Aunque ‘Lost In Yesterday’ no ha logrado el impacto comercial de ‘The Less I Know the Better’, sobrevive y sobrevivirá como una de las composiciones más populares y aceptadas de Tame Impala. Es la visión más comercial y bailable de un proyecto comúnmente conocido como «psicodélico» y «lisérgico» que ya no tiene miedo a ser comercial ni kitsch, como indicaba el propio Kevin Parker en una entrevista que le realizamos en Londres. Nos decía: «Siempre me he arrepentido de preocuparme demasiado por sonar azucarado. En trabajos anteriores me he arrepentido de rebajar ese tono «cheesy», de esconderme, de sonar menos revelador, menos grande… y en ‘The Slow Rush’ he querido dejar claro que ya no tengo miedo de esas cosas. Ha sido un ejercicio de no arrepentimiento. Sonar cursi es algo que tengo muy presente, pero ante todo intento simplemente seguir mi visión. Digamos que «one’s man cheese is another man’s crackers»».
Tanto en cuanto a sonido como en mensaje, en ‘The Steps’ destaca el empoderamiento de las tres jóvenes hermanas artistas. La letra de la canción, quién sabe si autobiográfica, es extensible a muchas mujeres que ven cómo tienen que lidiar con el mansplaining y los recelos que despierta en su propia pareja (masculina) que su valía destaque por encima de la de él. Por ahí van claramente los versos de su estribillo cuando cantan a coro: «Cada vez que creo que he estado dando pasos / Tú terminas enfurecido conmigo por crear un lío / No puedo entender por qué no me entiendes, cariño / Cada día que me levanto y hago dinero por mí misma, / y aunque compartamos cama, sabes que no necesito tu ayuda / ¿Lo entiendes? No lo entiendes, cariño». La canción no podía publicarse en otra semana que no fuera la del 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora.
‘In Your Eyes’, uno de los mayores éxitos comerciales de 2020, es también un considerable temazo synth-pop de grandes influencias italo y guitarras a lo Chic que, como ‘Blinding Lights’, está co-escrito y co-producido por Max Martin y Öscar Holter. Sin embargo, ‘In Your Eyes’ no presenta la energía implacable de ‘Blinding Lights’, sino un sonido más melancólico comparable al de ‘Secrets’ o ‘I Feel it Coming’… y la sorprendente presencia de un solo de saxofón, el instrumento más ochentero que existe. Remezclado después con la participación de Doja Cat, ‘In Your Eyes’ es un clásico instantáneo en su versión original.
‘Clap Clap’ es otro de los pepinazos avanzados y constructivos de Delaporte, presentando un álbum que habla sobre revolverse contra el acoso y a favor de quererse a uno mismo. El tema se revuelve contra la opresión de los que pretenden maniatarnos («quieres hacerme callar, yo te quiero cantar») y coartar nuestra libertad (incluso se diría que ofrece cierta lectura político-social); pero ofrece un mensaje positivo, de orgullo ante la reacción: «construyo con lo que me dais / y bailo en tu cara».
Tan seguidor de ‘Dancing on my Own’ de Robyn como de ‘In the Air Tonight’ de Phil Collins, Troye Sivan da aquí con un excelente número de pop sintético que tiene su parte triste en lo lírico. El tema es un mar de contradicciones entre lo que nos dice y cómo nos lo dice. El bueno de Troye nos está contando lo duro que es ver a la persona deseada, esto es, el chico con el que ha roto, «en sueños». Pasamos de «pensé que sería obvio que no te aparecerías en sueños» a «pero sí te apareces en sueños, haciendo las cosas más duras». La música, en contraste, es todo euforia, mejorando la vena de synth-pop ochentero que ya le escuchamos en singles de años pasados como ‘My, My, My’.
