Hay un hilo conductor que conecta los dos últimos videoclips de Anton Corbijn para el álbum ‘Memento Mori’ de Depeche Mode. Unos rasgos estéticos compartidos que tienen un origen ético. El realizador holandés es hijo de un pastor protestante. Al igual que lo era Ingmar Bergman, a quien Corbijn homenajea en ‘Ghosts Again’ recreando la célebre secuencia de la partida de ajedrez con la muerte en ‘El séptimo sello’ (1957).
En ‘Wagging Tongue’ también se filtran parte de esos códigos estéticos de raíz reformista, esa austeridad formal que tanto partido estilístico ha sacado el cine o la pintura. El vídeo está rodado en un formato 4:3 y en un blanco y negro tan riguroso como la moral calvinista. El «ritual de confrontación», como lo llaman sus creadores (además de Corbijn, el clip está dirigido por el dúo The Sacred Egg), recuerda a las severas ceremonias de los acólitos de Calvino. Y qué decir del oficiante de la ceremonia, que parece sacado de una película de Dreyer.
Este andamiaje formal e iconográfico es utilizado por Corbijn (de actualidad por la gran retrospectiva de su obra que se ha organizado en la Provenza) para articular una estimulante historia sobre los problemas de comunicación de una pareja. Mezcla de ceremonia bautismal, rito de expiación y terapia de choque conyugal, ‘Wagging Tongue’ recrea una discusión de pareja, un «tenemos que hablar», de forma muy ingeniosa: bajo el agua, con los contendientes lanzándose dardos verbales como si fueran torpedos submarinos. Un fiero combate dialéctico representado con enorme potencia visual.