En 2018, tras la gira de ‘Melodrama‘, Lorde se sentía bastante perdida aunque todos sus fans la viesen como una especie de mesías, alguien cuya autenticidad y genialidad ya no era siquiera “la música del futuro” como dijo Bowie, ya era directamente su salvadora, la persona que les llevaría de la mano a la siguiente etapa de sus vidas cuando sacase nuevo disco.
Precisamente entonces la neozelandesa adoptó un perro, y el amor incondicional de/hacia Pearl (que así se llamaba) le hizo ubicarse, centrarse y poder sentarse a escribir la continuación de ‘Melodrama’. Sentía a su perro como a su hijo, y a ella misma como su madre y como -con él sí- su salvadora. Por desgracia, a finales de 2019, Pearl falleció y, en palabras de la propia cantante, “la luz que me guiaba se había apagado”. Lorde comunicó en una carta que retrasaba su (inminente) disco, y posteriormente ha reconocido que aquello cambió para siempre la dirección de su tercer trabajo: “no sé cuánto de esto quiero hablar con una periodista, pero sí te puedo decir que nunca he experimentado así el duelo, te hace cuestionarte todo, derrumba todo lo que das por sentado… y el resultado es que ‘Solar Power’ va sobre lo valiosa que es realmente la vida”, comentaba hace unos meses.
A estas alturas todos tenemos claro que ‘Solar Power’ llegó, vio y no venció. Y tampoco convenció, ni comercialmente ni a la crítica: en ‘Liability’ cantaba “you’re gonna watch me disappear into the sun’, y para muchos eso es lo que ha pasado con este disco, en el que ven mucho sol pero no ven a Lorde. En mi opinión, Lorde no se ha ido a ninguna parte, aunque entiendo las reacciones. Podríamos considerar ‘Solar Power’ un “álbum menor” de Lorde, pero no me parece un álbum regulero, ni desde luego malo, sino uno de notable. El problema es que Ella (su nombre real) venía de dos sobresalientes, y ya se sabe qué pasa cuando una estudiante de matrícula saca de repente un 7. Un “álbum menor” parece “un mal álbum” cuando antes solo has tenido dos que además son excelentes, pero a la larga creo que veremos de forma distinta este trabajo.
El principal problema de ‘Solar Power’ es su producción, porque aunque a nivel compositivo no esté a la altura de los anteriores, se siguen encontrando grandes momentos en las letras de este disco. Como empezar una canción dedicada a tu perro (‘Big Star’) con “everyone knows that you’re too good for me, don’t they? / I’m a cheater, I lie and I’m shy / …but you like to say hello to total strangers”. Como el diálogo interior desde la sabiduría y tranquilidad de unos añitos encima que hay en ‘Secrets from a girl (who’s seen it all)’, en la que puedes llegar a adorar la intervención de Robyn una vez superas que no ha venido a hacer un remix de ‘Supercut’ (lo entiendo, a mí también me hubiese flipado). Como la sátira dosmilera (estoy en el barco de la sátira, sorry) de ‘Mood Ring’. Como la amargura sesentera de ‘Fallen Fruit’, interrumpida por unos beats que por unos segundos nos llevan a ‘Pure Heroine’. Como la respuesta a ‘Hard Feelings’ que acaba siendo ‘Hold No Grudge’. Y como ‘The Path’ enterita.
Me detengo en esta canción, encargada de abrir el disco, que para mí es la principal prueba de que Lorde sigue ahí. Con una estructura extraña que solo presenta dos estrofas antes de romper en el estribillo y dejarnos con él durante el resto del tema, ‘The Path’ empieza alternando pasado y presente, recordando lo poco preparada que estaba para la fama que le dio ‘Royals’ (asegura que cambió su forma de escribir canciones para no tener nunca más un megahit), y cómo se sentía un bicho raro durante todos los eventos a los que la fama le llevó a acudir. Entre ellos destaca esa imagen de la Gala MET en la que roba un tenedor bonito para su madre mientras tiene una escayola en el brazo y flipa con las Illuminati vibes de ver “a supermodelos bailando alrededor de una tumba faraónica” en ese ambiente de élites. Ella sabe cómo vemos a los famosos porque también los veía así, y por eso empieza de esta forma la canción: “sé cómo me ve la gente porque se nos enseña a ver a los famosos como dioses, y aquí quería desmantelar eso”.
La segunda parte de ‘The Path’ se encarga de recordarnos que, de diosa, poco. ‘The Path’ es una brillante declaración de intenciones sobre lo que va a venir a continuación, y especialmente sobre lo que no va a venir. “Si buscas una salvadora, no soy yo / si buscas quien te quite el dolor, no soy yo / porque todos estamos rotos y tristes”. A Lorde le parece una absurdidad de nuestro tiempo que tantos busquen respuestas en ella cuando está igual de perdida. Está, como nosotros, simplemente tratando de tirar palante; el “yo tampoco sé vivir, estoy improvisando” que decían Violadores del Verso, solo que a ella le ayuda la conexión con la naturaleza – “mejor buscar las respuestas en ella que en mí”, decía. Quizás también está ahí la razón de ese fade-out tan feíllo, que parece querer “estropear” a propósito el punto mesiánico que podría tener la canción. Paradójico que una canción en la que precisamente está la intención de no ser “la cantante que nos salve con su música”… sea, de nuevo, una canción terapéutica, y 100% Lorde. Lo de “¿dónde están los sueños que teníamos? / no puedo encontrar los sueños que teníamos / esperemos que el Sol nos enseñe el camino / yo espero que el Sol me enseñe el camino” recuerda mucho a la mezcla agridulce de incertidumbre y optimismo que había en ‘Perfect Places’.
La pandemia, la salud mental de la población por los suelos, el recrudecimiento de una crisis económica que para nuestra generación nunca ha dejado de estar, el auge de la ultraderecha y, claro está, la emergencia climática… quizás 2021 no era el año que iba a recibir un disco como éste con los brazos abiertos, y se han escrito estos meses muchos artículos sobre ello. Laura Snapes se preguntó en The Guardian por qué quería Ella huir del concepto de estrella pop, hablando también de Billie Eilish y Lizzo. En nuestro país, Elizabeth Duval fue más dura, describiendo a Lorde como alguien cuya autoconciencia ha desaparecido, un ser incapaz de darse cuenta de que si tiene ese retiro espiritual es porque puede permitírselo… pero, ¿en serio? ¡Si Lorde empieza este disco llamándose “adolescente millonaria”! ¡Si llegó a decir este año “sé que poder abstraerme del mundo es un privilegio socioeconómico absoluto”!
Yo diría que por supuesto que es consciente, lo que ocurre es que siempre ha cantado sobre su vida… y ésta es su vida ahora. Aunque suene extraño, Lorde está precisamente conservando esa autenticidad que nos encantaba al hacer un álbum como ‘Solar Power’ justo después de ‘Melodrama’. Y, también os digo, prefiero que su música desde el privilegio sea ésta, a que sea la enésima persona que canta sobre cómo es the baddest bitch in town y cómo se limpia el culo con billetes de cien. Eso sí que sería incoherente con su mensaje de ‘Royals’.