Convertida en viral en los primeros meses de 2020 por obra y gracia de TikTok, lo mejor de ‘Say So’ (y lo que puede hacer que su éxito no sea efímero y se extienda más allá de la citada plataforma) es que es una canción realmente atractiva. Detrás de su sensual y fresco retrodisco están, junto a la propia Amala Dlamini, Dr. Luke (bajo el seudónimo Tyson Trax) y su equipo, logrando un tema enormemente adictivo que bien podrían haber interpretado Ella Mai o incluso Bruno Mars. La clave está en ese gancho de su estribillo en el que Doja Cat que pide a un amigo que no se corte y «agarre su culo», porque va a ser correspondido.
El sexo puede haber sido deprimente durante el mayor apogeo de la pandemia del coronavirus para media humanidad, pero no para Charli XCX. La cantante, que ha creado y publicado un disco durante la misma, estaba confinada con su pareja, con la que vivía una crisis, y al contrario de lo que ha pasado a mucha gente, la convivencia ha reforzado su relación. De esto habla ‘claws’, una declaración de amor en la que la artista repite hasta la saciedad: «me gusta, me gusta, me gusta todo sobre ti», además de insistir: «me gusta cómo piensas, me gusta tu sonrisa, me gustan tanto tus ojos que podría morir».
Si ‘Savage’ ya era icónica por su estribillo «I’m a savage / classy, bougie, ratchet / sassy, moody, nasty» y por ese hipnótico acorde de piano cuyas notas suenan caras y pesadas como el diamante, su remezcla con la participación de Beyoncé, implicadísima para dotar a la composición de una forma más convencional, la convertía definitivamente en un clásico del inicio de década, pues mejoraba a todas luces la grabación original transformándola prácticamente en una canción nueva. Con razón, ‘Savage Remix’ ha dado a Megan este año su primer single número 1 en Estados Unidos.
Con un imperdible vídeo homenaje al country pop de Shania Twain, la Lady Gaga de la era ‘Joanne’, Carrie Underwood o Christina Aguilera, ‘You Should Be Sad’ se presta al baile, pero a la vez tiene una melodía elaborada y bonita. La producción de Greg Kurstin –que, de forma significativa, se encargó en el estudio de tocar cada uno de los instrumentos, incluidas esa lap-steel guitar de fondo y la distorsionada del solo– es exquisita en su forma de fundir en ella clasicismo y modernidad, salpicada tanto de autocoros como de ad-libs susurrados, propios del hip hop o el R&B. Es, además, una de las letras más crudas de ‘Manic’… y ya es decir. En esta en particular desnuda las debilidades emocionales de su expareja sin piedad.
Una de las canciones fundamentales en el último disco de Claire Boucher, ‘Delete Forever’, sorprende por su sonido orgánico, mientras su letra denuncia la «crisis de los opiáceos». Inspirada en ‘Wonderwall’ de Oasis, como es evidente por su melodía de guitarra, la balada comienza hablando de cosas «de las que no puedes escapar» y conviertes en «demonios» e incluye menciones a la «mala suerte» o a encontrarse «muy abajo», para después incorporar un banjo y también una especie de trompeta. Impresionante también su video-cuadro, con Grimes sentada en el trono de un escenario imaginario.
El enésimo macrohit de Bad Bunny trata el empoderamiento femenino desde el punto de vista de una mujer que busca autonomía total en la discoteca, y Benito decide interpretar a este personaje también en su videoclip, disfrazándose de mujer para defender el lema «ni una menos» presente en dicho vídeo. O de varias mujeres, porque le vemos embutido en un traje de látex rojo, ligero en un «outfit» floral veraniego o «perreando» en la discoteca consigo mismo. El vídeo es una sucesión de escenas delirantes que tampoco dan tregua cuando aparece Bad Bunny encadenado en un ring inundado.
