cosas feas mientras los coros replican de manera siniestra “el centro no va a aguantar”. Este amenazador arranque trueca en un pildorazo de hardcore marca de la casa, aunque esta vez el hardcore y el rock alternativo, en general, no van a ser lo más representativo del álbum. A continuación, ‘Hurry On Home’ es una ráfaga de pop cabalgando sobre guitarras pesadísimas (en el buen sentido). Un hit inmediato, pero con una letra amarguísima: “Sabes que soy infollable, inamable, inescuchable, inmirable. He hecho de tu estado de ánimo el mío”.
Aunque la primera sorpresa arranca con ‘Reach Out’, con una línea de bajo que casi recuerda a… ¡Years and Years! Y un estribillo de lo más AOR. Sin embargo, estos elementos, en sus manos, quedan mejor de lo que pueda parecer. La letra también es una llamada de socorro, con Corin poderosa, a pesar de todo: “alcánzame, la oscuridad está venciendo de nuevo”. O la saltarina ‘Can I Go On’, un estribillo completamente nuevaolero y una de las escasas muestras de optimismo, mientras gritan: “my desire is contagious”.
También hay sonoridades muy familiares; la guitarra tan college rock de ‘A Restless Life’, precioso, breve y sencillo medio tiempo teñido de tristeza, que se eleva como una de las piezas más emotivas a medida que va creciendo. Otro ejemplo del giro es ‘Ruins’, oscura, casi gótica, pero fallida. Resulta excesivamente larga, un delirio que no aporta demasiado al conjunto. ‘Love’, claro, con su brillo flúor, de alegre nueva ola ochentera se recibe como agua fresca. El tema es una declaración de amor musical de Corin Y Carrie a cada una, glosando su carrera, prometiéndose que siempre estarán juntas y con uno de los versos más demoledores (y significativos) del disco: “No hay nada que asuste más y que sea más obsceno que un cuerpo bien-gastado exigiendo ser visto”.
Pero el final resbala hacia el lado oscuro. ‘The Future Is Here’, quizás donde yo vea más la mano de St Vincent, con un sorprendente toque New Order. O ‘The Dog the Body’, el estribillo algo “kumbayá” parece empastado en un puente bastante solemne y no pega mucho, demasiado AOR (otra vez) y borra la emoción que busca. La mayor sorpresa es al final, la balada a piano ‘Broken’, inspirada por el ‘Stay’ de Rihanna, tal como ellas mismas han confesado. Un canto al #MeToo. Un homenaje, pero doliente, rozando la desesperanza. “I’m breaking in two”, corta el aliento Corin, en una constatación de todo el dolor del que las mujeres hemos vivido, y que seguimos sufriendo. En el punto más bajo del desánimo que marca el final del álbum, nos queda la sensación que ‘The Center Won’t Hold’ es un disco que no es lo rotundo que esperábamos. Pero Sleater-Kinney siguen siendo uno de los mejores grupos de rock del mundo.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Hurry On Home’, ‘Can I Go On’, ‘A Restless Life’, ‘Love’
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