Wolf Alice han anunciado esta semana que posponen su gira europea. De febrero y marzo pasa a noviembre, y son cristalinas sus explicaciones sobre tal retraso: hay tal cantidad de estadios y salas reservados en 2022 para conciertos aplazados de 2020 y 2021, junto a los nuevos, que logísticamente va a ser imposible cuadrar antes. Nation of Language, que actuaban este mes en Madrid, también aplazan su concierto.
Por la necesidad de cuadrar una ruta internacional que además puede incluir una cantidad pornográfica de papeleo si ya no eres europeo sino británico (Kelly Lee Owens cancelaba una gira por este motivo), son los artistas extranjeros los que tienen más complicado mantener sus shows en España en enero o febrero. Y la situación tampoco es fácil para los que deciden mantener los conciertos: Laura Mvula ha compartido en redes un mensaje descorazonador: «Llevo todo el día llorando porque no estoy vendiendo entradas». Hay quien le ha sugerido que cuelgue las fechas en su web a ver qué pasa, pero también son muchos quienes le están indicando que no pueden ir a conciertos debido a la pandemia, quizá porque conviven con personas vulnerables o mayores.
En España la situación es distinta: la música en directo ha sobrevivido estos dos años siguiendo los protocolos recomendados por las autoridades sanitarias, esto es, mascarillas, sillas, distancia de seguridad. Al ex ministro de cultura Uribes le preguntaban en el Financial Times cómo era posible que en España hubiera conciertos u obras de teatro. La sexta ola, con la variante óritron ómicron como dominante, está dejando récords diarios de contagios, pero por suerte ha pillado a nuestro país vacunado en un 90% en cuanto a población diana, lo que ha implicado que muchos pasemos el covid-19 con síntomas leves, y la letalidad sea mucho menor. El presidente del gobierno Pedro Sánchez ha dicho esta semana que trabaja ya para tratar el covid-19 como endemia, y la ministra de Sanidad Carolina Darias asegura que España quiere «liderar ese debate» a nivel internacional, con nuevos protocolos acordados con las comunidades en cuanto pase esta sexta ola a finales de este mes. Los expertos están divididos: la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria ha pedido este fin de semana a través de un editorial volver ya a la “vieja normalidad”, es decir, dejar de contar cada caso de covid y tratar la enfermedad como una gripe, mientras otras sociedades científicas consultadas por El País creen que es muy pronto.
Con este panorama de contradicciones y hastío, sobre todo mucho hastío, los artistas están tomando decisiones individuales. En Cataluña el ocio nocturno está cerrado al menos hasta el 21 de enero, mientras en Madrid está abierto, lo que implica que Sen Senra actuara anoche en el Wizink Center pero haya aplazado su show en Barcelona. Alizzz está en la misma situación: mantiene los dos shows de esta tarde en Madrid, pero el de Barna se aplaza. Incluso dentro de Madrid, en Inverfest, Elvira Sastre y Sandra Bernardo aplazan sus sets por covid-19, pero tanto Tachenko como Ferran Palau actúan hoy mismo. Por otro lado, algunos artistas han decidido aplazar sus sets por diferentes motivos: porque no les parece adecuado o porque por algún contagio en un miembro de la banda no se ha podido ensayar. Valdivia actuaba recientemente en solitario, sin banda como quería, por este motivo. Los Punsetes han anunciado en Instagram que aplazan sus conciertos en Madrid, Barcelona y Valencia. Algora mantiene el show de Madrid de febrero, pero aplaza los conciertos de Barcelona y Sevilla.
El comunicado de La M.O.D.A., en el que indican que aplazan motu proprio en Burgos, Galicia y Bilbao es especialmente significativo: «Más allá de las restricciones de cada comunidad sentimos que hay mucha preocupación (la cual compartimos) y creemos que esperar a que pasen estas fechas posteriores a las fiestas es lo que nos hace sentir más en paz con nosotros mismos. Es un mierdón, y más teniendo en cuenta lo difíciles que están siendo estos tiempos para todo el sector. Queremos pediros disculpas a todos los que ibais a venir, sentimos mucho esto, pero siempre hemos intentado hacer las cosas de forma honesta y esto es lo que nos pide el cuerpo. A pesar del bajonazo tenemos muchísimas ganas de volver a la carretera y veros de nuevo. Gracias por la comprensión y el cariño».
El texto de la banda liderada por David Ruiz es sensato y también humilde, pues no hace hincapié en las pérdidas económicas que puede implicar aplazar un concierto. «Comprensión» y «cariño» es lo que se ha echado en falta en ciertos comentaristas de nuestra web y tuiteros, insensibilizados con las consecuencias de que se aplace un concierto, como si el pago del alquiler, la luz y las nóminas de músicos y técnicos pudiera aplazarse también 3, 4 y 8 meses. En el otro lado de la moneda, esos fans que pagaron por un concierto de Dua Lipa hace 2 años, o a Lady Gaga en París y todavía no pueden poner la mano en el fuego por que lo vayan a ver sus ojos: las nuevas fechas de ‘Chromatica Tour’ ni siquiera están concretadas dentro de este 2022.
Eva Castillo, directora de comunicación de Last Tour (Bilbao BBK Live, Azkena, Cala Mijas), elogia la «ilusión» con la que el público ha mantenido entradas durante 2 años: “son incontables los festivales y conciertos que se han cancelado o aplazado, pero también son enormes la ilusión y esperanza con la que muchas personas han mantenido las entradas adquiridas deseando que se celebre por fin ese evento para el que las compraron en 2020. Tenemos muchas ganas de retomar la actividad con normalidad y disfrutar plenamente de la música en directo, algo que creemos que también nos va a ayudar como sociedad a sentir que recuperamos la alegría”.
