The Magnetic Fields y Stephin Merritt, más allá de ’69 Love Songs’

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The Magnetic Fields y Stephin Merritt, más allá de ’69 Love Songs’

Nuestra web nació en febrero de 2006, dos años después de que The Magnetic Fields publicaran ‘i‘. En nuestra web rescatamos aquel álbum en nuestro listado de los 100 mejores discos de los 10s, y hemos atendido con la devoción que merece la carrera de Stephin Merritt los discos que ha venido publicando desde entonces, desde ‘Distortion‘ (2008) a ‘Quickies‘, publicado este viernes y que es nuestro Disco de la Semana. Pero teníamos una laguna con toda la etapa ’69 Love Songs’ –que no hace falta decir que es uno de los mejores discos de los 90 para nosotros– y la pretérita a esa obra que pretendemos llenar ahora con sendos especiales. Comenzamos repasando la era previa a ese superlativo álbum triple, trazando los primeros años de The Magnetic Fields y resumiéndolos en una playlist para Spotify

Da cierto vértigo pensar que The Magnetic Fields cumplirán 30 años en 2021: fue en 1991 cuando el combo se presentó por primera vez como teloneros de los británicos Magnétophone en una sala de Cambridge, Massachusetts. Por esa época, Merritt vivía en Boston e iba al instituto, donde se hizo amigo de Claudia Gonson –aún a día de hoy su amiga, colaboradora y manager–, formando su primer grupo, The Zinnias. The Magnetic Fields –nombre inspirado por la novela surrealista de André Breton y Philippe Soupault, al parecer– eran la traslación al escenario de Buffalo Rome, proyecto que Stephin había comenzado en solitario experimentando con viejos sintetizadores y cajas de ritmo (de hecho, ‘Plant White Roses‘ se acreditaba en ‘Obscurities‘ como una adaptación de aquella etapa). Y de esa experimentación nacería ese mismo año ‘Distant Plastic Trees’, que contenía el germen de esta primera era del proyecto.

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‘Distant Plastic Trees’ es un disco «intencionadamente pequeño» y fuertemente inspirado por Young Marble Giants, en palabras textuales del propio Stephin. Un trabajo de electropop efectivamente bastante minimalista en cuanto a recursos –teclados y voz femeninas con mucho delay–, pero no tanto en lo que a sonido se refiere, expansivo y plúmbeo cuando no se trataba de pianos, pero con la melodía predominando sobre todo en canciones como ‘Railroad Boy’, ‘Your Love to Fail’ y sobre todo ‘100.000 Fireflies’, una suerte de himno del primer indiepop yanqui, completamente ajeno al grunge que ya comenzaba a tañer en la costa opuesta de EEUU. Con su carácter completamente amateur, una simplona caja de ritmos por momentos desacompasada soporta una pianola tan imperfecta como mágica, sobre la que sobresale la voz pseudo-operística de Susan Anway –por increíble que parezca, provenía de un grupo post-punk de Boston llamado V– contraponiendo el humor de versos como «Tengo una mandolina / la toco toda la noche / me da ganas de matarme a mí misma» con el romanticismo cursi de «salí al bosque y cogí 100.000 luciérnagas / Al revolotear por la habitación, me recuerdan a tus ojos estrellados».

Apenas un año después, ‘The Wayward Bus’ daba una idea más precisa de la personalidad de The Magnetic Fields. Unos años después, Merritt lo definiría muy someramente como «un estudio sobre Phil Spector», sobre todo en su primera mitad. Y efectivamente, desde su perspectiva electropop lo-fi, ‘When You Were My Baby’ lo deja muy claro: podría ser una canción de The Ronettes. También ‘The Saddest Story Ever Told’ o ‘Candy’, esta vez con más profusión de cuerdas (también guitarras) envueltos en bruma (sentando las bases de sus siguientes pasos). Pero el segundo disco de los Magnetic no iba por ahí del todo, como deja claro la excéntrica y divertida ‘Tokyo Á Go-Go’, que evoca a Les Rita Mitsuoko, más bien. «La segunda parte contiene cualquier cosa que me rondara», decía Merritt a The Onion. «Mucha gente escuchaba la primera parte y asumía que era así, un tributo a Phil Spector o algo así, pero no lo era». No, no lo era. Si bien ‘Summer Lies’ y la bonita ‘Dancing in Your Eyes’ podrían servir como estándares de la siguiente etapa de The Magnetic Fields, ‘Old Orchard Beach’ se caracteriza por croares de rana sobre la voz de Susan y ‘Jeremy’ suena como si a Spacemen 3 les hubiera dado por hacer una canción con instrumentos de juguete. Es un disco encantador, que asienta el primer sonido de Merritt, pero no es un disco magnífico, aún.

