Una de las grandes sorpresas de ‘Future Nostalgia’ es, curiosamente, una ausencia: la de Nile Rodgers, cuya implicación en las sesiones de grabación del disco fue aireada tanto por él como por Dua. Sin embargo, aunque no haya participado directamente en la grabación de los temas (al menos, tal y como los escuchamos en la versión final), es evidente que su espíritu como genio catalizador de la cultura disco que sobrevuela en el disco de Dua, en canciones como ‘Levitating’ o la propia ‘Future Nostalgia‘. En ese sentido, en lugar de recurrir a uno de sus clásicos con CHIC como ‘Chic’ (1977), ‘C’est Chic’ (1978) o ‘Risqué’ (1979), le damos la vuelta al asunto y nos vamos a su último trabajo. Un reivindicable ‘It’s About Time’ que, entre participaciones estelares –Lady Gaga, Elton John, Craig David, Mura Masa, NAO, Danny L Harle (PC Music)… nada menos–, sirve sobre todo para poner de manifiesto la vigencia y atemporalidad del disco-funk de Rodgers y Bernard Edwards. Justo como hace, a su manera, ‘Future Nostalgia’.
Si bien el Hi-NRG de los 80 a la manera en la que lo entendieron Kim Wilde o Debbie Harry (con y sin Blondie, una de las inspiraciones manifiestas de ‘Future Nostalgia’ en palabras de Dua), hemos preferido acudir a la revitalización de ese sonido que se ha hecho por parte de numerosos artistas en las últimas décadas. Y concretamente hemos pensado en el proyecto de la neozelandesa Pip Brown, Ladyhawke. Especialmente en su fantástico debut que, con un punto de vista alternativo, insuflaba nueva vida al pop de aquella era y lo rescataba –aderezado con cortes más tecnopop o rockeros, según el caso– en canciones deslumbrantes como ‘Paris Is Burning’, ‘Back of the Van’, ‘Dusk Til Dawn’ o ‘My Delirium’ que, como decía un lector en la reseña de ‘Future Nostalgia’, suena a «precedente» (por decirlo así) de ‘Physical‘. Teniendo en cuenta que cuando se editó Dua Lipa tenía unos 15 años y que en su día tuvo bastante predicamento en Reino Unido, no parece nada descabellado pensar que lo escuchara unas cuantas veces. En cuanto a Brown, ni ‘Anxiety’ (2012) ni ‘Wild Things’ (2016) lograron superar aquel debut, que por cierto fue reeditado el pasado año por su décimo aniversario con algún tema inédito como ‘Colours in the Dark’.
Otro de los referentes explícitamente nombrados por Dua Lipa, que al parecer la marcaron en su infancia, han sido Moloko. El combo británico, pese a su vocación alternativa, fue un auténtico superventas en los 00s sobre todo en Reino Unido. Sin embargo, su particular visión orgánica de la música dance poco tiene que ver con lo que encontramos en ‘Future Nostalgia’. En cambio, mucho más conectado con ese sonido parece ‘Overpowered‘, el segundo trabajo en solitario de Róisín Murphy. Un disco glorioso, repleto del pop irresistible de singles como ‘Let Me Know’, ‘Dear Miami’, ‘Overpowered’ o ‘Cry Baby’ –es alucinante lo poco que cuesta imaginárselos cantados por Lipa–, aderezado elegantemente con toques de música disco, funk y jazz que le dan una visión completamente atemporal: resulta alucinante lo fantasticamente bien que ha envejecido este álbum. Pese a que la deriva de la artista irlandesa haya sido mucho más arriesgada en los últimos años, Murphy puede estar muy orgullosa de este clásico.
Es manifiesto que el fantasma del Prince de ‘1999’ ha aportado algún que otro truco que escuchamos en ‘Future Nostalgia’ (canción y disco). Pero, siendo honestos, parece más lógico pensar que si Lipa tuvo un contacto con la música del genio de Minneapolis sería a través de su influencia en artistas de su época como OutKast, D’Angelo… o Justin Timberlake. Baby Dua tendría unos once añitos cuando el avezado ex-miembro de ‘NSYNC se reinventaba al lado de Timbaland con el deslumbrante ‘FutureSex/LoveSounds’, seguramente uno de los discos más influyentes de lo que llevamos de siglo. La aproximación minimalista al funk y al hip hop de temas como ‘Sexy Ladies’ o ‘LoveStoned’, además, encuentra cierto eco en cortes como ‘Pretty Please’ o incluso ‘Break My Heart‘.
