¿Cuándo es la última vez que descubriste en una lista de virales o tendencias a alguien con una voz bonita? Este don parece haber perdido importancia en los tiempos del Autotune, cuando cuenta mucho más lo hábil que seas en las redes sociales que las clases de canto, pero quien lo tenga sigue teniendo ese algo. Es el caso de Alberto Montero, que sin una voz prodigiosa tipo «talent show», que tampoco es lo que buscamos, sí es un vocalista con un timbre perfecto para dotar a sus composiciones de calidez. Cada vez que habla, reconforta.
‘El desencanto’, título de actualidad para estos tiempos -y lo que queda-, pretende ser el disco más pop del cantautor, si bien el artista continúa apegado a los paisajes sonoros del rock de finales de los 60 y a la canción de autor de los años 70. Vainica Doble y Pink Floyd suelen ser los artistas citados por Montero en cuanto a influencias, con algún momento apuntando en teclados y guitarras a la instrumentación de unos Tame Impala o sus influencias, pero con unas melodías y armonías vocales que podríamos asociar a Juan y Junior o C.R.A.G. Nunca a los exitosos Rufus T. Firefly, lo cual da un poco que pensar sobre lo que son las modas. Tan lejos, tan cerca.
El bueno de Alberto permanece tan ajeno a tendencias que la temática del álbum son las redes sociales, el bombardeo de información, la emergencia climática y el mundo que dejamos a los que vienen después. El corte titular es un gran ejemplo, con su queja de cuánto «han explotado mi pena», tras lo que plantea: «¿Cuál es la mejor manera de subirlo a Instagram?». La urgencia no es poner una solución a un problema, rebelarnos o marcharnos a un lugar mejor, sino ya sabéis, postearlo en redes.
A veces con un discurso herido, como en ‘Lluvia’ («Mi cabeza se va a nublar, las nubes negras vendrán dejando caer lluvia / Ya lo empiezo a anticipar, no lo puedo controlar»); y a veces con un discurso más optimista, como cuando ‘Mañana’ va «corriendo rápido al encuentro del amanecer»; el álbum contiene toda la lucha interior a que se enfrenta el autor de la sublime ‘Madera muerta’. A través, como dice ‘Todo es cíclico’, de «una tremenda y desesperante oscuridad», contra la que «hay que luchar». Cual terapia psicológica, la canción más larga, ‘El monstruo’, culmina: «creo que he vuelto a caer en la necesidad de aprobación… ¡¡aprobación, aprobación!!». Poco después, la canción final, entonada junto a una hija pequeña, deja un poso optimista pero también inquietante.
En este arsenal de altibajos, encontramos canciones tan desesperadas y rugosas como ‘Mira’; agitadas como ‘Lluvia’; armonías tan hermosas como las que abren el álbum o las de ‘No sé’, con ese penoso «últimamente me aferro a algo que sé que no va a suceder»; y curiosidades como la participación de Laetitia Sadier de Stereolab en la cincuentera ‘Le soleil’, traduciendo al francés lo mismo que ha cantado Alberto antes. Un álbum uniforme y bien acabado que se suma a una carrera de largos tan reivindicacbles como ‘Arco mediterráneo‘ y ‘Puerto príncipe’.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Mira’, ‘No sé’, ‘El desencanto’, ‘Lluvia’
Te gustará si te gusta: Sr Chinarro, Juan y Junior, C.R.A.G, Tame Impala.
Youtube: Bandcamp.