Primavera Sound mejora su logística entre estelares conciertos de Amaia, Low, Caribou…

La asistencia al Primavera Sound en la jornada del viernes estaba marcada por la expectativa de atestiguar mejoras en su organización, que había sido deficiente en la jornada inaugural debido al descontrol del aforo y las colas. El festival se puso las pilas y este viernes quedó confirmado que el abultado aforo no tiene por qué ser un problema si se regula en condiciones.

El viernes, desfilar el Parc del Fòrum de punta a punta para ir de un concierto a otro ya no era una misión hercúlea que diera ganas de encerrarse en un baño portátil y no salir hasta el día después. Al contrario, se desviaban flujos de gente con inteligencia para que no se crearan colapsos innecesarios. Y se repartían latas de agua gratis.

El buen ambiente se notaba ya en la llegada al recinto. No acompañaba el cielo gris, pero el nuevo disco de Bad Bunny ponía banda sonora a la llegada desde el teléfono de uno de los asistentes. Tan relajada estaba la gente (al parecer) que, cuando Beach Bunny expresaron su sorpresa por la cantidad de gente que había venido a verles, el público expresó una risa cómplice, como quitando hierro a la complicada experiencia del día anterior. Jordi Bardají

Que la jornada del viernes empieza mucho mejor que la del jueves fue evidente en la ordenada cola para ver a Low en el Auditori. Claro que el hecho de haber llegado una hora y cuarto antes puede haber influido. Marina Herlop desarrolla su música experimental y preciosista ante un público atento, hipnotizado por su propuesta, aunque estén aquí por Low en su mayoría.

Alan Sparwahk y Mimi Parker, acompañados en directo por la bajista Liz Draper, nos vuelven a demostrar que su reino no es de este mundo. Alan empieza imitando con su guitarra el sonido de un dial buscando emisoras de radio, así inician un ceremonial en el que desgranaran ‘Hey What’ casi al completo.

Y no es solo que consigan reproducir el sonido del álbum: es que lo llevan todavía más lejos. Fusionan ‘White Horses’ y ‘I Can Wait’. Los golpes de Mimi retumban y se clavan en el alma, adquiere velocidad de latido. Hay un increíble despliegue de luces que ayuda a llevar ‘All Night’ a la estratosfera, los juegos de voces sobrenaturales de ‘Hey’ nos dejan colgados en el espacio. ‘Days Like This’ la arrancan suavecita, suavecita, para luego arrearnos con furia, y ‘Don’t Walk Away’ consigue ser aún más el himno espiritual. Hay un pequeño conato de pánico cuando Alan dice que van a tocar la última canción (¡no!). Del nuevo disco, aclara, que es ‘The Price You Pay (It Must Be Wearing Off)’. Sólo hay dos canciones antiguas, como cierre: ‘No Comprende’ y ‘Sunflower’. Nos quedamos todos flotando, sabiendo que, otra vez, hemos visto algo que nos supera y nos lleva más allá. Mireia Pería

A decir verdad, que este año está asistiendo mucha más gente al Primavera que en años anteriores (al menos en apariencia) se nota por las importantes congregaciones de público que se forman en algunos de los conciertos más tempranos, como el de Weyes Blood. Era prácticamente imposible meterse en las primeras filas para verla de cerca y solo eran las 7 de la tarde. La pista frente al escenario y la explanada de césped de atrás estaban completamente tomadas por el público. Pareció que media Barcelona se enteró de que su nuevo disco «está en camino», en palabras de su autora. Mientras llega, canciones como ‘A Lot’s Gonna Change’ o ‘Picture Me Better’ siguieron sonando tan atemporales como las recordábamos.

