El camino recorrido por Cristina Morales con ‘Lectura fácil’ ha sido sorprendente. De ser rechazada por Seix Barral tras su negativa a eliminar varios pasajes de la novela, pasó a ganar el prestigioso Premio Herralde -y por tanto a ser publicada por Anagrama-, y luego el Premio Nacional de Narrativa, un galardón que no se suele otorgar a escritores con poca trayectoria (esta es su cuarta novela) ni a obras tan radicales. De hecho, es la primera vez que coinciden el Herralde y el Nacional. Como consecuencia, ‘Lectura fácil’ ha pasado de ser una novela de culto a convertirse en un bestseller de biblioteca (hay listas de espera en Madrid y Barcelona), y en arma arrojadiza de la derechona, quienes no se han cansado de sacar de contexto frases del libro para intentar ensuciar un premio que les ha escocido especialmente (sobre todo por hablar de oídas, ya que creían que por sus declaraciones a Europa Press ensalzando los incendios en Cataluña la autora era una “indepe antisistema”).
Y es que ‘Lectura fácil’ es mucho más que un “adoquín” lanzado a un antidisturbios. Es un texto lleno de inventiva estilística que la autora arroja a la sociedad con ánimo destructivo –del sistema de pensamiento neoliberal y heteropatriarcal-, pero también con voluntad de generar en los lectores un proceso emancipador. Un libro que celebra “el placer de localizar el dedo índice de la mano, estirarlo, y dirigirlo contra tu sometedor”. ¿Y a quién señala Cristina Morales a través de sus personajes, especialmente de Nati, de quien se adivina su alter ego? A todo dios. Empezando por todo lo que –persona, institución, movimiento, ideología, pensamiento- huela a “facho-macho” (Nati dixit), sin excluir al feminismo (la crítica al “No es no” es fabulosa). Y terminando con nombres y apellidos: Ada Colau, Carolin Emcke, Pablo Pineda, Juan Soto Ivars, Mecano, Mercadona, Femen, los CUPeros…
Pero esto es una novela, no un manual anarcofeminista. ‘Lectura fácil’ es un relato sobre cuatro “sunormales”, cuatro primas discapacitadas intelectuales que viven en un piso tutelado en el barrio de la Barceloneta. La autora les da voz por medio de una muy sugestiva multiplicidad de formatos: unas memorias escritas en Whatsapp según el método de lectura fácil (diseñado para personas con dificultades de comprensión), las actas de las asambleas de un ateneo libertario, las declaraciones judiciales de un proceso para esterilizar a una de las protagonistas, y la narración en primera persona de Nati, el personaje con más grado de discapacidad y que, paradójicamente, se expresa como una catedrática de filosofía política. Suyas son las intervenciones más lúcidas y divertidas de la novela. Entre medias, justo en el centro geográfico del libro, irrumpe ‘Yo también quiero ser un macho’, un fanzine ácrata y feminista donde la autora reparte salivazos a izquierda y derecha con muchísima gracia y mala baba.
Y es que esos dos aspectos, rabia y humor, junto a la mencionada arquitectura narrativa, son los que más destacan de esta novela. ‘Lectura fácil’ es un libro de discurso furioso y visceral, una reivindicación a gritos de la diferencia, una llamada a la politización y la emancipación escrito con un deslumbrante talento literario. Pero también es una novela divertidísima. Una hilarante sátira de la sociedad contemporánea, de la retórica institucional, que, como definió el jurado del Herralde, corta como una “motosierra estilística”. 8’5. Disponible en Amazon.