Los mejores libros de 2021

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Los mejores libros de 2021

Historia de Shuggie Bain (Douglas Stuart)

La gran sorpresa literaria de 2021. El extraordinario debut de Douglas Stuart, diseñador de moda de 45 años (ha trabajado para Calvin Klein o Ralph Lauren), ganó de forma inesperada el Premio Booker, el más prestigioso en lengua inglesa. ‘Historia de Shuggie Bain’ es una novela que mezcla ficción y autobiografía, una emotiva historia de amor maternofilial situada en un contexto social marcado por la crisis de la desindustrialización.

Este desgarrador drama está narrado con enorme delicadeza y sensibilidad, con una gran compasión por sus personajes, que contrasta con la sordidez y la inclemente hostilidad del ambiente donde transcurre. Un descenso a los infiernos del alcoholismo descrito con un escalofriante realismo (el capítulo 17 es una obra maestra de principio a fin) pero a la vez con una ternura devastadora. Sin duda, una de las mejores novelas del año pasado.

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Hamnet (Maggie O’Farrell)

Maggie O’Farrell (‘La primera mano que sostuvo la mía’, ‘Tiene que ser aquí’) regresa con su mejor novela hasta la fecha. Y lo hace lanzando una hipótesis sobre la también (posiblemente) mejor obra de William Shakespeare: ¿escribió el Bardo de Avon la tragedia ‘Hamlet’ pensando en su propia tragedia, la muerte a los once años de su hijo Hamnet (cuyos nombres eran intercambiables en la época)? Partiendo de esta sugestiva premisa, la autora norirlandesa narra la vida del escritor (a quien no nombra en ningún momento) desde un ángulo inesperado: su esposa Anne Hathaway. A partir de la espléndida recreación de la vida familiar y doméstica de Shakespeare, la autora construye una extraordinaria narración, llena de intriga, sensibilidad y lirismo, sobre el amor (conyugal y maternal), la pérdida y el dolor.

La anomalía (Hervé Le Tellier)

La novela del semidesconocido Hervé Le Tellier, premio Goncourt, es muy juguetona e ingeniosa, como corresponde a un miembro del grupo de vanguardia Oulipo. La mezcla desconcierta al principio, pero funciona de maravilla. El autor consigue algo muy difícil: fabular sobre un hecho inverosímil, “imposible”, narrándolo con enorme verosimilitud; hablar sobre temas complejos, exponiéndolos de manera sencilla (el libro se lee con la claridad de un bestseller); lanzar preguntas de gran peso filosófico –sobre la identidad, la intimidad, la transhumanidad– como quien lanza un avión de papel. El libro está lleno de cuestiones existenciales y metafísicas, pero hay una que va dirigida directamente al lector: ¿qué harías tú en esa situación? ¿Cómo te comportarías si te ocurriera esa “anomalía”?

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Todo bajo el sol (Ana Penyas)

“A quienes tuvieron que abandonar su lugar, y a quienes se quedaron como extraños en su propia tierra”. Esta es la dedicatoria con la que Ana Penyas, Premio Nacional del Cómic 2018 por ‘Estamos todas bien’, comienza su segundo trabajo en solitario. Una cita que nos advierte del contenido social que encontramos bajo lo que parece un eslogan publicitario para atraer turismo: ‘Todo bajo el sol’. La densidad de la propuesta se diluye como un azucarillo gracias a la habilidad de la autora en la utilización de la técnica de transferencia -manipular fotos coloreándolas-, con el collage y el propio dibujo. Una transferencia ejecutada de forma impecable -con inserciones de documentales, programas de televisión de la época o con vallas de publicidad de carreteras- para realizar el retrato de una familia humilde, proveniente de la huerta valenciana, desde principios de los años 70.

Hotel California (Barney Hoskyns)

Con un ritmo arrollador, Hoskyns recorre esta geografía mítica: Laurel Canyon, Topanga Canyon, el desierto de Joshua Tree… Lugares en que se forjó un sonido que dominó EE.UU. entre finales de los 60 y mediados de los 70; un sonido que bebía del folk, el country y el rock, espoleado por el masivo éxito de los Beatles. Hoskyns reseña cómo un puñado de idealistas tomaron Laurel Canyon, cerca de Los Ángeles, y nació el mito California, tierra de promisión musical. Desde el disparo de salida, que fueron los éxitos de The Mamas & The Papas y el primer disco de los Byrds y sus antros míticos (el Troubadour principalmente), los protagonistas relatan cómo se creó una comunidad artística, sus alianzas creativas, sus romances, cómo crecieron como artistas, obtuvieron un éxito monstruoso y se ahogaron entre sus propios egos y cocaína.

