Sugababes brillan en Brava Madrid, el nuevo «Orgullo» de la ciudad

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Sugababes brillan en Brava Madrid, el nuevo «Orgullo» de la ciudad

«¿Algún maricón de Madrid que no haya ido al Brava?», preguntaba alguien en X. «No», obtenía como única respuesta. Brava Madrid ha nacido este fin de semana en la ciudad -bueno, en el Ifema- batiendo un récord de diversidad. Su promotora es The Music Republic, conocida por la organización de Arenal Sound o la última reinvención del FIB, es decir, su especialidad parece comprender las demandas de las generaciones más jóvenes y ofrecerles un festival barato (las entradas de día rondaban los 30 euros). Y una de esas demandas es la diversidad, al menos para una parte de la población muy importante.

Después de toda una vida de festivales con conciertos de The Strokes, The Hives y The Kooks, de Vetusta Morla, Izal y ahora Arde Bogotá, es casi un shock comprobar cómo un festival se centra en talentos femeninos y LGTB+… ¡y funciona! Tras innumerables y aparentemente infundados rumores de cancelación, Brava Madrid colgaba el cartel de «abonos agotados» la semana pasada, poniendo a disposición del público ya solo entradas de día. Estrategia o no, lo cierto es que el Ifema lució lleno para acoger conciertos de artistas no tan fáciles de ver en nuestro país como Sugababes o Mel C. En cuanto a valores nacionales, atención a la línea artística: Samantha Hudson, Algora & La Prohibida, Luna Ki o Fusa Nocta.

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Además de una buena organización, correcta diversidad gastronómica y buena disposición de baños, Brava Madrid se anotó el tanto de la diferenciación. Para la jornada de viernes plantearon un DRESSCODE «todo al rosa» que uno ya no sabía si apelaba a ‘Barbie’, al partido de Yolanda Díaz, a la comunidad queer, o a todo al mismo tiempo. Lo que sí sabemos es que supuso que 1) hordas de gente se desplazaran en Metro vestidas de rosa y que 2) tu muro de Instagram se llenara de lo mismo. El sábado la llamada al DRESSCODE era años 2000, quizá en referencia a las cabezas de cartel, ya con desiguales resultados. Hubo quien no se enteró, quien malinterpretó cómo se vestía en los 2000 y hubo quien -como yo- se presentó de rosa el día equivocado. «Pues di que vienes de empalmada», me sugería Juan Sanguino.

La propuesta de Brava Madrid es más una experiencia que trasciende lo artístico. Predominan los playbacks, los sets de 30 minutos o menos por artista, el volumen del escenario principal es escandalosamente bajo… pero la sensación es de diversión máxima. Si alguien pincha ‘Dime’ de Beth en cualquier lado, verás automáticamente a miles de personas entonándola a voz en grito desde una barra o durante un paseo de escenario a escenario; si pones una carpa con un Tarot, se te formará una cola que dividirá en dos todo el recinto. Una pena que no se pudiera grabar las caras de la Policía Nacional a las puertas, viendo todo este mariconerío en un espacio donado por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, porque eran para verlas. Sebas E. Alonso.

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Uno de los platos fuertes del viernes fue Belén Aguilera, valor al alza del pop español que presentaba su último EP ‘Metanoia’. Pese a que aún no había anochecido, el recinto se llenó de una marea rosa que coreaba las canciones con entusiasmo. El concierto fue resultón y ameno, y Aguilera supo sacar partido de su discreta escenografía con los recursos de que disponía.

Temas como ‘Galgo’ o ‘Antagonista’ sonaron particularmente divertidos y generaron un gran furor entre el público. Una pena que la acústica del escenario no fuese del todo fina: cerca de la torre de sonido -y más atrás, claro- era bastante deficiente y arruinaba considerablemente la experiencia. Tampoco el público general era demasiado respetuoso con no hablar durante las canciones, pero ese ya es otro tema.

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En el ámbito internacional, Brava Madrid rescató a Melanie C y MIKA como los grandes atractivos de la jornada. La primera, ex Spice Girl, no se prodiga demasiado por nuestro país, por lo que había curiosidad por ver lo que tenía preparado. Con una escenografía muy simple, sin nada más que ella y sus músicos, la cantante dividió su set en dos secciones: una dedicada a su trabajo en solitario, donde sonaron temas como ‘Never Be the Same Again’ o ‘Northern Star’, y otra, ya al final, a su etapa como Spice Girl, con ‘Spice Up Your Life’, ‘2 Become 1’ y ‘Who Do You Think You Are’. Cerró, eso sí, con ‘I Turn To You’, de su disco en solitario de 1999. El concierto fue algo irregular, levantado en su mayor parte gracias a esa secuencia donde repasó algunos éxitos de la célebre girl-band, que lograron una buena conexión con el público. Más allá de eso, resultó frío y algo exento de garra.

MIKA en cambio, defendió mejor sus canciones con una gran presencia en el escenario, divirtiéndose con el público, lanzando confeti por los aires e incluso metiéndose entre la muchedumbre mientras cantaba. Su show fue enérgico y alegre, con el cantante mostrando sus tablas como artista: buenas interpretaciones vocales, cercanía con su audiencia -a la que se dirigió siempre en un esforzado español- y unos cuantos hits que no decepcionaron en sus versiones en directo. ‘Relax, Take It Easy’ o ‘Grace Kelly’ quizá no son canciones tan recordadas como otras de los 2000, pero sí contienen ese elemento lúdico y hedonista que funciona a las mil maravillas en un ambiente festivalero como el que nos encontrábamos.