‘Never Come Back’ aparenta sencillez, pero a la vez se percibe cómo Caribou juega sobre una estructura básica, tanto con las percusiones y pianos como con un segundo estribillo (ese, no menos enigmático, que dice «Nunca puedo olvidarlo / prométeme que no te arrepentirás / Tú y yo estábamos juntos / incluso aunque nos conocíamos mejor»). E incluso se percibe, en esa outro en fade out, que tenía alguna que otra línea melódica más en la que trabajar, como ha acostumbrado en este último álbum, pudiendo haber prolongado sus cinco minutos otros cinco más. Pero como está, ya es gloriosa.
Tras su apariencia sonora tirando a luminosa, este ambiguo título condensa una letra que reflexiona sobre cómo nuestra personalidad evoluciona a lo largo de la vida incluso cuando creíamos conocernos perfectamente, quizá inspirada también por la nueva vida que ha emprendido Sondre Lerche en Los Ángeles después de diez años viviendo en Nueva York. Así, partiendo de la idea de «qué pasaría si hubiera más versiones nuestras por ahí, espiando a nuestro yo percibido como auténtico», el clip que ha dirigido Jon Danovic para la canción presenta a Sondre espiándose a sí mismo, observándose y persiguiéndose a cualquier paraje por remoto que parezca.
‘In Spain We Call It Soledad’ comienza como un spoken word, está trufada de frases tan de nuestros pueblos como «ay, qué desastre», «me desangro, llama a alguien» o «te quiero, pero ay, que me muero», solo que en Spanglish; mientras que la música parece más bien en sintonía con Yelle y Delaporte o proyectos de electro tan olvidados como Begoña o That Girl with the Dark Eyes. Superando cualquier tipo de comparación, ‘In Spain We Call It Soledad’ va añadiendo capas y capas, préstamos de diferentes subgéneros de la música electrónica, más o menos deep, cosmic y trance, por momentos se convierte en una canción palmera, y cuando te pensabas que la grabación no se podía volver más locatis, Rigoberta Bandini se arranca a chillar palabras de amor a Mónica Naranjo, tal cual.
La canción más pop de la carrera de Mike Hadreas, ‘On the Floor’, se inspira abiertamente en éxitos de los 80 como ‘Girls Just Wanna Have Fun’ de Cyndi Lauper o ‘True Blue’ de Madonna, hasta el punto de dar lugar, poco después de su lanzamiento, a un remix a cargo del productor especializado en dar una pátina ochentera a sus creaciones, Initial Talk, quien ha remezclado a gente como Dua Lipa o Kylie Minogue. Este fondo luminoso sirve a Hadreas para, en la letra, cuestionarse qué emociones humanas menos amables que el amor se manifiestan en un «crush», un enamoramiento desaforado e instantáneo.
Las dos partes de ‘On’ reflejan «la triste aceptación de la verdad y después la feliz liberación de las secuelas que quedan de eso. Esto puede percibirse en la producción y los arreglos del tema, la primera mitad sónicamente conecta con las revelaciones interiores y la segunda mitad con la liberación en acción». Por tanto, una producción en su primera mitad entregada a un onírico dream pop, conectado también con el pop sintético de Labrador Records, en el que la escuchamos decir: “esto tiene que seguir adelante / a mi manera, estoy pasando página”. Y después, el pasaje instrumental, a medio camino entre el techno más melódico, y la indietrónica de gente como Postal Service.
Compuesta y producida en solitario por el propio René Pérez Joglar, ‘René’ es un tema rapeado de más de 7 minutos con una instrumentación mínima, comenzando por unos acordes de piano que después mutan en cuarteto de cuerdas. Lo más parecido a un gancho es cuando dice «Ya no queda casi nadie aquí, / A veces ya no quiero estar aquí. Me siento solo aquí, en el medio de la fiesta. Quiero estar en donde nadie me molesta, quemar mi libreta, soltar mi maleta. Quiero llamar al 7550822, a ver quién contesta». Es, al parecer, el número de teléfono de su casa familiar en San Juan, Puerto Rico, como símbolo de anclaje a sus raíces en este tema confesional en el que, ni más ni menos, narra su historia sin filtros. Una fantástica combinación de emoción visual, lírica y musical que no podía acabar de otra forma que con lágrimas… y no solo son las del propio Residente.