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La gran consolidación del sonido que caracterizó estos primeros años de The Magnetic Fields llegaría casi por accidente, cuando Susan decidió marcharse a vivir a Arizona, forzando a Stephin a probarse como vocalista. Su primera intentona fue el EP ‘The House of Tomorrow’, tan importante en su carrera que su página web se llama justo así. Publicado por un pequeño sello, sus cuatro canciones no eran brillantes, pero establecían una suerte de estándar que Merritt desarrollaría más y mejor en sus siguientes trabajos previos a ’69 Love Songs’: tecnopop de baja fidelidad creado en realidad con instrumentos tradicionales (batería, guitarra, bajo… y cello, siendo el primer disco en el participaba Sam Davol), creando una argamasa de pop sobre la que Merritt desarrollaba melodías bonitas y románticas, con su voz de semi-barítono aspirante a crooner.

Es curioso que esa simiente sonora se erigiera en instrumentos tradiciones, teniendo en cuenta lo similar que suena a ‘Holiday’, interpretado en su mayoría (salvo por el cello de Davol y una tuba ocasional) con sintetizadores no programados, «sin MIDI». Buscando sin complejos «un sonido euro-pop» –OMD o The Human League podrían ser referencias, solo que con una perspectiva doméstica y modesta, con un inquietante punto de rareza–, es el primer gran disco de Merritt, trufado de bonitas canciones que no se esconden. Aunque ‘Strange Powers’ (impulsada por su aparición en la comedia de culto de HBO ‘Bored to Death‘, además de por una versión de The Shins) y la enorme ‘Take Ecstasy With Me’ (convertida en sudoroso himno clubber por !!! una década después) son los temas que han gozado de mayor gloria, la colección de gemas es especialmente importante, sobre todo en su primera mitad: ‘The Flowers She Sent And the Flowers She Said she Sent’ (maravilloso título, adelantando ese toquer sardónico tan suyo), ‘Desert Island’, ‘Deep Sea Diving Suit’, ‘Torn Green Velvet Eyes’, ‘Swinging London’… se conservan maravillosamente bien. Como curiosidad, Merge recuperó años después en un recopilatorio una versión alternativa de «Take Ecstasy» con la voz de Anway, en la que probablemente fuera su última grabación para el proyecto.

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Curiosamente, pese a haber sido grabado antes, la lentitud del modesto sello Feel Good All Over propició que ‘Holidays’ se publicara unos meses más tarde (aunque en el mismo año, 1994) que su sucesor. ‘The Charm of the Highway Strip’ era además la primera referencia de The Magnetic Fields en Merge Records, el sello de Mac McCaughan y Laura Ballance de Superchunk. Eso hizo que fuera el primer trabajo de Stephin que tuviera una difusión a la altura de las circunstancias. No en vano algunos lo descubrimos gracias a eso: difícilmente olvidaré mi primera vez, cuando Luis Calvo y Joako Ezpeleta pinchaban con frecuencia ‘Lonely Highway’ y ‘Born On a Train’ en su programa de indie en Los40, ‘Viaje a los sueños polares’. A tenor de aquellos temas, daba la impresión de que The Magnetic Fields era un extraño proyecto de versiones synthpop de Johnny Cash y Glen Campbell, y lo cierto es que se acercaba: «Es un álbum de canciones de viaje, canciones de carretera, lo que implica necesariamente que es un álbum de música country, alternando entre la electrónica y el estilo Phil Spector, con docenas de instrumentos sonando uno sobre otro». Así definía Merritt el disco en la ya citada entrevista con The Onion, y no podría enmarcarse mejor. Pero sí es importante señalar que es su primera gran obra maestra, que a muchos nos marcaría ya para siempre. Transmitiendo una inexplicablemente cálida sensación de nostalgia de lo ajeno, ‘The Charm of the Highway Strip’ es un disco sin canción mala, maravilloso de cabo a rabo.

