La historia de película de ‘All the Young Dudes’, la canción estandarte del glam

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La historia de película de ‘All the Young Dudes’, la canción estandarte del glam

La historia de ‘All the Young Dudes’ parece casi propia de una película, o al menos parte de la trama de una. Una especie de descarte imaginario de un film tipo ‘Velvet Goldmine’ (y no tanto ‘Stardust’) en el que David Bowie salva la carrera del grupo Mott the Hoople con enorme generosidad, regalándoles una canción que termina convirtiéndose en el himno no oficial de la generación glam. Difícil resistirse, ¿no? Especialmente tratándose de la que quizá es mi canción favorita de David Bowie, y eso que clásicos tiene a docenas, como quedó bien claro hace pocas semanas en un estupendo episodio del podcast de JNSP.

La cosa empieza el 26 de marzo de 1972: el grupo inglés de rock Mott the Hoople lleva tres años en Island Records pero su carrera está en horas muy bajas. En un momento totalmente Spinal Tap, el grupo llega al local en el que tocarán su concierto de esa noche en Suiza y descubren con zozobra que se trata una antigua gasolinera reconvertida. Sintiendo que han tocado fondo, tras una gran discusión deciden separarse. Nada más volver a Londres el bajista Pete Overend llama a David Bowie con la esperanza de que pueda contratarle. Bowie, horrorizado ante la idea de que un grupo que le gusta tanto desaparezca, contraataca: “Mira, tengo una canción a medio escribir. Te llamo en un par de horas, tengo que hablar con mi mánager”.

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Días después Bowie queda con Overend y le toca el esbozo. Overend alucina, y entusiasmado consigue reunir al resto de la banda en la oficina del mánager de Bowie, cerca de Regent Street (no muy lejos, por cierto, de la mítica cabina de teléfono de la portada de ‘Ziggy Stardust’). Verden Allen (teclista): “Se sentó en el suelo con una acústica y nos tocó ‘All the Young Dudes’. Sólo era una estrofa y un estribillo, pero se veía inmediatamente que era una canción fantástica”. En las siguientes semanas los Hoople prosiguen con su gira, que tenían que terminar por obligación contractual. Al acabar el último concierto del tour reciben un telegrama de David Bowie diciéndoles que ha terminado la canción y hasta ha reservado una fecha en un estudio.

Mientras tanto la trama se complicaba: el grupo está dispuesto a intentar ese último cartucho, pero necesita salir de Island Records: su apoyo es nulo y encima la idea de separarse ha sentado fatal al sello. En otro admirable alarde de generosidad, Bowie pide a su propio mánager (Tony DeFries) que intente desenredar el lío y consiga liberarles de su contrato. Con ese panorama llegaron Mott the Hoople a los legendarios estudios Olympic de Londres, 14 de mayo, en una sesión secreta y con nocturnidad por lo delicado de la situación. Sin tiempo ni para ensayar la canción bien, simplemente la prepararon con Bowie en el estudio en un ratito. Dale Griffin (batería): “Bowie nos tocó la canción y nosotros la repetimos en formato de banda”. En dos horas tenían las pistas principales grabadas, incluido ese mítico punteo inicial que Mick Ralphs inventó allí en el momento, incrementando instantáneamente el potencial de himno que la canción ya tenía de por sí. La voz de Ian Hunter con un fraseo muy Bowie y el propio David grabando los exquisitos coros del estribillo, redondearían la faena al final de la sesión.

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La suerte de la banda parecía cambiar por fin, porque DeFries consiguió poco después liberarlos de Island y que firmasen con Columbia Records, que lanzaría el flamante single en verano. Pero cuando todo estaba ya casi listo surgió un nuevo problema: los abogados del sello pusieron pegas al verso “Stealing clothes from Marks and Sparks”, una referencia a la cadena de tiendas Marks & Spencer. La BBC podría muy bien no radiar la canción si contenía publicidad, así que de un día para otro hubo que traer desde Nueva York a Ian Hunter para que regrabase el verso cantando “unlocked cars” en vez de “Marks and Sparks”. Acto seguido cogió un vuelo de vuelta. (La letra original volvería a usarse para la versión del LP).

‘All the Young Dudes’ se lanzó el 28 de julio y entraría en los charts británicos inmediatamente hasta alcanzar el número 3, resucitando así la carrera de la banda incluso en EE.UU., donde consiguieron un digno Top 40. Pero el impacto de la canción trascendió ese éxito. Las letras que hacían alusión a morir joven (“Billy rapped all night ‘bout his suicide / How he’d kick it in the head when he was 25”), hacer el gamberro, vivir rodeado de cemento, la revolución fracasada de los Beatles y los Stones, personajes andróginos pero duros de pelar («Now Jimmy looking sweet though he dresses like a queen he can kick like a mule») o la mítica “no necesitas la TV cuando tienes a T.Rex” conectarían inmediatamente con esa nueva generación de “young dudes” de los 70 quienes la convertirían rápidamente en un himno de la contracultura glam.

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La música glam es la colisión más dulce y satisfactoria entre esos dos mundos llamados “pop” y “rock”, un punto de encuentro donde lo mejor de ambos estilos dio lugar a la pura magia de canciones como esta. A nivel técnico, uno de los secretos musicales de la canción es lo que Julian Cope llama “The Glam Descend»: las notas del bajo comienzan en la nota principal del acorde y luego van bajando a la séptima, sexta, quinta, etc mientras el acorde se mantiene. Bowie ya lo había hecho en ‘All You Pretty Things’ y sería una técnica muy imitada en décadas posteriores: de ‘Sowing The Seeds Of Love’ en los 80 a ‘Whatever’ de Oasis en los 90.

Años después Bowie explicaría que la canción inacabada en realidad la había compuesto para el “Ziggy Stardust” pero que se quedó fuera. Recordemos que el bienio 1971-72 fue el más fértil del artista, docenas de brillantes canciones le sobraban y se acumulaban. Y en esa explicación incluiría una relativa a la letra: el mensaje que los “jóvenes muchachos” traían no era el de la nueva era glam sino que eran en realidad los mensajeros de Ziggy trayendo la misiva de que el mundo acabaría en cinco años. Bowie: “no es un himno a la juventud, sino completamente lo opuesto”.

¿Importa eso? Por supuesto que no. Cuando un artista lanza su canción al mundo, lo que signifique deja de estar bajo su control, y si las masas lo abrazan con otro sentido, no hay nada que hacer (un saludo desde aquí a ‘One’ de U2 sonando en miles de bodas). Así que ‘All the Young Dudes’ sigue recordándose ahora que se cumplen 50 años de su grabación como la canción estandarte del glam. O en las entusiastas palabras de Lou Reed: “¡Es un himno gay! Una llamada a todos los jóvenes muchachos para que salgan a la calle y muestren que son hermosos, gays, y orgullosos de serlo”.

Bowie interpretó en directo «All the Young Dudes» ya desde la gira de Ziggy, y se acabó convirtiendo en uno de sus clásicos más recurrentes en directo en las restantes décadas. Fue sin duda el momento más hermoso del concierto de Bowie al que asistí en 1996: en aquella noche de agosto la canción sonaba eterna y joven, tan inmortal como -aparentemente- Bowie. Merece la pena despedir este artículo escuchando la excelente versión de Mott the Hoople con él cantando la voz principal, y que incluye el final extendido de la canción en su grabación original de los estudios Olympic:

‘All the Young Dudes’ sonó en el programa nº 132 de Popcasting, el podcast de Jaime Cristóbal, disponible en este enlace.

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