AC/DC / Power Up

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AC/DC / Power Up

‘Rock or Bust’ salió en 2014, y estuvo a punto de ser el último disco de AC/DC, porque la banda entró en una espiral de desgracias. Es bien conocido que la gira del álbum sufrió un duro golpe cuando los problemas de audición de Brian Johnson le obligaron a dejar de dar conciertos ante el riesgo de quedarse sordo, siendo sustituido por Axl Rose en una acertada/desacertada (depende de a quién preguntéis) decisión. Para colmo, el vocalista de Guns N’ Roses se fracturó un pie, así que se vio forzado a cantar sentado –oye, resolvieron la papeleta bastante bien, y además nos dieron unos cuantos memes-.

Pero eso no fue todo, ni mucho menos: Malcolm Young tuvo que retirarse debido a la demencia que padecía, Cliff Williams anunció que dejaría la formación tras la gira, Phil Rudd fue arrestado, y George, el mayor de los Young y quien había enseñado a tocar la guitarra a Angus y Malcolm, falleció… justo un mes antes del mayor de los golpes, no por esperado menos doloroso: Malcolm murió también. Ante ese panorama, no eran pocos los que pensaban que estábamos ante el fin de AC/DC. O incluso, como comentaba Michael Hann en The Guardian, que “debería” ser el fin.

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Pero Angus y compañía se crecen ante la adversidad: no olvidemos que en un momento tan amargo para ellos como fue la muerte de Bon Scott, la banda sacó adelante ‘Back in Black’, todavía hoy el segundo disco más vendido de la historia (solo superado por ‘Thriller’ de Michael Jackson). Y justo en este 2020 en el que se cumplen 40 años de ‘Back in Black’, AC/DC nos dan el que quizás sea su mejor trabajo de los últimos 20. Angus, Brian, Cliff y Phil se reúnen de nuevo, sumando a Stevie en el lugar de su tío, y repitiendo con Brendan O’Brien en la producción, para un ‘Power Up’ que sirve como homenaje de la banda a su compañero perdido, y donde, por supuesto, los australianos vuelven a hacer aquello que encanta a sus seguidores y desespera a sus críticos: canciones de AC/DC. Tan reconocibles, sí, y tan efectivas.

En una entrevista reciente con Waleed Aly para The Project, el propio Angus explica que “ante las críticas de que sonamos igual en todos los discos, mi hermano siempre decía que claro, porque somos la misma banda… cuando empezamos no estábamos inventando la rueda, y hacemos lo que se nos da mejor: rock & roll”. Qué queréis que os diga: que a pesar de toda la tralla de los últimos años (y la acumulada), se las apañen para seguir haciendo “lo mismo de siempre” no estoy seguro de si es algo negativo… más bien es un meritazo. Sobre todo cuando se trata de un material tan bueno como el de este decimoséptimo -ahí es nada- álbum de estudio.

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‘Realize’, con una melodía especialmente conseguida, es la encargada de abrir la puerta a 40 minutos de rock sin descanso, con momentos especialmente brillantes como ‘Witch’s Spell’, donde destaca el trabajo de Cliff y el estupendo outro, o ‘Systems Down’, con una explosiva colección de riffs que se beneficia también de la presencia vocal de Brian en el estribillo (esa es otra: uno acaba el disco buscando para el futuro el teléfono del otorrino de Brian). Destacan también la más bluesera ‘No Man’s Land’, con un terreno sureño al que los australianos no son ajenos (ahí están cortes como la magnífica ‘Badlands’, que aparecía en 1983 en ‘Flick of the Switch’), el optimista lead-single ‘Shot in the Dark’, la divertida ‘Demon Fire’, con Brian entregado a una interpretación más pasada de vueltas (para bien), o la que -para mí- es la joya de la corona: ‘Through the Mists of Time’. En un terreno mucho más melódico que puede recordarnos al ya explorado en ‘Moneytalks’, los australianos cantan abiertamente a la nostalgia, al paso del tiempo y, sí, a la edad: el propio Brian comenta que siente escalofríos con esta canción cuando llega eso de “see dark shadows on the wall / see the pictures / some hang, some fall”, al acordarse del fallecido Malcolm.

Malcolm tiene desde luego gran peso en este trabajo, y no solo metafórico: todos los temas aparecen acreditados a los dos hermanos, porque muchos riffs ideados por él han sido reciclados en este ‘Power Up’ que, además de ser un homenaje, tiene otro objetivo: “espero que este disco siga consiguiendo que los chavales salgan a comprarse una guitarra, se aprendan los riffs y descubran el resto de nuestro catálogo. Sería estupendo tener más bandas de rock jóvenes”, decía Brian hace poco a NME.

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Podemos estar seguros de que ese objetivo lo van a conseguir, y además existe otro muy importante en este 2020: cuando todo lo que puede salir mal, sale mal, este álbum supone un destello, porque hace muy poco su propia existencia se daba por imposible. De hecho, comparte algo con (me voy preparando para los palos) ‘Future Nostalgia’ o ‘Chromatica’: al igual que los mencionados, este trabajo proporciona un muy necesario escapismo, y representa una realidad que en plena pandemia parece utópica, y que ansiamos tener de vuelta. En el caso que nos ocupa, la realidad de los conciertos de rock. Porque ni la alegría, ni el sentimiento de hermandad, ni la cercanía social que conllevan parecen tener cabida ahora, y lo cierto es que estos tres son aspectos que echamos cada vez en más en falta… y que cada vez nos hacen más falta. ‘Power Up’ nos los presta durante sus 40 minutos, con un consuelo extra por parte de Angus y compañía: parecen decirnos “no os quejéis tanto, que si nosotros hemos podido sacar esto, vosotros podéis aguantar el tirón un poco más”.

Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Through the Mists of Time’, ‘Witch’s Spell’, ‘Systems Down’, ‘Shot in the Dark’, ‘Realize’
Te gustará si te gustan: AC/DC. No necesitan mucha carta de presentación.
Escúchalo: Spotify

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