En 2009, el actor David Carradine popularizó (involuntariamente) una práctica sexual poco convencional. Su muerte por hipoxifilia sacó a la luz una parafilia, muy habitual en el ámbito BDSM, que se hizo famosa a finales de los setenta gracias al estreno de la polémica ‘El imperio de los sentidos’, donde la asfixia erótica tenía un papel central en la trama.
‘Take My Breath’ se podría traducir con un inocente “mátame a polvos”. Pero tanto la letra, con alusiones a “tentaciones” y “probar cosas nuevas”, como el videoclip, con una estética muy fetish, parecen aludir a algo más oscuro. De hecho, la utilización de máscaras de oxígeno con fines sexuales habrá hecho saltar el detector de referencias a los fans de David Lynch: imposible olvidar a Dennis Hopper inhalando vasodilatadores entre las piernas de Isabella Rossellini en ‘Terciopelo Azul’.
Oxígeno y coronavirus. También es inevitable esta conexión. El ambiente del club, con todo el mundo tomando oxígeno como si no hubiera mañana, y la imagen del reservado y el pasadizo, que parecen espacios de un bunker, podrían aludir a la existencia de un peligro exterior, una amenaza que bien podría ser una mutación finis mundi de la actual pandemia.