El hit de Sophie B. Hawkins aludía a la fluidez sexual ya en 1992

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El hit de Sophie B. Hawkins aludía a la fluidez sexual ya en 1992

Primavera de 1992. MTV Europa empieza a programar el vídeo de una misteriosa cantante llamada Sophie B. Hawkins. En él -filmado en ese blanco y negro característicamente arty de los 90- la artista interpreta una canción en un espacioso loft a modo de local de ensayo, mientras se mueve sin parar, baila, se une a sus músicos, rueda por el suelo. Nada excesivamente original, pero se podía percibir algo en su forma de conducirse, en su lenguaje corporal, de espíritu insumiso, de estar al mando vital y musicalmente de toda la situación. Una impresión de libertad que iba en consonancia con la canción, con su ritmo medio tiempo tipo “baggy” y una letra llena de versos de amor y deseo dirigidos a una persona atrapada en una relación de abuso.

¿De dónde salía esta nueva artista, que debutaba con este single? La neoyorkina Sophie se había formado estudiando percusión africana en la Manhattan School of Music for Percussion, además de especializarse en jazz y tocar múltiples instrumentos. Su primera y corta experiencia en la industria musical vino a finales de los 80 de la mano de Bryan Ferry: fue contratada como percusionista para sus directos, hasta que sorpresivamente fue despedida. En vez de sumirse en una depresión, Sophie lo tomó como una señal de que quizá debía apuntar a objetivos más ambiciosos, y esa misma noche empezó a componer lo que acabaría siendo ‘Damn I Wish I Was Your Lover’.

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Después de dos años trabajando demos y puliendo sus composiciones, el sello Columbia lanza en 1992 ‘Tongues and Tails’, su álbum de debut, con la canción en cuestión como estandarte. Tras un vídeo que se estima demasiado “atrevido”, se lanza el definitivo en blanco y negro, mientras las radios empiezan a programar con frecuencia el tema. Su comienzo con caja de ritmos y vaporosos pads de sintetizador es un gancho bastante irresistible, seguido de un precioso estribillo que llega -con oportuna prontitud- a los 30 segundos, redondeando el cebo. Al que a su vez le sigue un tercer gancho: la entrada de la segunda estrofa introduce un sample de la espectacular batería de ‘When the Levee Breaks’ de Led Zeppelin (un loop que en los 90 sería usado casi cada mes, por artistas como Björk, Enigma, Saint Etienne, Massive Attack o los Chemical Brothers), dando a la canción una pulsión totalmente excitante.

Sobre ese lienzo, Hawkins se movía musicalmente tan a sus anchas como en el vídeo: muchas estrofas, un puente largo y brillante, un reprise de la intro… en la era del CD ya no había prisa por acabar las canciones a los tres minutos y medio. En paralelo, la letra tiene suficiente recorrido para explorar con mucha miga esa llamada a soltar un relación tóxica (“Ese viejo perro te tiene totalmente encadenada / Te da todo lo que necesitas para que vivas en una jaula perversa / Y que duermas junto a una rabia vacía”) y -crucialmente- a revelar en la tercera estrofa que está cantándole a una mujer (“Me senté en la ladera con paz en mi mente / Yací junto al océano haciéndole el amor a ella”).

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Ese verso con pronombre femenino no le había llamado la atención a nadie en particular hasta que durante una entrevista para el NYT el periodista Jon Pareles le soltó una pregunta tan “normal” en 1992 como inaceptable en el presente: “¿eres lesbiana?”. Sophie, una persona franca y natural, le respondió que era “ambisexual”. Ante la sorpresa de Pareles, explicó: “mi género no define mi sexualidad. Lo hace mi espíritu creativo. Una pareja masculina no me hace hetero, ni una pareja femenina me hace gay. Yo lo soy todo, omni es todo y uno». A pesar del enfado de Columbia Records (tan normal en 1992 como inaceptable en el presente), del que Sophie hablaba recientemente en una entrevista con el Huffington Post, el escándalo se quedó en nada. De hecho, la valentía de haber sido sincera le valdría salir reforzada y -como comenta en la entrevista- tener carta libre para empezar a hablar del espectro de género en las radios (en plenos primeros 90) y convertirse en defensora de los derechos LGBTQ+.

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La carrera de Hawkins no sólo siguió adelante, sino que se libró de quedarse en una simple «one hit wonder». De hecho ‘Right Beside You’ y ‘As I Lay Me Down’ -singles de su segundo disco- se clasificarían aún mejor que el top 5 de ‘Damn I Wish I Was Your Lover’. Pero ninguna de ellas era tan carismática como ‘Damn…’, que quedará siempre como la canción que convirtió en mágicas aquellas semanas preveraniegas del 92, y la que definiría a Sophie B. Hawkins como un raro espíritu libre en la retorcida maquinaria de la industria musical.

Tras un tercer disco con Sony/Columbia de resultado más discreto, Sophie recorrió la siguiente década y media editando para sellos más pequeños, pero sin caer nunca en el olvido (memorable su aparición en la cuarta temporada de ‘Community’). Ahora, tras un hiato de una década, acaba de publicar un nuevo disco, ‘Free Myself’.

‘Damn I Wish I Was Your Lover’ suena en la entrega nº 413 de Popcasting, el podcast de Jaime Cristóbal, disponible en este enlace.

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