Por otro lado, entre los dos artistas anglosajones, pudimos escaparnos un ratito al concierto de Ladilla Rusa, que ofrecieron justo lo que se esperaba de ellos: un show desenfadado y muy divertido que celebraba la España cañí con su flamenquito maquinero característico. Imposible no moverse y darlo todo con temazos como ‘Macauley Culkin’ o ‘Bebo (de bar en peor)’. Fernando García.

El sábado comenzamos la tarde con Lolahol en lo que parece el primer concierto de toda su carrera, al menos según Setlist.fm. El proyecto de Lourdes León ha escogido debutar con un EP de carácter experimental, producido junto a Eartheater, que no es precisamente conocida por sus aspiraciones a las listas de éxito. ‘Lock&Key’, con su ritmo drum&bass antes del revival drum&bass, y ‘Cuntradiction’ no estaban tan mal. Sin embargo, el show devaneó -o más bien divagó- entre el twerking, el ambient y una falta de actitud y de coordinación con dos bailarinas amigas que parece mentira. Ni underground ni pop, el mayor entretenimiento del concierto fue decidir a qué era de Madonna se parecía cada gesto. ¿Tres chicas en chándal? Hard Candy. ¿Caballos proyectados? Confessions Tour, Medellín. ¿Ritmos trip hop? Ray of Light. Es una putada que tu madre lo haya hecho literalmente todo antes que tú, pero la verdad es que la condición de nepobaby de Lourdes no quedó nada disimulada ni mucho menos evita-da cuando su show se vio precedido por un DJ set que incluía canciones como ‘La Isla Bonita’ y ‘Hung Up’. Varias personas en mi entorno coincidieron en denominar el resultado final como «función escolar».

Para consuelo de Lourdes, no muchísimo mejor fue el show de Loreen en solitario, con los mismos problemas de volumen que otros artistas del escenario principal, y con una versión alternativa de ‘Euphoria’ que nadie había pedido. 5 temas interpretó la cantante durante menos de media hora, sin parafernalia, músicos, ni los icónicos bailarines que esperábamos. Lo inaudible del set hizo flaco favor al encanto de pistas como ‘My Heart Is Refusing Me’, tan contundente como un hit de EDM en la versión estudio. Sólo cuando el público pudo intuir algún resquicio de ‘Euphoria’ y al final ‘Tattoo’, ganadora este año de Eurovisión, se levantó el asunto. O al menos los móviles para grabar lo poco que estaba sucediendo.

Beneficiada por lo acogedor de un escenario más pequeño, Luna Ki al menos pudo hacerse entender durante su divertido concierto, bastante lleno de hits, amenizado con proyecciones -algunas tipo lyric video servían mucho de ayuda por el entretenimiento-, algún invitado como featuring y sobre todo una pintona corte de cuatro bailarines dándolo todo y haciendo, puntualmente, vogue. Una pena no haberlo podido disfrutar entero, pues el escenario grande ofrecía una oportunidad única para ver a Sugababes.

Una vez recuperado el nombre de Sugababes tras una batalla campal, Mutya, Keisha y Siobhan saltaron al escenario de Brava Madrid entre una señora humareda. Reivindicaron su legado. Y el de otras Sugababes, por suerte, también.

La primera, en la frente, ‘Push the Button’ abrió el set de manera apoteósica, 5 minutos antes de que ‘Hole in the Head’ evidenciara en tercer lugar que se podía hacer sonar una guitarra acústica en este escenario de Brava Festival que parecía maldito. Con una banda medio oculta en segundo plano, Sugababes dominaron el escenario con elegancia. Lo hicieron sin grandes coreografías, pero con todo el saber estar sobre las tablas que había faltado en otros conciertos del festival.

Incluso sentadas en una banqueta durante baladas como ‘Ugly’ o recurriendo al mismo truco en su macrohit ‘Overload’, Sugababes hicieron alarde de una actitud que se replicaba en las pantallas del festival. Ver el gesto de Siobhan, aquella que llegó a acusar a Keisha de “bully”, perfectamente cómoda en este regreso, era emocionante. Incluso se vio a las chicas darse lo que debía de ser un honesto abrazo. Al fin y al cabo, han pasado casi una década tratando de recuperar el nombre de la banda, operando como Mutya Keisha Siobhan entre 2012 y 2019.

Tras una parte central un tanto más exenta de hits, un tanto más plana, el repertorio se recuperó con un bis en el que sonaron ‘Freak Like Me’, ‘Round Round’ y ‘About You Now’. Tres de sus mayores hits. La euforia de la última se trasladó -ahora sí- al respetable, y aunque hubiera asistentes que desconocieran quiénes fueron Sugababes, ahora que tanto se lleva volver a los 2000, que se vuelven a recuperar modas de hace 20 años, es justo que por fin hayamos podido ver desplegado este arsenal de hits en vivo.

La noche terminaría seguramente con un apeteósico concierto de Ojete Calor, que ya han triunfado en plazas más difíciles como el WiZink Center, pero el pavor a quedarme tirado en el Ifema a las 3 de la madrugada me pudo, y abandoné el recinto tras ver el final del set de Fusa Nocta y el principio del de Shangela. Fusa Nocta cierra con bailarines y una línea artística más concreta y definida que en Benidorm Fest, probando que hay mucha gente que aún recuerda ‘Mi familia’; mientras Shangela, con sus performances sobre Chanel y Beyoncé, entretuvo a los devotos de RuPaul. Sí, parece que otra forma de hacer festivales era posible. De hecho, ya hay fechas para Brava 2024: será los días 20 y 21 de septiembre. Sebas E. Alonso.

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