‘Baby’ pone sobre la mesa la accesibilidad (y las contradicciones) de El Bicho

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‘Baby’ pone sobre la mesa la accesibilidad (y las contradicciones) de El Bicho

Con la muerte de Josetxo Ezponda en 2013, el underground perdió a uno de sus talentos más singulares. El líder de Los Bichos dejó plasmado su carisma en una obra no muy voluminosa pero sí variada y valiente que lo mismo se dejaba empapar de glam y el rock más underground como se anticipaba a la moda latina en ‘Mescalito’ y la ranchera ‘Me gustaría llorar’, mucho antes de que la versatilidad fuera la seña de identidad definitiva de la modernidad. Su segundo álbum, el doble ‘In Bitter Pink’, publicado en 1991, fue reconocido como uno de los mejores discos del siglo XX por la prestigiosa y extinta Rockdelux.

¿Qué pasó después de publicar un par de discos en solitario, ‘My Deaf Pink… Love’ (1991) y ‘A Glitter Cobweb’ (1995), este último como El Bicho? A lo largo de tres años y con varias formaciones, Ezponda intentó darles continuidad con un álbum incluso secuenciado llamado ‘Doberman Yoghourt’. Incluso llegó a tener lista, medio improvisada, una portada, la que veis sobre estas líneas, pero que jamás vio la luz. Hasta que este verano el sello Hanky Panky se las ha arreglado para recuperarlo. Eso sí, sólo en formato físico: no se ha subido a las plataformas de streaming más que el tema que Josetxo quería que fuera el sencillo principal, ‘A Brighter Pearl‘, y ‘Baby’, a petición de nuestro site.

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La generosa edición en vinilo es una reliquia para fans, con fotos y un encarte de 4 grandes páginas (12″) en el que Jaime Cristóbal y Fernando Gegúndez repasan exhaustivamente la historia de este álbum, recordando cómo el ex-Bichos Alfonso Asio grabó su parte en el año 2000 tan sólo unos meses antes de morir; la desesperación de Ezponda tras mudarse a Madrid –en frente del conocido bar musical Tupperware– para intentar vender el álbum a algún sello, tras el «supuesto interés» de Subterfuge; o la grabación en tan sólo en un par de días, sin los accidentes ni las turbulencias de otras ocasiones. Allí lo único que se consumió fue Coca-Cola.

Se califica la obra como «claramente un disco de Los Bichos, porque está Asio y porque es un disco eléctrico en su totalidad», y se recalcan las influencias habituales de Nick Cave & The Bad Seeds, Television, T.Rex o Mink DeVille. Hay canciones rugientes, ariscas y complejas, pero hay una que destaca particularmente por su accesibilidad. Se trata de la mencionada ‘Baby’ (¿o deberíamos llamarla «Hunger»?), la cual tras una intro aparentemente apaciguada, desata la locura («go nuts») en base a un riff que se repite sin descanso durante las estrofas, antes del cambio melódico del estribillo… si es que casi toda la canción no es un estribillo en sí misma.

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Con un puente dub que sirve para realzar la vuelta al redil, supone un recuerdo del potencial que escondía el autor cuando le apetecía. «Ya es sabido que genialidad y comportamiento embarazoso van siempre de la mano» es una de las frases que le definen en este libreto, aunque el debate está en verdad no en su comportamiento en el ámbito privado sino en la contradicción de muchas estrellas en su búsqueda de la fama y el reconocimiento… pero siempre sin venderse y huyendo del menor atisbo de «comercialidad». ¿Cómo no iba a ser este el single en lugar de ‘A Brighter Pearl’?

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