Entre los pocos valientes del pop que se atreven a sacar un disco sin «featurings» en 2021, Paloma Mami. Han pasado dos años desde que confiáramos en ‘No te enamores’ y ‘Not Steady’ y desde entonces la hemos visto crecerse sola, como en ‘Fingías‘, y en compañía de otros, como sucedía en ‘No te debí besar’ con C. Tangana y ‘QueLoQue’, su colaboración con Major Lazer. En ‘Sueños de Dalí’ no encontramos voces invitadas, aunque a veces por su cambio de registro lo parezca; lo cual no quiere decir que en cuanto a créditos, la artista de 21 años no haya estado bien arropada.
El año pasado la propia Paloma Mami nos avanzaba que su disco de debut incluiría 11 canciones realizadas junto a diferentes productores del mundo, y así hallamos en estos temas a Nick Mira (Juice Wrld) en el nuevo single ‘Traumada’, a Naja Charles (Beyoncé, Cardi B) en ‘RDMDA’, o a Hit-Boy en ‘Frenesí’. Sin desmerecer lo más mínimo, El Guincho produce ‘Goteo’, una de las mejores canciones, de la que además Rosalía es co-autora.
Pero lejos de querer emular la perfección de ‘Sorry’, el beat noventero de ‘Rain On Me’ o la raíz de ‘Malamente‘, ‘Sueños de Dalí’ es un disco que va bastante a lo suyo. A diferencia de lo que ocurre con otros discos de pop, en este la co-autoría de Paloma Mami en todas las canciones parece fundamental para crear su propio «mood», pues este no es un disco exactamente de reggaetón, ni de R&B, ni mucho menos de son o salsa. Las canciones se van sucediendo con sentido, con calma y sin desesperación por atrapar, a veces incluso renunciando al hit obvio y evidente. Si bien Paloma no ha estado muy acertada con esa confusa portada que debería haber dejado a Dalí tranquilo para llamarse más bien ‘Sueños de Paloma Mami’, en la producción sí ha conseguido dibujar su propia fantasía. Una fantasía esponjosa con mucho lugar para el margarita y el mojito y muy poco para el tosco twerking, no vaya a desperdiciarse una gota.
Paloma Mami empieza con una intro en la que canta a “su palomita”, y en un interludio llamado ‘Dreams’ el punteo de guitarra eléctrica (y ese fondo de ¿grillos?) está muchísimo más cerca de la melancolía de una Lana del Rey que del perreo de una Becky G… por mucho que una popular co-autora de esta, Elena Rose, aparezca en los créditos de ‘Religiosa’. Con algún ritmo de reggaeton pero sin esclavitud hacia los mismos ni estridencias del tipo Mad Decent (bocinazos), producciones como ‘For Ya’ y ‘Goteo’ suenan elegantes en el primer cuarto del álbum; mientras ‘Frenesí’ añade el punto funk, y ‘Que Wea’ cierra recordando su interés primigenio por el hip hop sin desentonar.
Aunque corra el riesgo de pasar desapercibida en un mundo en el que lo que arrasa es el exhibicionismo de ‘WAP’, da la impresión de que por cada beat manido de trap (‘RDMDA’), ha encontrado una pequeña idea que merece la pena, como la excitante percusión de ‘I Love Her’. Dice además algo de su cierto cuidado por lo artístico, que haya renunciado a calzar por aquí ciertos hits de streamings millonarios a cambio de mayor visibilidad en las listas.