Completamente a favor de este frenesí synth-dance pop 80s/90s que asola a las grandes figuras del pop actual, de The Weeknd a Lady Gaga pasando por Dua Lipa y hasta por Sufjan Stevens. Miley Cyrus no es inmune y regresa con un ojo puesto en la Madonna más clásica (uno de sus estilismos recuerda una barbaridad al que lucía la Ciccone en ‘Open Your Heart’). Sedoso y con guiño al ‘In the Air Tonight’ de Phil Collins incluido, a ‘Midnight Sky’ se le notan mucho las ganas de convertirse en un pelotazo inmediato. Cuesta un poco entrar en él, pero también es verdad que las escuchas repetidas hacen que ‘Midnight Sky’ crezca, como prueba su recorrido por las listas de éxito.
Guiado por un riff muy The Cure y unas guitarras un tanto Smiths, el tema es uno de los más pop de toda su carrera, en competencia con ‘Baila Sumeria’, ‘El fantasma de la transición’ o ‘De la monarquía a la criptocracia’. Rodrigo es quien canta esta vez y no Isa, en un tono distinto al habitual que le acerca más a bandas de los 80 como La Dama Se Esconde o Golpes Bajos. En cuanto a la letra de la canción, se trata de una atractiva invitación a seguir el camino del mal, aunque se cumplan 40 años («bienvenido a los 40, deja ya de llorar»). El texto invita: «Deja el trabajo y a los niños / vuelve al tabaco, mantén la dignidad una noche más» y «no abandones a tus amigos, vuelve a la droga». «No te arrepientas (…) No me arrepiento de nada» es su estribillo. Un himno más claro que el agua.
Al margen del alcance de la filtrada ‘Stupid Love’ y ‘Rain on Me’, hay una serie de canciones en ‘Chromatica’ que desde el principio estaban llamadas a ser favoritas de sus fans, y entre ellas estos destacaban desde el principio ‘911’. Se trata de un medio tiempo electro que conecta muy directamente con la era ‘The Fame’, con la que conocimos a Lady Gaga y con la que identificábamos genuinamente a la cantante antes de virar hacia otros estilos. Por aquí, ahora sí, los seguidores de Kylie, de ‘Fever’ al infravalorado ‘X’, pueden asomarse (especialmente los de ‘Speakerphone’) y también los de la Britney Spears más robótica, la de ‘Blackout’. Lady Gaga explicaba que este es un tema sobre un antipsicótico que toma. «Y es porque no siempre puedo controlar las cosas que hace mi cabeza. Lo sé. Y tengo que tomar medicación para impedir que ese proceso ocurra». La cantante se postula como su “peor enemigo” “desde el día que nació” en el estribillo, pero utiliza, como en el resto del disco, la pista de baile como válvula de escape. “No quiero verme llorar más”, se propone en este tema de espectacular videoclip.
Uno de los singles más inmediatos de Róisín Murphy de los últimos tiempos, ‘Murphy’s Law’ es una joya post-disco en la onda de Patrice Rushen, Gayle Adams o Sharon Redd. En este caso, la voz de Róisín suena ligeramente distorsionada, un curioso efecto que tiene su razón de ser, como nos explicaba su co-productor Richard Barratt: decidieron reducir los bpm’s de la toma para presentar algo más «acorde a la madurez de la letra». Por otro lado, como ‘Incapable’, el tema contiene un mensaje de auto-flagelación («es la ley de Murphy, voy a reunirme contigo esta noche, y cuando todo esté yendo bien, todo mi duro trabajo se irá por el retrete») pero también de empoderamiento: «yo no me voy a ninguna parte». Algo que ha quedado claro este año con el último disco de la irlandesa.