Lo que para algunos artistas podría haber sido una cumbre, era solo el principio para Merritt, un compositor incansable que, un año después, volvería a publicar dos trabajos con pocos meses de diferencia. Porque antes de ‘Get Lost’, siguiente disco de los Magnetic, llegaría el debut de The 6ths. Convertido ya en un pequeño gran héroe del underground, su nombre iba de boca en boca y no le resultaría muy complicado lograr que algunos de sus héroes y artistas afines accedieran a poner voz a sus letras y canciones en este singular proyecto: Amelia Fletcher (Talulah Gosh, Heavenly), Dean Wareham (Galaxie 500, Luna), Georgia Hubley (Yo La Tengo), Lou Barlow (Dinosaur Jr.), Barbara Manning, Mary Timony (por entonces en Helium, ahora en Ex-Hex), Mitch Easter (primer productor de R.E.M.), Robert Scott (The Bats) o Stuart Moxham (Young Marble Giants) se congregaron en esta pequeña gran joya que causó tanto furor en la época que cinco años después tendría una secuela, ‘Hyacinths and Whistles’ (con Marc Almond, Neil Hannon, Odetta, Bob Mould…). De aquel disco surgiría una de las sentencias que mejor definen a Merritt: “Hay una canción que hacemos (Nde: podría referirse a ‘Winter In July‘, cantada por la nipona Ayako Akashiba, o a ‘Here In My Heart’, con Anna Domino) que la gente del indie-rock odia porque dicen que suena como un tema de ABBA. Para mí, es el mayor cumplido que podían hacerme». A mediados de los 90, casi nadie se atrevía a afirmar tal cosa.

Y a finales de 1995 llegaba ‘Get Lost’, el disco de la gran consagración de The Magnetic Fields como grupo. En él, además del ya habitual Sam Davol, contaba con la participación activa de John Woo a la guitarra y Claudia Gonson traspasando la línea de ser «solo manager» y lanzándose a cantar y tocar varios instrumentos, conformando el germen de lo que siguen siendo a día de hoy (sumándose después Shirley Simms, Daniel Handler –el hombre tras el famoso alias literario Lemony Snicket– y Pinky Weiszman). Su sonido, con lo orgánico robando peso a lo electrónico, quedaba dotado de una mayor rotundidad y confianza desde el primer instante, equilibrando la arrebatadora energía de ‘Famous’, ‘The Desperate Things You Made Me Do’, ‘You And Me And the Moon’ o ‘Save a Secret for the Moon’ con la melancolía maravillosa de ‘Smoke and Mirrors’, ‘With Whom to Dance?’, ‘Why I Cry’ o ‘Don’t Look Away’, que casi podría entenderse como la primera canción de The Gothic Archies, mientras que las majestuosas ‘All the Umbrellas In London’ y ‘Love Is Lighter Than Air’ fueron casi, casi hits. Como curiosidad, este debe ser uno de los discos favoritos de Neil Hannon, porque hasta tres de sus canciones (‘Love Is Lighter Than Air’, ‘Famous‘ y ‘With Whom to Dance?‘) han sido versionadas por The Divine Comedy e incluidas como caras B de singles entre 1996 y 1999.

No podíamos dejar pasar en este repaso a los primeros años de Stephin Merritt la mención de Future Bible Heroes, su otro proyecto paralelo. Nació fruto de la vieja amistad de Stephin, fraguada en clubs nocturnos de Boston, con Chris Ewen, multiinstrumentista que tuvo su momento de gloria en los últimos 80 como miembro del grupo Figures On A Beach, que cosecharon cierto éxito con su versión tecnopop de ‘You Ain’t Seen Nothing Yet’ de Bachman-Turner Overdrive y el single ‘Accidentally 4th Street (Gloria)’. ¿Qué podía unirle a Merritt? Su freakez, obviamente: compartía con él su fascinación por Yma Sumac y John Cage, y admiraba su colección de instrumentos tradicionales Tiki. Algunos de esos suenan en ‘Memories of Love’ (1997), el extraño disco que publicaron en 1997, con Claudia como tercera en discordia (repartiéndose labores vocales con Stephin). Pretende ser un disco en la «tradición de electro-pop con dos cantantes», aunque se cuela alguna extravagancia jazzy (‘She-Devils of the Deep’). No pasa de curiosidad para completistas, pero sin perder la perspectiva y el buen gusto, como demuestra la preciosa ‘Lonely Days’. Por entonces, ya se estaba fraguando el disco-enseña de The Magnetic Fields y, como se suele decir, el resto es historia.

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