Los estudios dicen que está subiendo el consumo de internet en casa, como es obvio, y el consumo de televisión en particular. Pero nada parece indicar, por contra, que haya subido el consumo de música en streaming: si en la semana del 26 de febrero, una canción requería 4,8 millones de reproducciones a nivel global para llegar al top 200 semanal de Spotify, en la semana del 27 de marzo, el listón bajó a 4,4 millones de reproducciones, un 8% menos. Mucha gente escucha música en el trayecto al trabajo o a clase en metro o en coche, al salir a correr o en el gimnasio y esas actividades, como tantas otras, han desaparecido de nuestras vidas. Escuchar música puede ser una actividad social o familiar, pero no tan habitual como sentarse a ver una serie o una película, y con ese escenario muchos artistas han decidido posponer sus discos inminentes, como ha sido el caso de Lady Gaga, Haim o Hinds.
Muchos artistas que pensaran sacar sus álbumes por sorpresa o de manera programada esta primavera no lo harán -sí lo ha hecho por ejemplo Childish Gambino-, pero el verdadero dilema era qué hacer con una campaña que ya estaba empezada, como eran los casos de The Weeknd, Dua Lipa, The Strokes o J Balvin. Cuando los singles principales están en el mercado, en la radio, en las playlists de moda, es una difícil decisión si seguir adelante con lo planificado o abortar misión. J Balvin no tenía problema casi porque no depende del formato físico en absoluto, todo lo bueno o lo malo que le pase depende enteramente de Youtube, Spotify y plataformas similares, pero para otros artistas encontrarse con las tiendas vacías puede ser un problema grave, pues van a perder oportunidad, en concreto la de vender decenas de miles de copias. En muchos casos, se vende un porcentaje muy alto del total esperable solo durante la primera semana, o incluso durante el primer día. Para cuando las tiendas vuelvan a abrir, se corre el riesgo de que el hype sobre tu disco se haya esfumado en un 50% o más. Por eso, Bunbury ha pospuesto su álbum sine die.
Dua Lipa no se ha visto en la peor de las disyuntivas. Su público es joven, no compra demasiado en físico, y sus streamings son muy altos. Por supuesto, la promoción de ‘Future Nostalgia‘ se ve profundamente afectada (entrevistas, televisiones, etc), hasta el extremo radical de que toda su gira se ha pasado al año que viene, pero con el álbum filtrado no tenía opción: tenía que lanzar el disco ya sí o sí. Para Lady Gaga ha debido de ser más complicado: su público es algo mayor, aún compra bastante en físico y ‘Stupid Love’, sin ser un macrohit, ha funcionado bien en los países anglosajones, siendo exactamente la canción más radiada en este momento en Reino Unido. Es un contratiempo por tanto que el disco no salga finalmente el 10 de abril. Para paliar daños, el rumoreado single junto a Ariana Grande que iba a salir el día 27 de marzo -nunca se confirmó ni una cosa ni la otra- no se ha editado, ni seguramente lo haga hasta que el grueso de la crisis pase.
Que puede ser dentro de mucho. Estados Unidos es obviamente el mercado más importante para los artistas internacionales, pero también el que parece que va a ser más sacudido por el COVID-19. Ya con más de 200.000 contagiados, lejos del pico de la curva de contagios, y con pronósticos de hasta 240.000 muertos por el coronavirus, nadie está pensando en cuándo abrirán las tiendas de música estadounidenses por razones evidentes.
Lo que no quita que algunos estén recurriendo a imaginativas técnicas para de hecho vender sus discos y tener entretenidos a los fans. Hay una campaña para seguir comprando CD’s y vinilos online, sobre todo en tiendas pequeñas, para que la industria se hunda un poco menos de lo que se va a hundir, y apoyar al pequeño comercio. Suponemos que esta campaña dejará cifras anecdóticas, pero lo que sí está funcionando con cifras más que saludables es la venta a través de las propias webs de los artistas, con pedidos especiales.
The Weeknd ha conseguido que cuele en el Billboard 200 el sistema de ventas de su web, que incluye una copia digital de ‘After Hours‘ junto a decenas de «items» entre los que se incluyen sudaderas, posters firmados, camisetas y llaveros. Por haber, hay hasta ceniceros, relojes de pared, barajas de cartas y chupa chups, todo ello con los mp3 de las canciones. Son los «bundles» tan habituales del mercado americano. Así -y sumando su monstruoso streaming- ha «vendido» 440.000 copias en una semana solo en EE UU. Es como si la pandemia no existiera. Dua, por su parte, que veía cómo 5 Seconds of Summer iban a quitarle el número 1 en Reino Unido, se ponía a firmar cassettes de colores de neón ochentero como una loca y a venderlos a través de su web. ¿Qué mejor tenía que hacer, encerrada en casa, que sentarse con una montaña de cintas y un rotulador? Ya os lo digo yo: nada. Como resultado, ha vendido miles de cassettes, hasta agotarlos, según se ha reportado en las «midweeks», y ‘Future Nostalgia’ presenta una cifra semanal apañada (34.000 unidades en las islas, top 2, eso sí), inferior a la que habría obtenido con las tiendas abiertas, pero muy digna -más, desde luego que las españolas-. No salvará al mundo, pero la función de la música también es entretener, divertir y servir de evasión para tiempos difíciles, y tanto Abel como Lipa lo han cumplido desde diversos ángulos.