Tras las alegrías que le habían reportado ‘Que Dios nos perdone’ y, sobre todo, la multipremiada ‘El Reino’, Rodrigo Sorogoyen se aleja del thriller y se entrega a una historia dramática que está más basada en las metáforas, en lo contenido y en el intimismo de un personaje que ya conocemos. Se trata de Elena, la protagonista de su corto homónimo, nominado al Oscar en 2017 y cuyas principales bazas eran el envidiable manejo de la tensión y la interpretación de Marta Nieto. En ‘Madre’ (cortometraje), Elena es una chica de veintitantos que, mientras se prepara para salir, recibe una llamada de su hijo. Ella y el padre de Iván (que así se llama) están separados, y el crío está estos días de vacaciones con su padre en la costa francesa. Pero lo que parece una entrañable e intrascendente llamada sobre lo bien que se lo está pasando y lo mucho que está jugando se va torciendo y se convierte en una pesadilla cuando el niño le dice que está solo en la playa, que su padre se fue hace un rato, que no sabe dónde está… y más detalles que no revelaremos para quienes no hayan visto el cortometraje. El primer acierto de ‘Madre’ (película) es meter el corto como parte del metraje, con sus veinte minutos a modo de prólogo, para luego arrancar el material inédito con una elipsis de diez años. ‘Madre’, por tanto, son realmente dos películas en una, y no solo por la fecha de rodaje: el tono de esa primera parte no tiene absolutamente nada que ver con lo que veremos en el resto de la película.
Puede que sea un poco “trampa” del director meter el aclamado corto, pero sigue siendo una gozada tanto a nivel técnico como interpretativo. Solo hacen falta un par de habitaciones de una casa. Y solo hace falta una casa, que parece un elemento constante pero es lo contrario: brutal el cambio en cuanto a simbolismo que sufre “la casa”. La casa como hogar, lugar común -para bien-, lugar seguro, familia, momentos dulces, cómicos y hasta costumbristas (esa conversación de Elena con su madre mientras hace pis y se cambia, ese inicio de la conversación con Iván). Y, en cuestión de minutos, la casa como lugar claustrofóbico, la causa como motivo de impotencia y frustración, el hogar y la familia mostrándose inútil cuando quieres proteger a lo que más quieres. Y el costumbrismo pasando a ser absoluto terror. Pero esto va más allá de lo técnico, del uso de los espacios -o EL espacio- y de las lentes: entiendo a los cortometrajistas que dicen “si yo soy Sorogoyen y me dan los medios que a él, yo también te hago ese corto”, pero les diría que están muy equivocados. No, no haríais ese corto. Pero tranquilos; probablemente Sorogoyen tampoco lo hubiese hecho. No sin Marta Nieto.
Porque Jules Porier es un sensacional descubrimiento, y son tremendamente eficaces los encargados de roles más secundarios pero a la vez claves (Alex Brendemühl o Anne Consigny), pero Marta… sin Marta no hay ‘Madre’. Ojo, esto no significa que la actriz sea lo único sensacional de la película, pero es que éste no es uno de esos casos de “su trabajo le da varios puntos a la película”, “supone un empujón de calidad”, “gana enteros” ni similares. El León de Oro a la Mejor Actriz de la sección Horizontes que se llevó Marta Nieto en la Mostra de Venecia está completamente justificado, y tengo que entonar el mea culpa porque me precipité al decir que el Goya tenía este año el nombre de Belén Cuesta. Sigo apostando a que se lo va a llevar Belén, pero si tuviese que elegir yo, la verdad es que sufriría al elegir entre ambas (y lo de Greta Fernández me dolería también). Nieto tiene momentos magistrales de gran intensidad (la tensión creciente en el prólogo, el momento del coche, la incursión en la casa, o el encuentro con su ex), pero es casi más difícil la labor sobria que hace durante todo el metraje, mostrando el estado en que la vida ha dejado a Elena. Esa mezcla de anhedonia con pequeños brotes de liberación. De vacío con pequeñas dosis de ilusión. Cómo maneja a su personaje con dignidad entre la lucha por seguir y la caída en la locura… todo es un recital digno de ver… y de estudiarse.
Porque todo esto es lo que ‘Madre’ explora en su segunda mitad, donde el gran angular toma un destacado protagonismo (comenta Sorogoyen que lleva ya un tiempo investigándolo junto a su dire de foto, Álex de Pablo) y también lo toman las polémicas decisiones de estilo en cuanto a cámara de Sorogoyen, más contenidas en el corto. A algunos les fliparán, a otros les horrorizarán, y a otros nos parece que a veces sobran (como esos travellings en mitad de conversaciones, o los recurrentes “walk and talk”) pero otras son un acierto tremendo: no estoy de acuerdo con el hateo generalizado en cuanto a la “excursión al after”, tildada de subtrama innecesaria. Nos ayuda a comprender lo jodidísima que está Elena y, para qué negarlo, es una gozada desde el punto de vista formal; tanto eso como el momento “home invasion” son dos peaks de tensión que, sin llegar al nivel de los primeros 20 minutos (recordemos, son dos películas distintas), nos aceleran a mil las pulsaciones. Todas estas armas las usa el director para contar cómo Elena parece recordar eso que decía John Milton de “es mejor reinar en el infierno que servir en el cielo”. Está dispuesta a arriesgar toda la estabilidad que, no cabe duda, le habrá logrado conseguir, para agarrarse a un pequeño resquicio, dispuesta a ser la Reina del Infierno porque para ella eso le acerca a lo que entiende como Cielo.
Cuesta ver en ‘Madre’ “una película luminosa” como describe su director, pero podemos entender el objetivo pues, a pesar de todas las calamidades y los sabotajes a los que se somete Elena, parece que la única salvación y superación de su trauma, lo único que le da luz, llega a través de ESO. Sí, ESO. ESO que es el principal dilema a la hora de reseñar esta película: ¿es un spoiler? Habrá quien diga que sí. ¿Se puede hablar de la peli sin mencionarlo? Cuesta horrores. ¿Es el tema del que más hablará la gente tras verla? Evidentemente. Lo sé yo, lo sabes tú y lo sabe Sorogoyen. Con curiosas metáforas detrás y aún más curiosos debates sobre su necesidad, su motivo y su justificación (o no), lo que está claro es el que viaje que experimenta Elena y que nos propone Sorogoyen es, a mi juicio, mucho más interesante que el que nos proponía en ‘El Reino’, aunque probablemente ‘Madre’ sea menos aclamada, Marta Nieto aparte. Si el viaje de Elena es arriesgado, la decisión que ha tomado Sorogoyen al hacer ‘Madre’ en lugar de otro thriller también lo es. Pero hay veces en que del riesgo sale lo mejor, y ‘Madre’ es la mejor película de Rodrigo Sorogoyen. 8,4