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Trigo limpio (Juan Manuel Gil)

Ahora que las ficciones con ganchos nostálgicos para cuarentones se han convertido en una plaga pegajosa que parece no tener fin, ‘Trigo limpio’ (premio Biblioteca Breve de Seix Barral) es un ejemplo perfecto de cómo escribir una novela sobre una pandilla de niños de un barrio almeriense de los 90, sin estar masajeando constantemente la memoria sentimental del lector con referencias populares de la época. A partir de dos líneas narrativas, Juan Manuel Gil pone en marcha un fascinante viaje literario. Para ello utiliza una gran variedad de géneros y recursos narrativos: autoficción paródica, novela de aprendizaje, de detectives, de denuncia (del ladrillazo noventero)… Y hasta un “manual de instrucciones para escribir una novela”, muy meta y muy divertido. Novelón.

Los optimistas (Rebecca Makkai)

Si te gustó la serie ‘It’s a Sin’ pero se te quedó algo corta, no te pierdas esta novela. Rebecca Makkai se ha revelado con ‘Los optimistas’ (finalista del Premio Pulitzer y del National Book Award) como una de las voces más interesantes de la actual narrativa estadounidense. Su nueva novela es un retrato minuciosamente documentado de la escena gay de Chicago de mediados de los 80, cuando el sida irrumpió en la vida de la comunidad como una plaga apocalíptica. Makkai recrea de forma magnífica, con una prosa muy ágil y precisa, la gran paradoja de esos años: el ambiente de optimismo, camaradería y vitalidad de una comunidad gracias al imparable avance de sus libertades, y la atmósfera de incertidumbre y temor ante la expansión de la enfermedad y el aumento de las víctimas.

Agente Sonya (Ben Macintyre)

Agente Sonya’ cuenta una historia increíble: la de la espía soviética berlinesa Ursula Kuczynski. Una mujer que igual podía hacer un bizcocho para sus hijos que era la envidia de sus vecinas, que una potente bomba casera. Narrada con rigor documental y los recursos propios del thriller, Macintyre cuenta cómo Sonya (su nombre en clave) llevó una doble vida de ama de casa, madre (tuvo tres hijos) y espía de alto nivel. Nunca la pillaron. Burló a la Gestapo, a la policía china y japonesa, al MI5 británico, al FBI y al mismísimo NKVD soviético durante las purgas de Stalin. Cuando se retiró, se convirtió en novelista de éxito bajo el seudónimo de Ruth Werner. ‘Agente Sonya’ no tardará en adaptarse a la pantalla. Macintyre ya ha dicho quién le gustaría que fuera la protagonista: Phoebe Waller-Bridge. No estaría mal.

Ethel y Ernest. Una historia verdadera (Raymond Briggs)

Al británico Raymond Briggs le llegó la popularidad en los 80 con ‘Cuando el viento sopla’. En ‘Ethel y Ernest’ encontramos el mismo recurso de matrimonio que se lleva bien y permanece unido ante las adversidades. Aquí, Briggs nos obsequia con una biografía de sus padres, desde que se conocen hasta que fallecen. Un cuento conmovedor y lleno de ternura de la vida matrimonial que sus progenitores mantuvieron durante más de 40 años: un periplo de memoria histórica que implica vivir la Segunda Guerra Mundial, el progreso de las clases medias y los primeros avances tecnológicos. La calidad y calidez humana de Briggs reside no solo en la explosión de colores y en la cadencia de los detalles de sus ilustraciones, sino también en el tono evocador, el fino sentido del humor y un estilo narrativo en los diálogos digno del mejor de los análisis psicológicos.

Alguien camina sobre tu tumba (Mariana Enríquez)

Después de la deslumbrante ‘Nuestra parte de noche’ (Anagrama), que encabezó nuestra lista de mejores libros de 2019, llega lo nuevo de Mariana Enríquez. ‘Alguien camina sobre tu tumba’ es una recopilación de visitas a camposantos. Enríquez es una cronista brillante y divertida, una viajera que nos habla con mucho desparpajo de cómo se enamoró -de los cementerios y de un violinista okupa- en el camposanto genovés de Staglieno (lugar de peregrinación de los fans de Joy Division); del miedo que pasó en el de Lima, donde hacía dos días habían tirado un cuerpo sin cabeza por encima de la verja; o de su visita al de Colón (La Habana), donde esperaba encontrar a su gran amor platónico: Richey Edwards, el desaparecido guitarrista de Manic Street Preachers, a quienes vio actuar en Cuba en 2001. ¿Para cuándo una segunda parte?

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