Cuando me reúno con José González en el Teatro Coliseum de Barcelona -donde tocará esa misma noche- el pasado mes de abril, el estado de la pandemia se estabiliza pero las restricciones de movilidad en Cataluña son aún severas: hay toque de queda de 22.00 a 6.00 y la hostelería solo puede abrir hasta las cinco y media de la tarde. Sigue siendo obligatorio llevar mascarilla por la calle. El recinto de Teatro Coliseum, que está cerrado al mediodía, nos abre sus puertas exclusivamente para entrevistar al cantautor y tengo la oportunidad de charlar con él sin mascarilla pero con distancia de seguridad.
Conversador elegante y reservado, José González habla bajito pero claro y expresa una pequeña risa nerviosa cada vez que termina una frase, especialmente cuando habla de temas serios como la política, como si dicho tema solo pudiera afrontarlo desde la misma humildad que desprende su música. ‘Local Valley‘, su nuevo disco, es una especie de manifiesto sobre la importancia de que los seres humanos nos mantengamos unidos en nuestras diferencias y el cantautor, que habla español perfectamente, nos habla sobre sus influencias o su afición a temas como el eco-modernismo.
Han pasado 6 años desde tu último disco. Has sido padre, ¿ha sido la razón de este «silencio»?
La paternidad ha sido la razón principal. Normalmente soy lento a la hora de componer, pero la paternidad me ha permitido menos tiempo para dedicarme a la música.
¿A qué se refiere el título de ‘Local Valley’?
Por un lado hace referencia a la humanidad que habita el globo terráqueo, a nuestro jardín del Edén. La biosfera es tan pequeña en la escala universal que es como un «pueblo». En la canción ‘Valle Local’ pienso en tribus que se pelean en lugar de trabajar juntos para buscar un mundo mejor.
En Twitter indicas que te interesan los conceptos de altruismo efectivo, eco-modernismo y humanismo sacro. ¿Tienen alguna relación con el disco?
El humanismo sacro juega un papel central en los textos. El concepto alude a que los seres humanos no somos más que primates que han entendido su lugar en la naturaleza y en el cosmos. Habla sobre cómo vivir la vida sin Dios, entre otras cosas. El altruismo efectivo encaja en el disco en relación con el concepto de «valle local», un lugar perfecto pero frágil. Es un movimiento de gente, una comunidad, que estudia los riesgos existenciales o catastróficos de la pandemia, la inteligencia artificial, el bioterrorismo o los supervolcanes. Son temas que polarizan a la gente hasta el punto de pelearse en las conocidas «culture wars», pero yo me pongo del lado de la ciencia y la razón. En el otro lado estaría, por ejemplo, Steve Bannon, ideólogo de Trump que está muy interesado en el nacionalismo cristiano. Bolsanaro es otro ejemplo.
¿Y el eco-modernismo?
El eco-modernismo defiende que la protección del medioambiente no está reñido con las nuevas ideas y la innovación. Pone el énfasis en que las ciudades deberían permitir más espacio a la naturaleza, en contraste con la gente que se quiere ir a vivir a la naturaleza, cultivar su propia comida y que no quiere saber nada de las ciudades. El eco-modernismo defiende la energía nuclear porque toma poco espacio y pocos recursos para la cantidad de energía que contiene.
‘Visions’ es mi intento de hacer un tema similar a ‘Imagine’ de John Lennon
En ‘Visions’ hablas de intentar alcanzar “utopías” imposibles, pero también que “estamos juntos en esto”. ¿Has pasado por etapas de pesimismo ante el mundo en estos últimos años?
Me he inspirado mucho en los Ted Talks de Hans Rosling, un estadista que habla sobre estadísticas globales que demuestran el descenso de la pobreza global. Con datos reales él me ha demostrado que hay muchas cosas que van bien. Por eso, en general me considero optimista aunque soy consciente que sigue habiendo guerras y una pobreza estructural. Él suele decir que no es ni pesimista ni optimista sino «posibilista», defiende que las posibilidades existen pero hay que buscarlas.
