Este mes se cumplen 30 años de la publicación de ‘Raw Like Sushi‘, el debut de la artista sueca, motivo por el cual se ha anunciado la publicación de una suculenta reedición del álbum, en una caja con triple vinilo. En estos, además del disco original y las demos y remixes que ya incluía aquella, se recopilan numerosas remezclas de canciones del disco a cargo de Massive Attack, Arthur Baker, Kevin Saunderson, Smith N Mighty, y muchas otras curiosidades. Podría tratarse de otra edición fetichista más, pero lo cierto es que ya entonces aquel álbum tenía algo muy especial: una energía muy singular, un gran magnetismo y, en fin, la semilla que puso la hijastra de Don Cherry para convertirse en una figura crucial del pop contemporáneo. Pero hay que empezar por el principio.
Quizá quede alguien que aún no sepa que Neneh debe su apellido al célebre trompetista de jazz, pero no es su padre biológico. En realidad su madre, la artista plástica sueca Monika Karlsson, conoció a su padre, el hijo del jefe de una tribu de Sierra Leona, cuando este cursó estudios en una universidad de Estocolmo, hacia 1963. Aquella pareja fue fugaz y, cuando poco después Karlsson inició una relación con el músico norteamericano, este asumió la paternidad de la entonces niña. Es evidente que ese ambiente artístico y bohemio propició su interés por la música y el arte. De hecho, en una gira por Reino Unido, Don actuó con The Slits y, atraída por la revolución punk, Neneh decidió quedarse a vivir en Londres bajo la protección de Ari Up cuando tan solo contaba con 15 años. Tocó con las propias Slits, formó su propio grupo punk (The Cherries), se hizo gran amiga de Poly Styrene (X-Ray Spex), y en general se relacionó con el underground londinense. Allí comenzó también a interesarse en el rap, pinchando en radios piratas y conociendo a personajes cruciales no solo para su propia carrera sino también para la historia de la música británica: Cameron McVey y The Wild Bunch… de los que luego surgirían Massive Attack.
El primero era un músico que, tras probar suerte con algún grupo nuevaolero, se unió a otro artista llamado James Morgan en el dúo pop Morgan McVey. Juntos publicaron un único single en 1986, ‘Looking Good Diving‘ (mucho ojo al cameo de Neneh en su videoclip), escrito y producido por los celebérrimos Stock, Aitken & Waterman. En su cara B se incluía una variación de la canción llamada ‘Looking Good Diving with the Wild Bunch‘, una suerte de remezcla por parte del colectivo de Bristol, con una chica llamada Neneh Cherry aparentemente improvisando versos de rap. Era, prácticamente en un 90%, lo que luego se convirtió en ‘Buffalo Stance’. McVey, que para entonces ya era pareja de Neneh, desistió de su carrera como intérprete tras el fracaso de aquel 7″, pero vio el potencial de esa colaboración y propuso a Tim Simenon –por entonces uno de los más avanzados productores y remixers británicos bajo el alias Bomb The Bass– regrabar y producir de nuevo la canción bajo el título de ‘Buffalo Stance’.
Publicado a finales de noviembre de 1988, el single fue un auténtico bombazo, especialmente después de la aparición de Cherry en el mítico Top of the Pops defendiendo la canción, respaldada por un DJ y dos estrafalarias bailarinas y luciendo un embarazo de 7 meses –a principios de 1989 nacería Tyson, su primera hija con McVey; la segunda nacería en Málaga en 1996, y se llama Mabel–. Fue top 3 en las listas de singles tanto de Reino Unido como de EEUU, además de número 1 en Holanda o Suecia. Pero lo más importante es que se trataba de una canción absolutamente revolucionaria: desde luego, no era la primera mujer negra que rapeaba en primera persona, tras las apariciones de fenómenos como MC Lyte, Queen Latifah o Salt-N-Pepa, pero sí la primera que se acercaba al pop de una manera tan fresca y descarada. Claro que Madonna venía coqueteando con la cultura hip hop, pero Neneh fue más lejos, ya que lo dominaba como un lenguaje propio y genuino.
