El ‘Salto al color’ de Amaral implica la apertura de Eva Amaral y Juan Aguirre a nuevas tonalidades. El dúo ya había experimentado con sintetizadores, pero en este octavo álbum encontramos una mayor variedad de ritmos que les llevan a jugar con lo tropical o las músicas del mundo, sin dejar en absoluto de lado su sonido más tradicional… ni tampoco la tradición española. Uno de los adelantos recientes, ‘Soledad’, cuenta con la guitarra flamenca de Víctor Iniesta y el disco se abre, entre punteos casi post-rock, con las flautas de Carlos Núñez mientras escuchamos el ruido de las olas llegando a la costa gallega. Este ‘Ondas do Mar de Vigo’ no termina de avanzar el sonido del álbum, algo indefinido a fin de cuentas, pero sí nos indica que este será aventurero.
Así pues, Sony no ha fichado a Amaral con este largo precisamente porque el dúo haya vuelto a la accesibilidad de ‘Pájaros en la cabeza’. De hecho, los singles suenan paradójicamente más esquivos que los de los notables ‘Hacia lo salvaje‘ y ‘Nocturnal‘. Y digo paradójicamente porque hay quien verá en ‘Mares igual que tú’ un poso tropical digno de remezclar por Major Lazer, y la canción cuenta con sus ganchos estratégicamente situados, pero el tema no está tan bien redondeado como ‘Hacia lo salvaje’ -la canción- o ‘Llévame muy lejos‘. Por mucho que la mano mágica de Sony haya logrado introducirlo en radios y playlists, de lo cual nos alegramos mucho, el tema suena forzado y un poco -bastante- kitsch. Más cerca de la etapa espiritual y dominguera de Nacho Cano que de la naturalidad con que Madonna ha adaptado la world music en la parte central de ‘Madame X‘.
Otros experimentos fallidos son ‘Bien alta la mirada’, donde más que el guiño dancehall lo que queda es que la canción se termina pegando por una cuestión de pesadez (¿será ese el verdadero guiño a los ritmos de moda, lo machacona que es?); y muy especialmente ‘Juguetes rotos’. Esta es una curiosa composición sobre la sociedad («ahora somos dos números que no han cuadrado, somos dos juguetes rotos») de vocación crítica, pues habla de «psicópatas enfermos de poder, criminales (que) comandan ejércitos, presiden gobiernos (y) heredan el reino de los cielos». Y sin embargo, su inicio en plan coral a cargo del Diversity Youth Choir descoloca y su producción electropop nos remite a los Fangoria de la década pasada (‘La mano en el fuego’, ‘El cementerio de mis sueños’). El sentido de la experimentación de este corte es tan vago que el tema acaba con un sonido de interferencias móvil. No todos los cambios son buenos, y este tema, más que de Amaral, parece el de un grupo paralelo de Eva y Juan.
Luego están los temas clásicos, que el dúo se merienda sin dificultad, como sucede con el estribillo de la muy U2 ‘Señales’, una canción de desamor. O ‘Nuestro tiempo’, el más Amaral de los singles publicados hasta ahora, repleto de nostalgia por lo que se nos va («Las canciones que escuché / y los labios que he besado / todo aquello en lo que confié / tiene los días contados») y con unas cuerdas integradas con impecable gusto. Como las de la en principio excesiva, a la postre preciosa ‘Peces de colores’. Estrofas como «Si tú sintieras el poder de mi interior, si comprendieras el lenguaje de mi cuerpo / no marcarían más mis horas tu reloj, ni detendrías lo que no tiene remedio» o «Qué me importa lo que digas, si me miras y no ves / Esto es lo que hay, quien soy / ni confusa, ni partida en dos / ni difícil de entender ni tan indescifrable / vivo dentro de mi piel / más allá de las fronteras de mi carne» la postulan como himno de autoafirmación. Lo cual cuadra con el carácter de himno para las mujeres de distintas generaciones que es ‘Soledad’ o la justicia que demanda ‘Lluvia’, mucho más sutil que ‘Tambores de la rebelión’, que deja muchas ganas de recuperar ‘Revolución’, un tema de Amaral que no ha dejado de crecer desde 2005.
Y también están los temas que en su intento experimental les han quedado bien. Aparte del bellísimo fondo del inicio de ‘Soledad’, son los dos últimos. ‘Entre la multitud’ incorpora los trucos del electro con mucha más naturalidad que ‘Juguetes rotos’, resultando una aproximación al sonido New Order no tan distante de lo que suele practicar La Bien Querida. Y finalmente ‘Halconera’ comienza como un tema new age de Enya como aquel que samplearon Fugees, para luego desarrollar una bonita fábula de fondo musical interesante: la podrían haber escrito Solletico y producido Jon Hopkins. En esta pista encontramos a unos Amaral renovados y elegantes que se echan de menos en otros momentos de ‘Salto al color’, donde parece haberles podido el ansia de ofrecer algo nuevo, cuando en su caso, no siempre era tan necesario.
Calificación: 6/10
Temas destacados: ‘Halconera’, ‘Nuestro tiempo’, ‘Peces de colores’, ‘Entre la multitud’
Te gustará si te gustan: las melodías de Amaral sobre cualquier tipo de fondo, las distintas etapas de U2, las distintas etapas de Keane
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