¿’Local Valley’ es un disco posibilista?
Sí, sobre todo ‘Visions’, en la que canto a la gente sobre la importancia de sentirse de un proyecto común, el de vivir en el mismo planeta, dentro de un universo que, en realidad, es inmenso y frío y al que nosotros poco le importamos. Por eso tenemos que vivir juntos en el «valle local». ‘Visions’ es mi intento de hacer un tema similar a ‘Imagine’ de John Lennon.
¿Y eso?
Antes me solían llamar para tocar en eventos solidarios, por ejemplo cuando ocurrió el tsunami en Tailandia, y cuando tocaba en estos eventos sentía que no tenía una canción adecuada para cantar, así que versionaba otras, como ‘Imagine’. Pero yo también quería una de esas canciones y escribí ‘Every Age’, y ‘Visions’ sería la continuación.
La música del disco vuelve a ser minimalista, suena cuidada, y a la vez tus melodías de guitarra son complejas. ¿Eres perfeccionista o prefieres confiar en las primeras tomas y en la improvisación?
Ambos. Quiero que la guitarra tenga un componente difícil, interesante; y que el texto tenga profundidad pero no demasiada porque si no no llega a la gente. Cuando hago grabaciones las hago repetidamente hasta que suenan perfectas, pero para mí lo perfecto contiene errores. Me inspira el concepto japonés de «wabi-sabi» según el cual una cosa es perfecta en su imperfección. Uno de los ejemplos mas conocidos son las tazas de té. Es una de las ideas estéticas que tengo en mi cabeza cuando grabo.
Tu disco contiene influencias latinas y africanas. ¿En qué canciones y a qué influencias te refieres en concreto?
En ‘Lilla G’, el estribillo está inspirado en el estilo de canto africano espiritual. Es una canción muy juguetona. ‘Swing’ tiene un estilo infantil y el beat es afropop. Me inspiran el dancehall de Jamaica, el afropop de Nigeria y el highlife de el Congo. Me encantan las guitarras del desierto de Sahel en Mali. Me inspiró mucho tocar allí con Bambino. Desde el segundo disco he intentado imitar el estilo de guitarra de Tuareg pero convergerlo con mi estilo.
¿Por qué has decidido versionar ‘Line of Fire’ de Junip? Tiene 23 millones de streamings, ¿no te da cosa que la gente las confunda?
Me encanta tocarla en vivo y le gusta a la gente, es una de sus canciones preferidas. Además siempre he tenido complejo de sentir que no soy un poeta, y el texto de ‘Line of Fire’, que es largo, es uno de los primeros con los cuales me he sentido un poeta de verdad.
Siempre he tenido complejo de sentir que no soy un poeta
¿No te sientes poeta cuando escribes letras cortas?
En el primer disco escribía letras cortas porque no me salía escribir letras largas. Me fijaba en canciones de Bob Dylan e intentaba hacer letras parecidas pero no era capaz. Sin embargo hay textos cortos que son aún más poéticos que los largos.
¿Qué te ha llevado a cantar en español en ‘El Invento’ y ‘Valle Local’?
Lo he intentado hacer otras veces pero esta vez ha salido natural. También lo he hecho pensando en los temas de las canciones, quería buscar temas personales y encontrar mis raíces.
‘El invento’ empieza con la frase «… y por agradecer» , que ya está empezada, viene de la nada. ¿Es por algo?
Sí, he visto poemas que tienen esa forma, y la música de iglesia, los salmos… muchos empiezan de la misma manera. «Y Dios dijo…’ Me gusta mucho cómo suena.
En el disco hay dos temas en sueco. ¿De qué hablan?
‘Lilla G’ es la canción que le cantaba a mi hija cuando era chiquita, en sueco quiere decir «pequeña viejita». Es una frase cariñosa que se le dice a las niñas y niños en Suecia. ‘En stund på jorden’ es una canción sobre la muerte pero es edificante. Está escrita por Laleh Purkarim. Y ‘Tjomme’ habla del día final.