A la misma hora, la actuación de Autechre es una improvisación sobre nuevo material llamada “Barcelona twentytwentytwo”. Completamente a oscuras, el dúo desplegó una música que asemejaba a alguien jugando a un videojuego de guerra en tu cabeza, pero sin resultar particularmente agresivos. Las luces de los móviles del público que buscaba el camino a su butaca o al exterior, ayudaron a darle el adecuado tono onírico; se veían sombras enormes que se proyectaban de repente en el escenario o destellos de luz que coincidían con algún patrón rítmico. Interesantísimo, pero la hora, la oscuridad y el arrullo electrónico hizo que alguno cayera en garras del sopor. Mireia Pería

La curiosidad por averiguar qué sonido ofrecía un grupo que recibe el nombre de Tropical Fuck Storm (hacen un rock experimental que a veces bordea el metal progresivo) me hizo perderme el inicio del concierto de Helado Negro. Es decir, me hizo perderme su mejor canción, ‘Gemini and Leo’. Sin embargo, su reconfortante dream-folk continuó suavizando el ambiente mientras un risueño Roberto Carlos Lange presentaba las canciones de su último disco. Jordi Bardají

A eso de las 8 de la tarde fue el turno de subirse al escenario de Amaia. Había ganas de escuchar en directo su disco ‘Cuándo no sé quién soy‘, y no decepcionó. La artista, nerviosa porque nunca tanta gente que conoce la había venido a ver en un concierto, abrió con ‘Bienvenidos al show’ como no podía ser de otra manera y, entre canciones de sus dos discos, presentó un setlist perfecto en selección y orden. ‘Yamaguchi’ sonó cuando más apetecía, la navarra cantó el número justo de baladas al piano (entre ellas su versión de ‘Fiebre’ de Bad Gyal) y, si había dudas en torno a si su debut superaría el paso del tiempo, hay que decir que canciones como ‘Quedará en nuestra mente’ ya suenan a clásicos.

Aunque debo hacer un apunte: el setlist no fue exactamente perfecto… porque a Amaia le obligaron a cortarlo antes de lo esperado. La artista no dudó en expresar su frustración de varias maneras por este imprevisto («a ver si ahora me van a quitar canciones») pero, si el setlist se abrevió, no se notó nada: probablemente se desprendió de ‘Un nuevo lugar’ o ‘Nadie podría hacerlo’, que sí tocó, por ejemplo, en Sevilla… pero desde luego no de ‘Quiero pero no’, ‘El encuentro’ ni mucho menos de ‘La canción que no quiero cantarte’, que cerró el show por todo lo alto a gritos de «cómeme el higo». Invitada al escenario, María Escarmiento hizo el papel de Aitana, ganándose los vitoreos del público. Jordi Bardají

La gran cantidad de asistentes de esta edición me empujó a cambiar de ruta. Una de mis prioridades era Little Simz, pero el recuerdo del gentío atiborrando el escenario Cupra para Dinosaur Jr me hizo desistir de la idea. De hecho, me llegaron bastantes avisos de que intentar ver a la británica era imposible. Así que me quedé en el escenario Ouigo (antiguo Adidas) y, por un rato, volví al Primavera de antes: se podía pedir en las barras rápidamente, se podía estar tranquilo. Y aun así, se veía bastante gente esperando a Za! & La TransMEgaCobla. Mucho público autóctono, antiguos parroquianos del Hi Jauh Usb?, unas cuantas camisetas de Mujeres (el grupo) y algún guiri despistado flipando. “Crazy! That’s crazy, man!”, nos gritó uno que acabó bailando frenéticamente detrás de nosotros. No fue para menos: el concierto más loco y divertido del festival. Edi Pou y Pau Rodríguez están acompañados un cuarteto de viento (la cobla) y dos vocalistas portentosas, que lo mismo te cantan que te pegan unos alaridos que te dejan seco. Arrancan con sonidos de sardanas, pero aquello torna en un huracán de ruido, vientos, juego y toneladas de diversión. ¿Que hacen una canción “en fenicio”? Nosotros la cantamos como si nos fuera la vida. Y encima cierran fusionando ‘Smack My Bitch Up’ de Prodigy y ‘Block Rockin’ Beats’ de Chemical Brothers. Festa Major. Mireia Pería

