Operación Triunfo «Acabemos Con Esto de Una Vez, Por Favor» 2020

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Operación Triunfo «Acabemos Con Esto de Una Vez, Por Favor» 2020

Vaya por delante que tiene su mérito que todos los implicados –concursantes, profesores, equipo técnico, un presentador que de facto ya ha comenzado su andadura en otra cadena…– hayan optado por reunirse de nuevo tras varias semanas en confinamiento y zanjar esta Operación Triunfo 2020 de una vez. Se entiende que los contratos están para cumplirse –más si hay dinero del erario público de por medio– y que sería insólito que el talent-show quedara desierto, pero… que acabe pronto.

Porque el regreso de OT fue poco menos desangelado que aquella gala subtitulada –quizá proféticamente– como «Quédate en casa» que se emitió previo al desmantelamiento temporal de la academia y la suspensión de sus emisiones. Las audiencias no han remontado lo más mínimo y hace tiempo que quedó claro que estos concursantes, con la única y evidente excepción de la explosiva Nia, caerán presumiblemente en el olvido tan rápido como los de OT 2018 –salvo Natalia Lacunza, quizá–. Si algo evidenció la gala de ayer fue eso –la joven canaria superó con nota el reto de interpretar ‘Quimbara’ de Celia Cruz–, que bien se podría haber continuado el programa tomando las medidas de protección oportunas –si lo ha hecho Telecinco con ‘Sálvame’ y ‘Supervivientes’, no veo por qué no podría haberse hecho con este talent– y que TVE pierde a un presentador de los que casi no quedan, Roberto Leal.

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Sin ser Jimmy Fallon, él solito logró mantener un poco cierta normalidad en una gala del todo anormal, con bailarines enmascarados (por exigencias sanitarias, no por gusto de algún estilista perverso) y plantas de plástico que de ninguna manera camuflaban la ausencia de público físico –sí lo hubo virtual, en múltiples videoconexiones que se «pinchaban» en las pantallas al final de cada actuación– ni los incómodos aplausos enlatados. Hasta tal punto puso empeño el sevillano en que todo saliera lo mejor posible que hasta se marcó una imitación de Fernando Simón y, en una situación insólita, se lanzó a bailarse unos pasos durante la actuación de la mentada Nia –¿seguro que mantuvo la pertinente distancia de seguridad? ¿Nos engañó la distancia focal?–.

Si hubo una diferencia palpable en los concursantes fue que se notó que han tomado nota de lo que se ha visto y se ha dicho de ellos en el exterior, y han tratado de corregirlo y/o potenciarlo, según su interés. La mayoría de ellos se mostraron confiados y sueltos en los vídeos de esta semana en la academia y los ensayos… pero el escenario no mostró exactamente eso: ni una de las actuaciones –apenas la esforzada Anajú con ‘Man Down’ de Rihanna, Maialen exponiéndose a conciencia como target para el público de Zahara o La Bien Querida con su versión de la preciosa ‘Sargento de hierro’ y Eva con más morro que voz en ‘Part Time Lover’ de Stevie Wonder– haría a ningún no-fan no ya erizar el vello o removerse en el sillón, ni siquiera arquear una ceja. Una planicie que convierte esto en «Operación Acabemos Ya Con Esto De Una Vez».

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Por suerte la dirección y la cadena están por la labor: ya no habrá favoritos, la de anoche fue la última gala con nominados del jurado –sí, hay jurado– y tan pronto como la próxima semana se conocerán a los tres primeros finalistas de la edición. A todo esto, entre ellos no estará Gérard, que fue el expulsado anoche, ni el que se imponga entre los dos nominados de la semana, Bruno y Flavio. Pero la cuestión es, visto el declive que está teniendo el formato tras su exitoso regreso de 2017, si tiene sentido que OT tenga nuevas ediciones no ya a corto sino a medio plazo.



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