Ya se ha estrenado en Netflix ‘The Politician’, la primera de las series resultantes del sonadísimo (300 millones de dólares es lo que tienen, que la gente escribe sobre ellos) acuerdo entre Ryan Murphy y el gigante de las plataformas. En lo que parece que va a ser una antología sobre política pero conservando a sus personajes protagonistas pero con saltos temporales entre temporadas, la primera tanda de episodios se centra en cómo Payton Hobart, un chico con aparentes delirios de grandeza (está convencidísimo de que será Presidente de los EEUU), intenta ganar las elecciones a representante estudiantil en su último año de instituto.
Pros:
-La segunda temporada. Sí, habéis leído bien. Pero el último capítulo, que funciona más como antesala de lo que viene que como cierre de tramas (para eso está el penúltimo), nos muestra un universo y unas historias que se adivinan mucho más interesantes que las que han protagonizado esta primera tanda. Y esas Judit Light y Bette Midler desatadísimas prometen darnos momentazos. Quizás nos equivoquemos en un año, pero, de momento, parece que ‘The Politician’ se unirá a ‘Fringe’ en ese club de series que uno recomienda diciendo “aguanta la primera temporada, y con la segunda te alegrarás de haberlo hecho”.
-Los personajes. Cuando Ryan Murphy usa la brocha gorda y parece meter algo por obligación, puede ser terrible, pero cuando quiere hacerlo bien, sabe hacerlo muy bien. Ben Platt tiene un trabajo muy complicado con Payton, y a su vez Murphy lo tiene para que aguantemos a ese protagonista, pero por eso mismo tiene mérito que ambos consigan que (a veces) empaticemos con él. La McAfee de Laura Dreyfuss es la revelación que poco a poco va encandilando, y la serie gana enteros también cuando comparten escena los matrimonios absurdos formados por January Jones y Dylan McDermott, por un lado, y Bob Balaban y Gwyneth Paltrow, por otro – y cuando Gwyneth la comparte con esa profesora de equitación. Se nota que los cuatro se lo están pasando en grande.
-Sus momentos brillantes, que los tiene. Y no solo por el estupendo opening con ‘Chicago’ de Sufjan Stevens. Se nota que los cuatro actores mencionados se lo están pasando en grande y que son conscientes de la mamarrachada (para bien) en la que andan metidos, y ese es uno de los aciertos de la serie. Sabemos que Murphy juega en una línea muy delgada cuando de mamarrachadas se trata, y a veces la cosa le sale mal (‘Scream Queens’, con sus momentos geniales y sus momentos horribles, es la mejor prueba de ello). Y aquí acierta en varias ocasiones, igual que con la sátira política también hay momentos que destacan. Pero son momentos donde no…
Contras:
-… se usa la brocha gorda. ‘The Politician’ es 100% Murphy para bien y para mal. Y en muchas ocasiones la jugada le sale mal, y aquello parece un ‘Scream Queens’ mezclado con política, o con ‘Cult’, esa temporada de ‘American Horror Story’ donde se intentaba algo parecido, pero mezclado con mil cosas. Y es que ese siempre ha sido un arma de doble filo para Murphy: su empeño en meter muchas cosas en el mismo plato hace que a veces muy pocas funcionen. Cuando acierta, acierta a lo grande, eso sí. Pero en esta primera temporada eso ocurre pocas veces.
-Los personajes. Otra vez, sí. Pero es que “otra vez” representa un poco el problema que ocurre aquí con la mitad de los personajes. Como las dos caras del político que se forma en el opening, ‘The Politician’ tiene una mitad bastante buena pero otra mitad deficiente y, en el caso de los personajes, muchos resultan insoportables (Infinity, Ricardo, April) o versiones descafeinadas de algo que ya hemos visto antes. Ryan Murphy vuelve a darle el mismo papel a Jessica Lange, los gemelos parecen sacados de un episodio malo de ‘Glee’, y el personaje de Astrid parece que lo interpreta Lucy Pointon porque Emma Roberts tenía otros compromisos en el rodaje.
-El melodrama. O, al menos, este melodrama. Se entiende la intención en los flashbacks de Payton con River, pero resultan anticlimáticos y, junto a otros momentos (Payton con su madre, Astrid con la suya), son aspectos que podrían haber funcionado bien, pero que aquí resultan infantiles. Además, esto se nota también en que la serie es mucho más blanca de lo que Murphy acostumbra (y sí, con muchísimo menos sexo de lo que acostumbra). 6.