Valió la pena perderse a The National (por mal que suene) para ver el concierto de Pabllo Vitar. Entre tanto guitarreo, la brasileña ofrece algo diferente: ritmos de funk brasileiro que invitan a mover las caderas sin parar. Verla sobre el escenario bailar sus alegres y vibrantes canciones junto a sus bailarinas, todas vestidas de rosa como si fuera un concierto de Lola Indigo, fue refrescante. No faltó el remix de ‘Fun Tonight’ de Lady Gaga, aunque lo que brilló por encima de todo fue su operística voz de diva. Vitar fue una de las joyas «perdidas» del festival. Perdida en Mordor, en concreto. Jordi Bardají

Como cabeza de cartel, Beck no decepcionó. El cantante, ataviado con su habitual traje blanco y su sombrero insignia, no solo se entregó a su papel de «showman» para un público que iba mucho más lejos de lo que su vista era capaz de alcanzar, sino que presentó un concierto de sonido inmejorable, en el que especialmente las baterías y percusiones sonaban crespas y cristalinas como el día. Buen rock el que trajo Beck en canciones como ‘Everybody’s Gotta Learn Sometimes’ o por supuesto ‘Loser’. Jordi Bardají

Warpaint en el escenario Binance (antiguo Primavera) sonaron casi perfectas. Un concierto ideal para degustar en el césped, sin prisas. Reprodujeron de manera fidedigna la cuidada atmósfera de sus discos, con una gran parte centrada en su reciente ‘Radiate Like This’, abriendo con ‘Champion’ y llevando a la categoría de clásico ‘Hard to Tell You’. Pero también hubo algún momento de recuerdo a su pasado, como la magnífica ‘Love Is to Die’. Mireia Pería

Inauguró la medianoche el concierto de Rigoberta Bandini. Pensaba que la pista estaría a reventar de gente, pero supongo que los guiris estaban a otra cosa. Mejor, porque tampoco iban a corear los estribillos de ‘Perra’ o ‘Julio Iglesias’ como la artista se merece. Con el eufórico estribillo final de ‘Ay mamá‘ me pareció que mi cuerpo iba a entrar en combustión espontánea.

El directo de Rigoberta tiene sus pros y sus contras. El humor de Esteban Navarro, teclista e integrante de Venga Monjas (además de padre de su hijo), es un plus (en un punto del concierto le dio por cantar una «opereta» improvisada). El de Rigoberta también. Sin embargo, y como mencionó mi compañero David Moya en su crónica de Tomavistas, su repertorio aún no se sostiene del todo: la esquizofrénica ‘Cuando tú nazcas’ y ‘Que Cristo baje’ tienen pinta que desaparecerán de su repertorio en el futuro, y la versión electro de ‘La la la’ de Massiel… también.

No obstante, el final discotequero de ‘Too Many Drugs’ puso patas arriba a la asistencia, confirmando que si algo sabe Rigoberta es montar una pedazo de fiesta en la que ella siempre es quien se lo pasa mejor que nadie. Y su energía es contagiosa. Jordi Bardají

El colofón final de la jornada del viernes en Primavera Sound llegó con dos sesiones colosales. Por un lado, Caribou nos hizo ver el cielo con el trance feliz de ‘Our Love’, ‘Odessa’ y, sobre todo, la trifecta final formada por ‘You Can Do It‘, ‘Never Come Back’ y el himno oficial del Primavera ‘Can’t Do Without You’. Colocado en uno de los escenarios principales, en sustitución de The Strokes, está claro que Caribou se merece ser cabeza de cartel de cualquier festival. Además, se le vio entusiasmado por la reacción del público. Dijo que era «increíble».

Igual de enorme fue el show de Jamie xx. Abrió su nuevo single ‘LET’S DO IT AGAIN‘, que rompió la pista, y le siguieron clásicos de su repertorio como ‘Sleep Sound’ o la celebrada ‘Gosh’. Entre ritmos más tribales y otros próximos al hip-hop, Jamie xx ofreció una sesión de electrónica que gustó a todo el mundo. Jordi Bardají

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Publicado por
Jordi Bardají