Cine

‘Un año, una noche’: sobrevivir a Bataclan no era solo salir vivo de allí

“Lo primero que viene a mi memoria es una luz sobrecogedora. Un resplandor repentino me sacude la mente y veo la sala devorada por su aura. Ya no estamos a oscuras. Ya no toca la banda. A mi alrededor, en el foso, hay cientos de personas, como yo, tiradas en el suelo. Mantienen la cabeza escondida entre los brazos y tiemblan. Muchos aún no son conscientes de lo que ocurre. Algunos morirán sin saberlo”. Ramón González, superviviente del atentado que el terrorismo islamista perpetró en la sala Bataclán el 13 noviembre de 2015, empezaba así su libro ‘Paz, amor y death metal’ (el atentado fue durante un concierto de Eagles Of Death Metal).

Tanto Isaki Lacuesta como Ramón Campos se emocionaron con la lectura del libro, y decidieron hablar con González para llevarlo al cine con algunas variaciones, dando como resultado ‘Un año, una noche’, cuya presentación en la Berlinale ya fue algo histórico para nuestro cine: era la primera vez en décadas que dos películas españolas (la otra fue, ejem, ‘Alcarràs‘) competían en Sección Oficial. Pudimos verla no en el Festival de Berlín sino en el Festival de San Sebastián, y la verdad es que hubiese sido tan digna ganadora del premio como la estupenda cinta de Carla Simón.

‘Un año, una noche’ viene generando hype desde hace bastante, tanto por la temática como por ser el regreso de Isaki Lacuesta tras su película más aclamada (‘Entre dos aguas‘ se llevó precisamente la Concha de Oro en el Zinemaldia de 2018) y por su ambicioso reparto: la pareja protagonista está interpretada por dos de los chicos de moda en el cine europeo, ambos de los mejores actores de su generación.

Se trata de Nahuel Pérez Biscayart y Noémie Merlant, protagonistas de las excelentes ‘120 pulsaciones por minuto‘ y ‘Retrato de una mujer en llamas‘, las dos sin duda obras clave del cine LGBT reciente. Pero a ellos se les unen tres valores seguros de nuestro cine como Quim Gutiérrez (brillante en un complicado papel), Natalia de Molina y Enric Auquer, la menos conocida pero igualmente estupenda Alba Guilera y, ojo, ¡C. Tangana!. ‘Un año, una noche’ supone también el debut en el cine de quien a estas alturas ya es una estrella de nuestra música, y ojo porque no es ningún cuadro: Antón sale bastante bien parado. Todos ellos se ponen a las órdenes de Lacuesta, aunque quienes llevan el peso del guión (obra de Lacuesta junto a Isa Campo y Fran Araujo) son Pérez Biscayart y Merlant.

Porque ‘Un año, una noche’ no va sobre los atentados del Bataclán. Al menos no en el sentido que esperamos si leemos que va a tratar de eso. Lo que le interesa a Lacuesta es lo mismo que contaba González en su relato autobiográfico: cómo tanto él como su pareja salieron ilesos de aquella sala en lo físico, pero muy tocados en lo psicológico. Cómo puedes luchar para no olvidarlo o luchar para no recordarlo. Cómo el terror puede hacerles replantearse sus vidas, su visión del mundo actual, sus ideas políticas, sus principios… y, sí, también su amor.

Isaki Lacuesta salta con maestría entre lo íntimo y lo histórico, lo personal y lo universal, y lo hace con la ayuda de las excelentes interpretaciones de sus protagonistas, muy basadas en la contención y que te arrastran cuando salen a flote y lo hacen a borbotones. Lo demuestra, por ejemplo, la larga escena de la discusión en su domicilio de París, que directamente contiene uno de los mejores planos vistos en 2022. Curiosamente, Lacuesta introduce pequeños toques de humor incluso en los momentos más intensos, como puede verse sobre todo en la visita española, o en los momentos de discusión sobre política de la pareja, que de alguna manera recuerdan a ‘Antes del anochecer’ y a ese vacío que conseguía vencer a la esperanza en Jesse y Céline. El relativismo moral que trae consigo el individualismo salvaje de nuestro tiempo.

El protagonismo por supuesto no lo tienen los terroristas (a quienes ni siquiera se llega a ver), y de hecho los flashbacks que sí se usan son una decisión arriesgada. Personalmente me hubiese funcionado mejor, o bien no mostrar nada, o bien mostrar todo al principio y dejar el aftermath de ahí en adelante. También entiendo que no es para dosificar morbo (eso sí me hubiese parecido muy incoherente con lo que se cuenta), sino que es una manera de adentrarnos en la psique de ellos, especialmente del personaje de Merlant.

En cualquier caso, problemas menores dentro de la que es una de las mejores películas que ha dado nuestro cine este año, y eso son palabras mayores porque 2022 es ya uno de los mejores años que se recuerdan de nuestro cine: ‘Alcarràs‘, ‘Cinco Lobitos‘, ‘El Agua’, ‘La Maternal’, ‘La Consagración de la Primavera‘, ‘Mi Vacío y Yo’, ‘As Bestas’ y esta ‘Un año, una noche’ (y probablemente tengamos que sumar en breve ‘Mantícora’ de Vermut). Decía Isaki Lacuesta hace poco “si quieres hacer un cine que tenga capacidad de llegar al público pero que no pierda intensidad personal ni vocación artística hacen falta presupuestos equivalentes a los europeos”, agradeciendo que él sí los había tenido para rodar ‘Un año, una noche’. Pues adelante porque desde luego esto es, como se suele decir, “dinero bien gastado”. Al igual que el de nuestra entrada.

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Publicado por
Pablo Tocino