Más o menos a la vez que Timberlake triunfaba sobre todo en EEUU con su segundo disco, Lily Allen hacía lo propio en Reino Unido con su debut ‘Alright, Still‘. La influencia de cortes como ‘Smile’ o ‘Not Big’ en el soul-hip-pop juguetón de ‘Good In Bed’ –un tema que gana con las escuchas y que no es tan menor como podría parecer, aunque rebaje el alto ritmo de ‘Future Nostalgia’– es evidente. Pero una nueva escucha al primer disco de Allen nos recuerda que aquel era un trabajo tan variado y rico (del lounge-hop de ‘Everything’s Just Wonderful’ a la eurovisiva ‘Alfie’ pasando por la caribeña ‘LDN’) como el nuevo de Dua, y que como este apenas rebajaba puntualmente su alto nivel de contagiosa energía positiva.
La implicación de Stuart Price en ‘Future Nostalgia’ contribuye lo suyo a hacernos conectar este disco con la reinvención disco-funk que se aplicó a sí misma Madonna en ‘Confessions on a Dancefloor‘, 15 años atrás. Y aunque partan de situaciones artísticas y personales muy diferentes –una Madonna rebotada tras el político ‘American Life’ se centraba en el amor, la fama y la religión; Dua, tras el éxito a fuego lento de su debut, se centra en una ruptura amorosa–, ambos trabajos comparten, además de unas cuantas coincidencias estéticas (la sombra de Giorgio Moroder, sobre todo), una cohesión estructural muy sólida, con secuencias que nos van arrastrando por un camino de hedonismo y expiación de la amargura a través del baile. Y no es que lo digamos nosotros o unos cuantos tuiteros, es que la propia Dua habla de Madonna como inspiración.
Otro álbum de su infancia que parece haber dejado una fuerte impronta en Lipa es ‘Love Angel Music Baby’, el fantástico debut en solitario al margen de No Doubt de Gwen Stefani, del que hablaba mi compañero Jordi Bardají profusamente meses atrás, cuando se reeditaba coincidiendo con su decimoquinto aniversario. «Gwen Stefani se propuso hacer un disco “tontorrón” y “bailable” que actualizara el sonido de los 80», decía Jordi, «no tenía ningún interés en ser una artista seria ni en anticipar el sonido del futuro». Una definición que encaja bastante bien con lo que encontramos en ‘Future Nostalgia’: Dua Lipa se ha dejado de movimientos pretenciosos y trascendentales que le vinieran grandes y se ha esmerado por hacer el mejor disco pop que pudiera. Y eso es lo que encontramos. Un disco tan variado y rico en palos como el debut de Stefani: aunque en aquel pesaba más el hip hop, los sintetizadores ochenteros con voces robóticas y bajos funk de ‘Future Nostalgia’ o el ambiente de ‘Cool’ –de manera graciosa, también ‘Love Sexy Music Baby’ contenía una canción titulada así, en su caso un emotivo medio tiempo– parecen hijos de aquel disco.
Evidentemente, ni Madonna ni Róisín ni Dua fueron las primeras en recurrir a la reivindicación de la música funky y disco para insuflar efervescencia y frescura a su pop. Antes lo hizo Kylie, por ejemplo. Y aunque en ‘Light Years’ (2000) ya se atisbaba el movimiento, fue en ‘Fever’ en el que la Minogue sentó una auténtica base –asentada, por otra parte, en la influencia del éxito del french touch de Daft Punk, Stardust y Cassius– para el pop del siglo XXI. Como ‘Future Nostalgia’, el octavo disco de la australiana asentó su éxito en un monster-hit (‘Don’t Start Now‘/’Can’t Get You Out of My Head’), pero dentro contenía una colección de canciones de gran altura, que no daban respiro con otro puñado de cortes de éxito (‘Break My Heart’ y ‘Hallucinate’ son presumiblemente, los ‘In Your Eyes’ y ‘Come Into My World’ de ‘Future Nostalgia’) envueltos, además, en una cohesión sonora admirable.