Curiosa la evolución de Melanie Martinez. Tras publicar en 2015 ‘Cry Baby‘, un estupendo debut conceptual en el que plasmaba de manera sólida su estética infantil a la vez que perturbada, en canciones tan memorables como ‘Soap’ o ‘Training Wheels’ o en una edición en vinilo espectacular que incluía un libreto con ilustraciones (el disco incluso resurgía en listas al año siguiente), la cantante neoyorquina ha decidido que su segundo álbum no pueda ser del todo comprendido sin su película de acompañamiento. O quizá no haya sido una decisión consciente, pero lo cierto es que ‘K-12’ gana con la cinta y, al contrario, pierde sin ella. Y bastante.
‘K-12’ es una película entretenida y no solo por ser musical, sino también por su fotografía, escenarios, estilismos y efectos especiales; en definitiva, por toda su parte visual. Aunque su guion busca acaparar todos los problemas sociales posibles que caracterizan a los jóvenes en 2019 (sobre todo a las mujeres) y resulta por tanto demasiado predecible y juvenil, la película se deja ver. Sin embargo, ha sido un problema desde el principio que las canciones que suenan en ella, que nos explican las vivencias de una Cry Baby que ya es adolescente y ha entrado en el instituto, son flojas, y este problema se acentúa cuando las escuchas una tras otra como propone este álbum.
Musicalmente, el segundo álbum de Martinez es una continuación de ‘Cry Baby’, en el que el fondo infantil de ciertas melodías (de carrusel en ‘Nurse’s Office’) o instrumentos (la caja de música de ‘The Principal’) aportan personalidad a unas canciones de pop contemporáneo que, producidas por Michael Keenan, beben tanto de los ritmos del hip-hop como de las melodías clásicas del doo-wop o el soul. En este sentido incluso podría considerarse a Martinez una precursora total de Billie Eilish (sobre todo de la primera), aunque su estilo es más blandito y colorido y está más perfumado. Para usar otra comparación, ‘K-12’ un disco tan suave y adorable como una muñeca de porcelana, pero de la misma manera que te terminas aburriendo de mirarla todo el rato, lo mismo sucede con el disco.
Bebe del doo-wop claramente el piano de ‘Wheels on the Bus’, la mejor canción del disco gracias a su emotiva melodía. Es una pena que sea la primera, porque lo que depara al oyente después es una escucha difícil. Y es que lo peor de ‘Class Fight’ no son sus infantiles rimas («The teacher gave me notes to go out and give Kelly / She was kissin’ Brendon, I got jelly»), sino lo poco imaginativo de su sadismo y sobre todo de su melodía, un problema que se repite a lo largo de todo el álbum. No es nada emocionante la fusión de hip-hop y cajas de música de ‘The Principal’ ni la de hip-hop y melodía de carrusel de ‘Nurse’s Officer’, al contrario, suena anticuada y mil veces vista. Peor aún es ‘Drama Club’, una canción realmente anodina que no logra justificar el victimismo de su letra probablemente dirigida a los críticos. Un victimismo presente también en el «soy famosa, nadie me entiende» de ‘Show & Tell’. Un single pasable, aunque tan poco imaginativo como su representación en la película, con una Melanie cual marioneta actuando para su público.
Quizá porque ha derramado todos sus esfuerzos en hacer una película demasiado ambiciosa, quizá por falta de inspiración, quizá afectada por aquellas siniestras acusaciones contra ella que lamentablemente aún recordamos, fueran ciertas o no; Martinez ha olvidado esta vez componer canciones perdurables. La escucha completa de ‘K-12’ es tan plana que a veces te preguntas si cierta canción no había sonado antes. Al menos el álbum remonta al final con las voces distorsionadas de ‘Lunchbox Friends’, el buen estribillo de ‘High School Sweethearts’ y sobre todo el vals contemporáneo de ‘Recess’, que cierra el álbum. En ‘K-12’, Martinez nos lleva al «recreo» una vez hemos pasado por los mil sufrimientos de la adolescencia que narra el disco, y qué alivio porque se hace esperar. Un poco como en la vida real…
Calificación 4,9/10
Lo mejor: ‘Wheels on the Buss’, ‘Recess’
Te gustará si te gusta: que los discos pop tengan concepto, y sobre todo la música de Melanie
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