Pese a que el panorama es desolador en muchos sentidos, también hay buenas noticias. El Mundo ha publicado una entrevista con un exasesor de la Organización Mundial de la Salud que asegura que en Semana Santa la pandemia habrá terminado. Parece que al fin aparece la luz definitiva al final del túnel, después de varias intentonas. Así lo cree Natalia de Jesús de Houston Party, que ha tenido que cancelar los shows de Gabriel Garzón-Montano y Elder Island, y aplazar el de Depedro y Fantastic Negrito: «Confiamos en que sí. Parece, para entendernos, que una entrevista como esta dentro de un año no se estará haciendo. Ojalá (…) No queremos entrar en el discurso negativo, porque al final la mejor manera de sobrellevar esto es, aunque parezca un autoengaño, echarle buenas vibraciones. Aunque, es evidente que, de cara al negocio, los ingresos, la sostenibilidad de la empresa, es un marrón bien gordo».
«Con el covid-19 ha quedado claro que la música va a seguir siendo el último mono de la fila»
Preguntada sobre las pérdidas que implica retrasar un concierto 4 meses, responde: «Sobrevivir 4 meses sin ingresos es muy jodido. Pero tenemos la piel dura. Tanto que más que piel ya parece pellejo. En España el sector de la cultura en general, y el de la música en particular, es, y con esto del covid-19 ha quedado claro que va a seguir siendo, el último mono de la fila, salvo que uno medre y entre en el politiqueo, así que te vas acostumbrando a resistir y a encontrar agua debajo de las piedras. «You need a busload of faith to get by», como cantaba Lou Reed».
Luis Fernández de Sonido Muchacho, promotora de Punsetes, Carolina Durante, Sen Senra o Natalia Lacunza alude al daño psicológico del sector. «Económicamente es insostenible que un año entero se vaya a la basura, pero anímicamente es un horror. Es una cuestión de supervivencia, anímicamente no puedes soportar tantos aplazamientos durante 2 años. Además, son conciertos que incluso cuando los haces, no sabes si han funcionado como deberían haber funcionado por las circunstancias. Aparte de a nivel económico, porque es la fuente de ingresos de la industria, afecta a nivel psicológico».
Sergio Moreno, mánager de Confeti de Odio, Morreo y Marta Movidas desde su pequeña empresa Las Amigas, y programador de festivales como Low Festival, WARM UP y Area 12, nos habla de las dificultades de estos dos años: «muchísimas empresas hemos estado a punto de cerrar. Nosotras, en Las Amigas, tuvimos que despedir a nuestro único trabajador porque, literalmente, nos quedábamos sin dinero en la cuenta. Pero las tareas de management, booking y preproducción han seguido durante todo este tiempo, con el esfuerzo de las socias, y, casi siempre, sin ver un solo euro, porque, cuando trabajas con artistas de pop underground, tu principal fuente de ingresos estables son los festivales y los conciertos en salas, de los que apenas han podido celebrarse unos pocos». Sobre la luz al final del túnel, indica: «En nuestro caso, como ya tuvimos que reducir los gastos a la mínima expresión por la pandemia, podemos aguantar unos meses más. La cuestión, dado que las tres tenemos otros trabajos paralelos, es: ¿seguiremos con ganas de trabajar sin ver un euro o llegará un punto en que preferiremos tirar la toalla? Yo soy optimista, pero no todo el mundo en el sector puede serlo, por desgracia».
«¿Cómo le explicas a la gente que puede ir a trabajar pero no de concierto?»
Además, literalmente, parece que no tendremos «manos» para aplaudir en tanto show reprogramado, seguramente afectando gravemente a los artistas noveles o en desarrollo. Indica Moreno: «Los conciertos de enero y febrero que se trasladen a mayo o junio casi se solaparán con los festivales de verano, y eso aumentará la competencia, y, potencialmente, la capacidad de gasto en entradas de los asistentes, que disminuye». Pero al menos, Moreno se muestra optimista, indicando que la situación pandémica se ha «cronificado»: «En muchas comunidades no se han retomado las restricciones por el coste electoral que esto implica, y tengo la sensación que va a ser progresivamente así… ¿cómo le dices a la gente que al séptimo día de contagio puede ir a trabajar pero que no se puede ir de concierto?».
Luis Fernández también cree que estamos ya al final del calvario: «se ve ya claramente y es por una cuestión mediática. Llevamos 2 años estando con el virus, y nos hemos acostumbrado ya. Este último «repaso» de las Navidades con 200.000 infectados diarios lo que va a hacer es normalizar la situación. En nuestro caso pensábamos que enero iba a ser fantástico y todo iba a estar solucionado, y nos hemos visto en el marrón de otro pico de covid, pero aun así hay gente que ha respondido y está yendo a conciertos».
«Económicamente es insostenible que un año entero se vaya a la basura, pero anímicamente es peor»
Finalmente, Beatriz Concepción, directora de Oso Polita, deja una conclusión interesante sobre la dependencia tan extrema que toda la industria ha depositado en el directo, recalcando que esta situación ha servido para “profundizar y aprender más en la labor de cuidado y amor a los artistas-personas (…) Este tiempo nos ha servido para conocer y desarrollar musicalmente a muchos talentos con los que trabajamos, ver la relevancia de la creación y la música grabada y no basarnos tanto en el directo».