El álbum debut de Cherry se convirtió después de aquello en una prioridad para Virgin. Con una niña recién nacida, Neneh y McVey compusieron las canciones y, bajo el alias de Booga Bear, Cameron se encargó de la producción ejecutiva y musical –The Dynamik Duo eran él y Phil «Chill» Ramacon–, con aportaciones puntuales de Simenon y su colaborador Mark Saunders, además de The Wild Bunch. Usando el alias The Bubble Bunch, Robert «3D» Del Naja y Andrew «Dj Mushroom» Vowles se implicaron, por ejemplo, en el festivo y callejero ejercicio de sampling y turntablismo que es ‘The Next Generation’.
Pero también, y más significativamente, en uno de los mayores éxitos del disco, además de una de las canciones más bonitas de su carrera: ‘Manchild’. El segundo single de ‘Raw Like Sushi’, que fue el nombre que le dieron al álbum, desde luego tenía versos rap. Pero era también una sorpresa en lo sonoro: compuesta junto a 3D, se trata de un atmosférico medio tiempo en el que Neneh parece contar una historia de celos en unos versos y estribillo que parecen anticipar lo que llegaría dos años después en el debut de Massive Attack, ‘Blue Lines’ –producido nada casualmente por Cameron McVey, por cierto–. Mención aparte para su singular vídeo:la cámara oscila como un péndulo mientras Neneh, ante un croma, canta y baila con la pequeña Tyson en brazos en una falsa playa, mientras una mujer tiende la ropa y dos chicos de distintas edades van y vienen, ataviados como raperos adultos.
No hay más canciones en el álbum que se asemejen a ‘Manchild’. Apenas la sinuosa y pegadiza ‘Phoney Ladies’ reduce un poco el ritmo de un disco que se nutre de la multiculturalidad de Cherry, que para entonces, a sus 25 años, ya había recorrido y vivido en muy distintas partes del mundo. Siendo mestiza ella misma, Neneh reflejaba el sonido estruendoso y celebratorio de los barrios populares de las grandes urbes anglosajonas, donde múltiples etnias se concentraban y mezclaban, quisieran o no. Así, no son pocos los momentos de ‘Raw Like Sushi’ en los que encontramos a Neneh lanzando skits o frases sueltas en español o japonés. El rap más colorido y trepidante refulge aún hoy con encanto old-school en temas como ‘Kisses On The Wind’, ‘So Here I Come’ o ‘My Bitch’, aderezado también con soul y R&B de forma exuberante y vibrante en ‘Inna City Mamma’, ‘Outré Risqué Locomotive’. Y también aproximándolo de manera descarada al pop, como bien prueban ‘Love Ghetto’ y, sobre todo, ‘Heart’, que, tras arrancar con un furioso verso, se zambulle de lleno en esa estética que los citados Stock, Aitken & Waterman habían impuesto, hit tras hit, como el canon estético de finales de los 80.
A pesar de su mirada desafiante –lo es aun más en la foto interior del disco, con sus manos cubiertas como un boxeador y ya mostrando el enorme medallón dorado que cubre su torso semidesnudo–, Neneh Cherry no era la mejor rapera ni la mejor cantante pop, sino un efervescente crossover de muchos elementos. Así lo ha mostrado su ecléctica e intermitente carrera posterior, derivando más hacia el jazz (‘The Cherry Thing‘, 2012) y la experimentación (‘Blank Project‘, 2014; ‘Broken Politics‘, 2018) en su última etapa. Ni siquiera se puede decir, como suele ocurrir con muchos debuts, que ‘Raw Like Sushi’ fuera el pico de su carrera. De hecho, tres años después ‘Homebrew’ mostraba a una artista con aún mayor personalidad y convicción, dejando atrás la bisoñez lógica de aquel primer disco. Pero sí es evidente que aquel disco supuso la puerta de entrada al rap para un público que hasta ese momento permanecía ajeno a él, haciendo ver que una estrella del pop podía serlo manejando con soltura ese lenguaje. Y de aquellos polvos, estos lodos que han hecho del hip hop el pop rock del siglo XXI.