Hoy 8 de diciembre se cumplen 40 años del que puede ser el suceso más desconcertante e inverosímil de la historia del pop: el asesinato de John Lennon a las puertas del Edificio Dakota próximo a Central Park en Nueva York, donde vivía, y al que volvía junto a su esposa cerca de las once de la noche tras una sesión en los estudios Record Plant. Allí le aguardaba un «fanático» armado, Mark David Chapman, aún a día de hoy en prisión, al que había firmado un disco hacia las 5 de la tarde, momento inmortalizado para más inri para aquellos de estómago fuerte.
El disco que firmó John Lennon a su asesino, valorado en algún momento en los 2 millones de dólares y ahora mismo en una subasta por 400.000, era el que acababa de salir al mercado tres semanas antes, el 17 de noviembre, ‘Double Fantasy’. Firmado a medias con Yoko Ono, pues en general va presentando un tema de un artista y otro del otro de manera alternativa, suponía el regreso de John Lennon tras 5 años de silencio en los que se había concentrado en su familia, después de que en 1975 hubiera nacido su hijo Sean. Aun así, no fue el regreso más laureado, el álbum no entró directo al número 1 en las listas, algo que solo sucedería tras el asesinato, y algunas críticas fueron incluso negativas. Y lo continuaron siendo en cierta medida décadas después.
En su momento, un crítico de The Voice, hablaba de la «infantilización de John Lennon» y consideraba el concepto del álbum «misógino», pues estaríamos ante un concepto tal que «mujer-vampira-chupa-la-vida-de-un-hombre-que-disfruta-de-cada-minuto-de-su-destrucción». La función de Yoko Ono en la vida de John había recibido a su vez las críticas más descaradamente misóginas que se recuerdan, como reflejaba aquella canción titulada ‘La culpa de todo la tiene Yoko Ono’, que la gente canturreaba en los conciertos de Def Con Dos sin atender a su fondo. El mismo Paul McCartney tuvo que salir varias veces a defenderla en las entrevistas, como recoge The Guardian: «Ella ciertamente no rompió el grupo. No creo que puedas culparla de nada».
En cualquier caso, ‘Double Fantasy’, sin estar tan bien considerado como ‘Plastic Ono Band’ (1970), el álbum realmente frecuente en la lista de lo mejor del siglo XX, y sin ser tan recordado como ‘Imagine’ (1971) por razones evidentes, sí terminó siendo un superventas y un álbum variado, moderno, digno, que merece la pena revisitar. Sin ser su obra más rupturista ni «avant pop», pues de hecho a menudo recurre al rock clásico, a las sonoridades soul o incluso «girl group» como sucede en los coros del single principal ‘(Just Like) Starting Over’, presenta una amalgama de sonidos bastante dispar que debió de extrañar en su momento, pero que hoy nos suena perfectamente lógica.
Por improbable que pueda parecer, la escucha del hitazo de B-52’s ‘Rock Lubster’ inspiró a Lennon y a Ono a componer este álbum, pues John exclamó «¡Esto es Yoko Ono!» en cuanto la oyó en un club de las Bahamas, donde fue escrito parte del largo. Al margen de que Yoko terminara subiendo a un escenario con los de Kate Pierson para interpretar este tema ya durante nuestro siglo, como consecuencia de esta señal, hay un poso de new-wave en el álbum que lleva a Yoko a interpretar temas más sintéticos, como ‘Give Me Something’, incluso jamaicanos como ‘Every Man Has a Woman Who Loves Him’ o ese ‘Kiss Kiss Kiss’ con gemidos a lo Gainsbourg y sonido Talking Heads, que ha sido reivindicado años después. En 2007 se publicaba un disco homenaje para la artista en el que participaba gente como Flaming Lips, Craig Armstrong, Spiritualized, DJ Spooky o Peaches, esta última a cargo de la versión de ‘Kiss Kiss Kiss’.
Lo cual no está reñido con el lado más clásico de ‘Double Fantasy’. ‘Woman’ es una de esas composiciones que cortan el hipo desde el primer acorde, pues a duras penas se puede respirar mientras John Lennon trata de reunir las palabras para «expresar» el amor que siente, retratado en un precioso tarareo también: ¿puede haber algo más celestial que su pronunciación de las palabras «well, well»? En la icónica entrevista final del compositor para Rolling Stone que duró 9 horas -qué tiempos aquellos de la prensa escrita-, explicaría que esta no era solo una canción para su pareja, sino para lo que todas las mujeres significan para él, entre citas a un proverbio chino, «For the other half of the sky».
El álbum producido por Jack Douglas, el último hombre de confianza del artista, incluye canciones tan esenciales para comprender la carrera de John Lennon como el tercer y último single ‘Watching the Wheels’, en el que Lennon habla de su retiro y de su relación con la fama («la gente dice que estoy loco por hacer lo que hago»). Y también iba a ser un single pero se abortó por lo desafortunado de su título ‘I’m Losing You’, otro tema de guitarras rock y cierto espíritu soul que se funde magistralmente con ‘I’m Moving On’ de Yoko Ono, y en el que se habla sobre la ruptura de 18 meses que afrontó la pareja entre 1973 y 1975 (lo solían llamar «el fin de semana perdido»), pero también la muerte de la madre de Lennon, que había fallecido en 1958, atropellada por un coche, desconociendo por completo el reconocimiento -y el destino- que aguardaba a su hijo.
Entre divertimentos como ‘Dear Yoko’ y la cabaretera ‘Yes, I’m Your Angel’, hay que destacar el tema que cierra la cara A. Favorita de Paul McCartney, ‘Beautiful Boy (Darling Boy)’ es una nana dedicada explícitamente a Sean (se cierra con un «buenas noches, te veo por la mañana»), en la que se juega con los moduladores vocales, el sonido ambiente y se incorpora una concertina inglesa, resultando una grabación aparentemente sencilla pero llena de detalle. Su reverso en la cara B puede considerarse ‘Beautiful Boys’, que parece la versión tenebrosa del mismo cuento, sobre todo porque en el álbum de hecho hay una nana adaptada, en concreto en ‘Cleanup Time’.
El single ‘(Just Like) Starting Over’, que había sido número 6 en las listas a su lanzamiento, terminó ascendiendo al puesto 1 del Billboard Hot 100 a la muerte del artista, manteniéndose en dicho lugar durante 5 semanas. En España en cambio, hubo que esperar hasta febrero de 1981 para que el single y el álbum alcanzaran el número 1, pues a su edición en 1980 en sí solo habían alcanzado los números 20 y 19, respectivamente. ‘Double Fantasy’ terminaría alzándose con el premio Grammy a Álbum del Año. Yoko Ono recogería el galardón junto a su hijo visiblemente emocionada: “Creo que John está aquí ahora. John y yo siempre estuvimos muy orgullosos y felices de ser parte de la raza humana que hace buena música para la Tierra y para el universo”. Pudo parecer una tontería, una simpleza entre todo lo que la artista habría podido decir. Pero eso es aún ‘Double Fantasy’, uno de esos discos hechos desde el amor que te congratulan con el mundo, pese a haber vivido su desarrollo en la más horrible de las situaciones.