Carly Rae Jepsen ha vuelto estos días con un nuevo single llamado ‘Western Wind’ que no suena a lo que -quizás- esperabas. La canadiense se ha reinventado y ha dejado a un lado los pepinazos ochenteros por los que es conocida -la fórmula se empezaba a agotar un poco- para explorar un sonido más orgánico y relajado que remite al de su primer disco. Más o menos.
El título de ‘Western Wind’ alude ya a un «viento del oeste» que se augura amable. Y las hipnóticas notas de sintetizador con las que abre la canción, tocadas con todo el gusto que caracteriza a su productor Rostam Batmanglij, así lo confirman: estamos ante una pieza de pop «chill» que busca hacer poco ruido. A veces la idea funciona. No es del todo el caso.
‘Western Wind’ es otra interpretación de la música de los años 2000. En su caso no caben ecos al teen-pop a lo Rina Sawayama, sino efectivamente al chill-out y al trip-hop comercialoide de la época. Las percusiones de ‘Western Wind’ parecen sacadas de las de ‘Thank You’ de Dido, mientras la energía «hippy» de la producción hacen parecer a Lorde una pionera.
Carly podría haber lanzado una canción importante en la recuperación de este sonido. Quizá lo sea y no nos hayamos dando cuenta. De momento, ‘Western Wind’ es el equivalente a ese viento sereno que te sopla en la cara cuando te relajas en el campo: es agradable al momento, pero pronto olvidas que estaba ahí. ‘Western Wind’ se pasa de serena para pasar desapercibida.
Al igual que artistas como Lana Del Rey o Lorde, Carly Rae Jepsen ha situado su nuevo sonido en California. En el estado soleado halla la artista un nuevo amor que le hacer sentir «júbilo» y felicidad en los pequeños momentos. Una canción iluminada por el sol de primavera, que quizá con las sucesivas escuchas desvele su verdadera grandeza. O no.