Kevin Morby / Sundowner

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Kevin Morby / Sundowner

¿Puede un disco bonito, bien hecho, de recia música country-pop americana, resultar aburrido? Oh, por supuesto. ‘Sundowner’ de Kevin Morby es, me temo, un claro ejemplo. Autocitarse está feo, pero en la crítica de ‘Oh My God’ accidentalmente resumí la de este álbum: “Lo que lastra la redondez del álbum es la acumulación de temas hacia el final que acaban sonando un poco igual, la ausencia de más ganchos o canciones más redondas para cerrar. Un defecto que, a la postre, acaba siendo el mal habitual del que adolecen los discos de Kevin Morby”. Pues lamentablemente, esta vez Kevin ha refinado la fórmula; la de resultar tedioso.

El punto de partida era de los más prometedor, pero. En su web, Kevin relata de dónde procede el disco y su proceso de grabación: su mudanza de Kansas a Los Ángeles, la compra de un cuatro pistas y cómo fue experimentando sobre él, su relación con Katie Crutchfield (Waxahatchee), el confinamiento, su afán de capturar el crepúsculo americano (de ahí el título, ‘Sundowner’) y toda la gama de sentimientos que este provoca… Y, sin embargo, no hay manera de que me aferre al disco. Sí, la premisa será realmente evocadora, pero su plasmación no es ni lo crepuscular, ni lo melancólica, ni lo arrebatada, ni lo sugerente que pretende en su texto. Se queda en el intento.

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Como suele suceder, la cosa empieza bien. ‘Valley’ es una canción de Americana quizás bastante trillada, pero también es bonita y efectiva. O el western crepuscular que dibuja en ‘Brother, Sister’, con una guitarra tan escueta como precisa, timbales resonando y Kevin recitando unos “bom-bom-bom” como arrebatado por Bill Callahan. La homónima ‘Sundowner’ es una hermosa y sobria balada acústica que se va abriendo paso sobre unos sutiles pero emotivos arreglos de viento.

Sin embargo, a partir de aquí es como si el disco se colara por una especie de agujero negro. Kevin canta/salmodia como el Lou Reed más dulce, las canciones rezuman clasicismo, lucen una apariencia correcta, lustre melódico y ejecución exquisita, pero resultan demasiado monótonas. Será que la cadencia y el tempo de todos los temas son siempre igual, excesivamente sosegados; que la voz de Kevin suena sedada, uniforme; que hay una ausencia casi total de sobresaltos; que su sonoridad está demasiado manida… La cuestión es que, a partir de ‘Campfire’, cuesta prestar atención, no se retiene ningún tema. Carecen de la personalidad que tenían las piezas descollantes de ‘Oh My God’ o ‘City Music’.

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‘Sundowner’ se despereza un poco a partir de ‘Jamie’, pero interesa más por su letra, una oda a amigos desaparecidos prematuramente, que por la canción en sí. Y el piano de ‘Velvet Highway’ parece ofrecer algo diferente, una melodía cosquilleante y un poco de épica tras tanta modorra. Pero es solo una breve pieza instrumental y se queda ahí, en la promesa. En ‘Sundowner’ nos quedamos sin piezas rotundas, no hay una ‘Oh My God’ o una ‘I Have Been To The Mountain’ que eleve los espíritus, no hay coros góspel, ni drama, ni crescendos, ni glam… Sólo un cantautor un tanto monótono; es todo tan contenido, que echamos de menos al Kevin desatado. Ha forzado demasiado la jugada.

Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘Valley’, ‘Brother, Sister’, ‘Sundowner’
Te gustará si te gusta: Bill Callahan, Bob Dylan.

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