Está por ver qué artistas noveles consiguen sobrevivir a la tercera ola de la pandemia (o a la cuarta). Qué éxitos grandes y pequeños, virales de diverso tamaño y hits en el underground recordamos cuando todas las salas de conciertos puedan volver a abrir y vuelvan a celebrarse macrofestivales. Porque sucederá, ¿verdad? Desde Sevilla, La Cebolla y el Negro Jari dieron un pelotazo en Youtube con ‘Habibi’ y fueron entrevistados en medios generalistas. Desde que los conocemos, Die Antwoord ya no nos parecen ninguna extraña pareja.
Natalia Jiménez García, «La Cebolla», se ha criado en el barrio de las 3.000 Viviendas y Mamadou Seck Diouf, el «Negro Jari», que le dobla la edad, procede de la Barriada de los Bermejales. Su disco conjunto se llama ‘Caracas’ porque así es como se conoce a la familia musical de La Cebolla en Sevilla. De hecho, en el tema titulado como ellos, Los Caracas, La Cebolla rinde homenaje a su ascendencia gitana pues, como comienza diciendo: «la importancia del origen de dónde vengo, eso es algo que no olvido / siempre presente lo tengo / es ahí donde he crecido, rodeada de mis padres y mis primos / vengo de sangre gitana».
Sin embargo, por mucho que el disco se empeña en ser fiel a sí mismo y a los orígenes, como presume también ‘A lo mío’, la primera canción del álbum y una de las más relevantes, capaz de competir cara a cara con el mismísimo ‘Habibi’, su sonido se resiste a quedarse en el flamenco, una influencia capital en el álbum como muestran las voces de ‘El juego’, pero no la única base. En verdad lo que ofrece el álbum es una fusión de ritmos tropicales, hip hop, tecno-rumba y en definitiva pop. Los Chichos podrían ser una referencia, pero también Camela, muy perceptible en las líneas de teclado.
Como La Cebolla tiene 15 años, es quien se lleva los focos, pues ya pensábamos que solo conoceríamos artistas de dicha edad si es a través de un peregrino talent show televisivo, pero también es relevante el carisma mostrado por Negro Jari en canciones como ‘El juego’, en la que cuestiona la hipocresía de otros raperos: «se critican entre ellos y luego se comen el culo», apunta después de haber osado: «los veo en entrevistas vendiendo que tienen humildad / la gente fliparía si os conocieran de verdad». También en ‘Guerrera del amor’ dedicada a su madre. Y muy especialmente en ‘Le canto a la calle’, una mezcla de salsa, «early rap» y reggaetón que da una de las claves del álbum: «¿qué hace un negro con gitano metido en tendencias? / somos la nueva esencia / que pida clemencia la competencia».
Frente a ese apoteósico estribillo callejero «tengo a los golfos de mi parte, tengo a los barrios de mi parte, tengo a los gitanos de mi parte» y esa negativa a seguir los consejos de cantar solo «a los payos», ‘Caracas’ también presenta otros momentos menos lustrosos. En el lado menos recordable del disco encontramos ‘No te enamores’, algo arrogante; la baladita ‘Anhelo’, que más que nada los empuja a los territorios de Platón (hubo un grupo de éxito así llamado en los 90, lo juro); o cierta falta de química entre ambos en la conjunta ‘Aire’. Es ahí o en esa portada tan de carretera cuando toca recordar que ni lo de Camela ni lo de La Mala fue llegar y besar el santo.
Calificación: 6/10
Lo mejor: ‘Habibi’, ‘A lo mío’, ‘Le canto a la calle’, ‘El juego’
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Escúchalo: Youtube.