A piano, ‘I Want You to Love Me’ es una de las canciones más directas de toda la carrera de Fiona Apple. En ella habla sobre la muerte, sabiendo que la aguarda («Sé que cuando me vaya mis partículas se disolverán y dispersarán (…) Y que nada de esto importará a largo plazo»), pero a pesar de ello se niega a renunciar al amor en el sonoro estribillo que no para de repetir. Una muy bonita composición enriquecida por uno de sus puentes nerviosos y apasionados, por parte de una autora que muchas veces ha optado por el feísmo, y en la que al final improvisa como las cantantes de jazz que tanto ha admirado: Ella, Nina, Billie…
El segundo single de ‘Future Nostalgia’ es una trepidante canción que se inspira en el sonido de principios de los 80, pero esta vez no para emular las guitarras y cuerdas de Chic sino para entregarnos algo más HI-NRG y cinético. También un poco Lady Gaga y un poco Bon Jovi, la propia Dua apuntaba a ‘Flashdance’ como influencia, mientras la producción consigue la elegancia que buscaban The Killers junto a Stuart Price, lo que nos lleva también a New Order, presentes en el elegantísimo teclado del tema, bastante new-wave. ¿Y qué hay de Olivia Newton-John? Obviamente la frase “let’s get physical» parece una referencia, mientras la letra es un juego sexual con frases como “¿quién necesita dormir cuando te tengo al lado?” y un doble sentido político (“all night, I’ll riot with you”).
La nostalgia de ‘What’s Your Pleasure?’ nos lleva a los añorados clubs y también a las «ball rooms» retratadas en series como ‘Pose‘, un auténtico balazo de pop bailable por el que asoman ecos al Prince de ‘Controversy‘ y a la Janet Jackson de ‘Control‘ y también a los ritmos y sintetizadores del acid house que sonaba en los clubes gays underground de la época. De hecho, el bueno de James Ford vuelve a ser el productor principal de este implacable hitazo de dance-pop elegante cuyo estribillo, que parece hecho para subir el autoestima un 200% como mínimo, tanto invita a hacer «voguing» delante del espejo: «push, press, more, less, here together, what’s your pleasure?», plantea Jessie Ware. «Stop, go, fast, slow, here together, what’s your pleasure?».
En 2017, la decisión de coronar ‘Mala mujer’ como mejor canción del año generó cierto rechazo entre parte de nuestros lectores. Puchito cerró muchas bocas con ‘Llorando en la limo’ y ‘Bien duro’, se siguió llenando los bolsillos con cosas como ‘Booty’ y después… pareció afrontar una pequeña crisis creativa, comenzando a repetirse a sí mismo. ¿Quizá abrumado por el éxito de ‘El mal querer’ de Rosalía, disco del que nadie recuerda que es co-autor en hasta 8 pistas?
Antón Alvárez Alfaro está buscando afanosamente una obra que pueda igualar a la maestra de Rosalía y este 2020 ha ido dejando ver que el camino hacia ese ‘El madrileño’ no puede pintar mejor: cualquiera de sus 3 adelantos es válido para ocupar la primera posición de esta lista con lo mejor de 2020, por lo que optamos por un triple empate inédito en nuestros 14 años de historia.
‘Nunca estoy’, con sus referencias a Rosario y Alejandro Sanz, fue nuestra “Canción del Año” en el repaso de junio. Lo merece como gran punto de inflexión. ’Demasiadas mujeres’ fue más allá con una improbable mezcla de techno y pasodoble en la que vuelve a enganchar el fraseo de Puchito. Es hoy por hoy nuestra gran apuesta para coronar este top. Pero será ’Tú me dejaste de querer’ con La Húngara y Niño de Elche la canción más recordada a la larga como ya muestran sus estratosféricos números, por lo que tiene de inmediata y universal. Tres obras colosales y contemporáneas, co-producidas por su amigo Alizzz, inspiradas en la tradición y desprovistas de etiquetas, con las que C. Tangana se ha superado a sí mismo, como ni siquiera los que respetábamos su trabajo hace mucho tiempo, habríamos adivinado.